Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

jueves, 25 de diciembre de 2014

Veinticinco de diciembre, 2014.

Este año no iba a ser menos. 

6 días para fin de año...
Los fantasmas se hicieron mayores y más fuertes a principios del 2014, lo mandaron todo a tomar por culo y me clavaron mil estacas en el pecho. Dolió como mil demonios.
Fue difícil, pero ondeé mi bandera blanca, divisé a lo lejos la tuya, y llegamos, por fin, a una especie de tregua.

6 días para fin de año...
Ah, qué placer haber hecho las paces. Qué placer el placer, los litros de alcohol y los portales. Qué placer haber llegado aún con la mitad del corazón a mitad de año.

6 días para fin de año...
No sé muy bien cómo pasó, pero un día desperté y ya no habían fantasmas bajo la cama. Dejé de escribir porque eran ellos los que me inspiraban, los que me obligaban a escribir, los que me enseñaron que las lágrimas hay que aprovecharlas... No sé muy bien cómo pasó, pero pasó y sigue pasando.

6 días para fin de año...
Pero regresaron. Un día vinieron a visitarme, me asaltaron en mitad de la noche y me invitaron a bailar. Me susurraron cosas sucias al oído y me recordaron todos los años que estuvieron bajo mi cama. Pero, no sé muy bien cómo...

...Quedan solo 6 días para fin de año y no he vuelto a saber de mis fantasmas, pero sospecho que unos nuevos están despertando.

Karen.

martes, 4 de noviembre de 2014

Solo lo hago porque quiero.

No tengo nada que escribir, no se me ocurren palabras demasiado tristes, ni tengo la necesidad de sentir que alguien se está dando cuenta de lo enfadada que estoy, pero me apetecía escribir. Siento un hormigueo familiar subirme por las puntas de los dedos y los ojos los tengo llenos de ganas por ver por escrito las cosas que... bueno, no tengo cosas que, pero quiero, y no quiero quererlas.

Voy a tener que acostumbrarme a escribir sin escuchar el ritmillo tan gracioso de las palabras tristes, que, por supuesto, son mis favoritas.

Es como si... como si ya no supiera cómo escribir. Todo suena tan, tan sumamente, tan normal, que me dan ganas de escribir en papel solo para romperlo y enfadarme conmigo misma por no ser capaz de...

Bueno, ¿quién necesita explicar nada?

Karen.

viernes, 1 de agosto de 2014

¿Qué has estado haciendo?

De pronto todo cambió de color, de textura, de olor... 
Pasé del turbulento vaivén -de la guerra fría- al cálido, tranquilo y apestoso lugar donde me pregunto qué coño he estado haciendo todos estos años; y por supuesto, no me sé responder. 
He estado haciendo el ridículo, he malgastado años enteros en buscar la solución imposible, en forzar al destino, he estado haciendo malabares con las palabras; he estado, en fin, persiguiendo al pasado. 
Me encantaría arrepentirme, pero no. Eso nunca. 

De pronto las palabras bonitas se hicieron tabú
tus ojos dejaron de ser los que yo veía 
tu sonrisa marchitó la mía
mis intentos se volvieron pesadillas
y tú estabas en ellas
siempre
jodiendo, siempre. 

De pronto el silencio me parece lo más agradable, lo más sensato que podríamos haber hecho. Teníamos que haberlo hecho antes... Pero, a su vez, me parece lo más horrible, cruel y despiadado que pueda pasarnos. No pretendo que entiendas nada -yo tampoco lo hago- tan solo quiero que sepas que me he dado cuenta de que la película se ha terminado, de que el prota no era el prota, y que el malo no eras solo  tú. Me he encontrado a mí misma, sola, en una sala oscura con palomitas por el suelo cuatro años después del día cero. Coño.

De pronto quiero correr y gritarte 
hacerte entender 
de una puta vez
que los abrazos 
también son cosa de amigos.
Pero parece que hasta en eso me he equivocado...
Y tú siempre
siempre siempre
jodiendo.
¿Qué he estado haciendo?

