Ayer, cuando todo iba bien, me sentí fatal. Me resulta difícil admitirlo pero, me gusta, me encanta la tristeza, el delicado traspiés de cada día que no consigues lo que realmente deseas, pero, sobre todo, me gusta la belleza que tiene la certeza de saber algo imposible, pero seguirlo persiguiendo.
Me emocionan las pulsaciones irregulares y los nervios por saber si mañana seré capaz de decir todo lo que únicamente escribo, o si mañana será el día que ando esperando.
Lo realmente importante es mantener la calma, lo demás va pasando (del modo que tenga que pasar).
Karen