Karen.


viernes, 25 de julio de 2014

Cambios.

Siempre he creído que las cosas suceden por alguna razón y que lo que ocurre es siempre lo mejor; hoy me aferro a esta idea y abro las puertas a lo que tenga que venir, doy un paso al frente y me olvido de cualquier cosa medianamente lejana, pisoteo con rabia todas las copas rotas, las cenizas y las canciones estúpidas, pisoteo y rompo todo (si es que queda algo que no lo esté ya), respiro tranquila y me concentro en esa luz al final del túnel que me dice que ya estoy llegando, que queda poco, que lo hice bien, todo bien.
Porque, coño, si no lo hago... ¿qué queda por hacer? Ya no quedan opciones, el mundo está aprovechando su turno, y quiere que ganemos. 

Siempre he vivido más en el futuro que en el ahora; ahora vivo más en el pasado y sé, que por narices, ahora toca lo que queda... Voy a descalzarme y no me voy a peinar, me maquillaré lo justo para que no se note que apenas duermo, usaré colores fuertes como si pidiese atención a gritos, diré que no y que sí (pero nunca tal vez), me aprenderé de memoria aquel poema de Bukowski y, bueno, me despediré sin decir ni una sola palabra... porque a las palabras le han crecido espinas, y yo las he cogido con fuerza creyendo que un poco de dolor estaba bien.

Siempre he confiado en la bondad de las personas. Nunca se me ocurrió la posibilidad de la maldad (pura y sin sentido) hasta que la conocí, en su estado más despiadado. Me fui de cañas con ella, quedamos mil veces, discutimos, nos besamos, la miré a los ojos, le dije que la quería, me arrepentí, la bese como nunca he besado a nadie y hasta me la follé... Lo hice porque sabía que estaba jugando con fuego y me divertía. Fui una estúpida y lo siento, sé que no supe retirarme a tiempo, pero... vete a la mierda, hazme compañía.

Karen.

martes, 22 de julio de 2014

Yo contrafactúo, tú contrafactúas, él contrafactúa.

Contrafactuamos y así nos va.
¿Y si en lugar de... hubiésemos...? ¿Qué sería de nosotros si...? Bueno, y así todo el rato, a todas horas, sin detenernos ni un segundo para disfrutar de lo que pasó realmente, de lo que está pasando, y de lo que, sin duda alguna, ha pasado por alguna razón.
Se nos va la vida pensando en la vida que vamos a perdernos, en las cosas que definitivamente no haremos, en los momentos que dejamos pasar y en mil tonterías sin importancia.

¿Y si dejamos de hacerlo?
Karen.

domingo, 20 de julio de 2014

"Hay algo hermoso en intentar lo que se sabe imposible."

Cuando todo se derrumba... cuando, en fin, cuando pasan cosas -y años- es cuando nos damos cuenta de lo hermoso que resulta seguir en pie, que ¡nos importa una mierda!, que si queremos no esperamos nada a cambio, porque el que quiere de verdad nunca deja de querer, aunque nadie le quiera.

Una vez, hace mucho, cuando las palabras abundaban y eran sólo caricias, me dio por pensar que algo iba mal, que tanta felicidad no era posible. Por esa época creía que el amor era cosa de dos. Ahora, tras miles de espinas por sacar, estoy segura de que estaba equivocada y de que el amor es uno, y no se puede compartir. 

Yo quiero, y quiero mogollón; con rabia, desesperación y, sobre todo, con pasión. Quiero porque es precioso querer, porque me hace feliz y porque... Bueno, dejarse querer es más complicado.

Karen.


domingo, 29 de junio de 2014

"QUIEN BUSCA UN BUEN AMANTE, NO MEZCLA LA POESÍA CON CONDONES."
-Luis Ramiro-

Sin dobles sentidos.

... que no te estoy pidiendo que me quieras, te estoy queriendo yo; y que cuando lo rechazas, no me estás diciendo que no me quieres, me estás recordando que no soy buena para querer a nadie.
Karen.

viernes, 27 de junio de 2014

"El amor no termina, sólo cambia de sitio."

Me gustaría aclarar que en absoluto creo firmemente en todo lo que escribo. En realidad sólo me gusta el sonido, el ritmillo gracioso de las palabras tristes, la acentuación de cada punto y coma; en fin, la prosodia que se crea en mi cabeza... que por cierto, no compartimos.

A veces creo en algo, y escribo sobre ello. A veces creo en otra cosa muy diferente, y también lo escribo. Muchas veces escribo sin hilar entre párrafo y párrafo, haciéndolo sólo por placer y porque, sí, porque me da la gana. Se trata de dejarse llevar, de ponerse en off y olvidar que estás enamorado si lo que quieres es hablar del asco que te da el amor, o todo lo contrario. Simplemente, se trata de plasmar un instante determinado en un par de líneas. Mirad, hay cosas que no se pueden fotografiar; no todas las imágenes valen más que mil palabras, a veces una palabra vale más que miles de fotos. Y a veces nada vale lo suficiente, falta la forma, el contenido y el fondo: falta de todo, joder... de todo.

Me gustaría saber a qué sabe la verdad, a qué huele lo real, el tacto de la paciencia, el sonido de un te quiero inundado en lágrimas... Me gustaría saber qué coño se siente cuando te cogen de la mano.
Me gustaría olvidar todo lo que sé -que es poco- para aprender desde cero que nada se siente igual dos veces... que el amor, dicen, no termina, sólo cambia de sitio.
Karen.

miércoles, 11 de junio de 2014

Fragilidad.

Cambiamos. Por eso siempre tenemos algo que contarnos.
Un día eres un alcohólico cierra bares, al siguiente le das al budismo y rollos espirituales. Y, no sé, me parece curioso. Es jodidamente fácil dejarse llevar por el momento y pretender que eres algo que no. 
Que no en absoluto.

Cambiamos. Por eso los amantes dejan de amarse y los desconocidos se abrazan.
Es necesario que cambiemos, que seamos capaces de adaptarnos a lo que va llegando, pero también es necesario que no nos olvidemos de nosotros mismos –de ese que nunca cambia, a pesar de todo–.
Tanto cambio nos consume poco a poco. Tanta fragilidad nos hace vulnerables.
Cambiamos. Por eso, cuando me veo al espejo y me pregunto por qué, no entiendo nada. Nada en absoluto.
Karen.


viernes, 30 de mayo de 2014

Ninguno era tú.

He besado a demasiados hombres que no lo valían; 
aunque tampoco he sentido nada por ellos, y siempre ha sido así.

Prácticamente, mi primer beso fue con un desconocido. Un joven de peso dudoso y barba perroflautera, pezuñas en los dedos y una boca enorme –en serio, enorme–. Charrasqueaba la guitarra y aunque tenía un extraño sentido del humor, me hacía reír. Creo que por eso, esa noche, me dejé llevar... bueno, por eso y por las cantidades ingentes de tequila que habíamos consumido previamente. Y sobre todo porque tú, tú estabas con otra. Me dejaste sola en medio de un montón de desconocidos alcoholizados y no sé, quizás quería vengarme –aunque todavía no supiera de qué–. Supongo que ahí empezó todo.
Tras ese, llegaron un sinfín de hombres sin nombre ni edad, que no valían más que sus zapatos y que solo me valían para un cuarto de hora. Después llegaron algunos que sí lo valían, y yo les di la patada solo porque ninguno eran tú. Maldito seas, cabrón.

 Karen.
Las cadenas ya se usan para demasiadas cosas, no las uses para escribir.

lunes, 26 de mayo de 2014

"Al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver."

Sé lo que estás haciendo, y me gusta.
Sigue haciéndolo, porque me seguirá gustando, y lo sabes.

Voy a hacer como si no me hubiese dado cuenta.
Tú sigue leyendo.
Karen.

viernes, 23 de mayo de 2014

Lo peor de ser un desgraciado, es sentirse un desgraciado.

Caminabas de una manera tan tan peculiar... Al fin llegabas al punto de encuentro, y yo me cruzaba de brazos, saludos breves y marchábamos a la esquina de siempre. Litronas por el suelo, colillas, abrazos inexistentes, y aspersores que sabían más que nosotros cuando nos obligan a marchar. Nunca me gustó mirar el reloj pero, coño, sabía que el tiempo estaba pasando demasiado deprisa, que aunque cinco días eran una noche, acabaría por amanecer y... Caminabas de una manera tan tan peculiar.
Todo lo odiaba. La risa, el chiste, los besos, el secreto. Odiaba cada segundo de su existencia, la respiración entrecortada, el coche y los lunares de su cara. Ah, cómo no, odiaba el color de sus ojos, la carita de tonto, los portales a medianoche, el silencio. Odiaba todo lo que fuese odiable, y lo que no también, porque en ese momento hubiese hecho cualquier cosa por no ver cómo te marchabas.
Antes el cielo y las estrellas, el parque y los calcetines. Ahora el cubata, los condones y la fiesta.Vuelve a ser verano y joder, caminas de una manera tan tan peculiar...
Karen.

martes, 6 de mayo de 2014

Otra vez.

"Soy experto en echar leña sobre hogueras apagadas."
-Marwan.

Lo soy, y por eso escribo otra vez, por masoquismo, placer, o estupidez.
Ahora es diferente, ya no siento esas ganas de llorar párrafo a párrafo, ni me tiemblan los dedos al dudar si escribir, o no, la palabra prohibida... Ya no me llega la inspiración, escribir ni me relaja ni me hace llorar, ya no siento nada, joder. ¿Qué coño has hecho? No me apetece, pero ya no sé escribir de otra manera, y por eso te escribo; ahora, libre. Ahora, sé con certeza que no me leerás, que si antes te importaba poco, ahora menos -mucho menos- y que si por un casual lo haces, no lo sabré... ya ni te conozco.
Pero si lo haces, que sepas que no tendría sentido dedicar esto a otro que no seas tú; lástima que no supieras entenderlo. 
Me cuesta que las palabras salgan a la luz, y casi que mejor que así sea. Ambos somos más felices.
Karen.

miércoles, 16 de abril de 2014

Siempre he sido más de grilletes que de libertad. 
Control, ataraxia en cápsulas de a dos, hora a hora. Y ahora.

jueves, 6 de febrero de 2014

Todo en uno.

De pronto calor
de pronto un náufrago encuentra su barca
salvación en alza
poesías del roce
corazones excitados bailan
frenéticamente
un respiro.

De pronto frío
de pronto histeria loca de olvidos
alexitimia acelerada
infarto de miocardio
un montón de mierda
un salto.

¡Disonancia, disonancia! 

Karen.


martes, 28 de enero de 2014

Las palabras me ponen.

No hay nada que disfrute más que una conversación de esas que te bajan las bragas y te empotran contra la pared; de las que te quitan el aliento y las ganas de que se acabe. Una conversación que te desnude lentamente mientras te mira a los ojos, que te toque de todas las formas posibles -e imposibles- y, sobre todo, una conversación que te deje huella y agujetas.
Una conversación en donde cada palabra te hunda en el más abrasador de los infiernos, donde no exista el cuándo ni el dónde; una que empañe cristales y avergüence a la memoria. Una de verdad, joder. 
El tema es lo de menos, se puede hablar sobre cinta adhesiva, la decadencia del euro o sobre el número veinticuatro; pero si hablas con la seguridad del que sabe que va a morir en las próximas horas -con esa fortaleza que nos crece a todos en el último momento- con intensidad y queriendo soltar todo de una puta vez -pero despacio- entonces lo harás bien, y te darás cuenta de ello porque la gente de alrededor os mirará fijamente.
Porque será como si estuvieseis haciendo el amor en público.
Menudo escándalo, dirán.
No entienden nada.
Karen.

lunes, 27 de enero de 2014

No sirvo para escribir, pero me mola hacerlo.

 Cada martes y jueves por la noche, en la postura de la vela, haciendo ustrasana, o el simple siddhasana, cuando se supone que no debo pensar, se me ocurren miles de formas de poner por escrito el revoltijo de cosas que me rondan día sí y día también. Recuerdo lo que sé que no debe ser recordado y olvido lo que tengo que recordar -¡vaya!- y me apetece escribir sobre ello, sobre lo que se siente cuando tienes que moverte de formas ridículas y sobre lo que imagino que piensan los demás presentes. La rubia seguro que está pensando en cómo tirarse al profesor. La mujer del tatuaje de la clave de sol estará pensando, seguramente, en su dolor de espaldas. El que tiene la misma esterilla azul que yo… aún no acabo de imaginarme qué podrá estar pensando, pero sé que lo hace. El señor que siempre va en pantalones cortos y nos vende naranjas seguro que no está pensando en nada, y es de admirar; es el único que se lo toma en serio, inspira y espira justo cuando hay que hacerlo y nunca abre los ojos si no es estrictamente necesario. Invertimos tiempo y cuarenta euros mensuales para escuchar y hacer oídos sordos; no entiendo por qué.  
Al principio, mis palabras favoritas eran, sin duda, “preparaos para el relax final”, porque podía dejar de pretender que cuando hay que bajar en chaturanga, lo disfruto. Ahora mis palabras favoritas son diferentes cada día y procuro que no se me olviden jamás.

Cuando entiendes que la mente también necesita que la cuiden, empiezas a preocuparte y te tomas en serio las palabras de un señor que no te conoce, pero joder… Qué razón tiene a veces.

Karen.

sábado, 18 de enero de 2014

Soñar es para los que pueden permitirse una desilusión.

No hay nada que odie más que el odio; y me supone un gran problema porque el mundo está lleno de él. A nadie le parece extraño que el odio sea hasta necesario para sobrevivir y, no sé, a mí me parece, cuanto menos, curioso.
Qué coño estamos haciendo con nuestras vidas.
Vivimos en un mundo donde querer a una sola persona es de idiotas, donde el amor sólo es una palabra más, donde vale más un libro que 5 gramos de marihuana, donde el placer está por encima de todo y donde siempre ganan los malos.
Dónde quedaron las cartas y los matasellos, las llamadas telefónicas de cuatro horas, los encuentros fortuitos que acaban en un café... Dónde quedaron las cosas reales, joder. Ahora todo se reduce a su última conexión, a saltarse clases para ir a fumar, a ver cuántas copas soy capaz de beberme, a una rubia en pelotas que hace algo parecido a bailar, a un polvo en los lavabos y al número de amigos en Facebook. Vivimos super conectados, sí, pero estamos solos, realmente solos.
Odiamos los días de lluvia, ir a clase, cumplir con nuestras responsabilidades, pagar impuestos, hacer la comida, a la gente impuntual, los contratiempos, el atasco al volver a casa, todos los días que no sean vacaciones, a la estúpida dependienta que nos dio mal las vueltas, el regalo de los abuelos en navidad, las facturas, el sonido del despertador, los críos gritando a las siete de la mañana... Joder, odiamos mazo.
Yo sólo odio odiar, odio tener que odiar, y odio que me odien. Odio el odio porque ha matado todo lo que de verdad merece la pena.
Nos estamos sumiendo en la más profunda superficialidad, y a nadie le importa.
Mira, me voy a por una cerveza y que os den por culo a todos.
Karen.

lunes, 13 de enero de 2014

He querido construir huellas donde sé que las tuyas van a desaparecer.

He querido romper cada tarde y cada noche
cada cerveza a medias y cada discusión.
He querido volver a empezar
o llegar de una vez al puto final
recitar de memoria cada uno de mis errores
contemplar la paz que reina en tierra de nadie
y decirte
joder
que olvidé lo que tenía que decirte
que no lo recordaré
y que adiós
adiós
y adiós.
Pero
¿sabes?
decir que es difícil es sólo el preludio de lo que será
es una mentira
lo contrario a exagerar.
He querido tantas cosas que ya
no sé qué coño quiero
pero no es esto
¡no es esto!

He querido construir huellas donde sé que las tuyas van a desaparecer, si las dejo.
Karen.

miércoles, 8 de enero de 2014

Para variar.

La libertad es una palabra indefinible
que te come las ganas de seguir sentado, atado
de seguir siempre
siempre
a su lado.

Me parece triste no escribir sobre lo maravilloso de algunos momentos, de recordar sólo lo malo y reducir lo bueno a una mota de polvo en la lente con la que observas los destrozos. Me parece despreciable que cuando el final no es bonito, todo lo bueno adquiera connotaciones de plan malvado y pierda la belleza que en su momento lo hizo ser digno de refugio cuando soplaba la tormenta. Me parece absurda la necesidad de maldecir y odiar para sentirnos mejor con respecto a lo que nos hace la gente; que sí, que vale, que se lo merecen, pero el odio sólo trae odio, y aunque parezca estúpido: sonreír a veces es una muy buena defensa.
Me parece que estamos perdiendo el norte, que las brújulas sólo nos guían hacia lo que más daño nos hace, que ¡a dónde coño se fue el amor!, que la magia se ha muerto por tanto imbécil presumiendo de no creer en nada, y que nada me parece más triste que olvidar todo aquello que me hizo feliz.
Me parece triste que a los poetas que escriben sobre la felicidad no se les tome en serio, que sea necesario sufrir para que te publiquen un libro o, simplemente, me parece patético creer que eso sea realmente así. Me parece que antes de perder, ya hemos perdido, que esperamos con demasiadas ansias para luego descubrir que lo mejor de todo fue el camino, los tropiezos y nuestras ganas de seguir. Me parece que vivir son las partes difíciles.
Así que ahora, como bien pueda, escribiré de las palabras bonitas que aún me hacen sonreír, de las noches locas a base de césped y cerveza, de las madrugadas de cuando subía a contar estrellas y de las veces que escuché un te quiero. Porque todas esas cosas son las que realmente valen algo, y no la mierda que hace que todo me parezca triste, feo y despiadado.

Karen.

domingo, 5 de enero de 2014

Maldad.

Le gusta imaginar que por las noches se desvela
que no ha dejado de maldecir, que
sufre
mogollón.
Le gusta imaginar que ha cambiado dolor por dolor
que aunque uno es más grande que otro
el otro existe y también
duele.
Le gusta imaginar que ha cambiado el mundo.

A media tarde te clavas puñales imaginarios en el pecho para intentar sacarte los de la espalda, lloras intentando borrar todo lo que has visto -lo bueno, lo malo, y lo peor-, te ríes a carcajadas fingiendo que no escuchas nada... Pero todo sigue tal cual lo dejaste: sucio, maltrecho y lleno de estupidez.
La tristeza te da una bofetada con el reverso y el verso de mierda que te inventaste una vez para pedir perdón por algo que no habías hecho, te da una lección a punta de navaja y por primera vez en tu vida la escuchas, porque no tienes nada más a lo que aferrarte, porque el dolor se cura doliendo y a veces duele más imaginarlo que padecerlo. El silencio te obliga a fumar, a encerrarte en bibliotecas heladas y a muchas más cosas que aún no se te han ocurrido, pero se te ocurrirán porque lo necesitas. Sabes que es una exageración, que hay cosas mil veces peores, pero joder, por qué. Porque vivir a base de mentiras es un asco, pero a veces también es precioso y aunque no quieras admitirlo, te mola... porque vivimos muy tarde lo que comenzó pronto, y no era posible que terminara de otra forma.
A media tarde y de a ratos te apetece rendirte
pero coges los puñales y respiras hondo esperando que esta vez
duela menos.
Karen.