Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

martes, 31 de diciembre de 2013

365 llamadas perdidas, y las que faltan.

Será divertido, lo pasaréis bien, beberéis mucho y mal, os desearéis un feliz año -por pura cortesía-, amaneceréis todos con resaca, y os contaréis vuestra noche o pediréis a alguien que por favor os cuente qué pasó ayer.
Hoy es el último día del año, pero mañana todo seguirá siendo igual. No sé qué coño celebráis.

Karen.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Uno menos y restando.

Pudo haber sido mejor pero... Lo reconozco, este año no ha sido tan malo.
Este año ha sido una parodia al dilema de Schopenhauer, tres años comprimidos en 12 meses, una lista en reproducción aleatoria, un cóctel molotov los meses pares y una sonrisa a medio hacer.
Ha sido bonito, joder.
No sé cómo ha pasado, y tampoco sé si está bien, pero creo que he llegado a una conclusión. Ha sido este año. Me he hecho a la idea de mi lugar en esta historia; que, aunque ni me agrada ni me disgusta, me hace sentir que formo parte de algo pequeño que un día será algo importante -el título de un libro, o alguna chorrada de esas-. No sé, se siente bastante bien, y a veces también se siente muy mal.
A veces creo que llegué demasiado pronto al final de la historia, que me adelanté muchos años, que llegué antes que tú, que menuda mierda tener que esperar. Pero otras veces creo que nunca he llegado a ningún sitio, que no hay sitio al que llegar y que, simplemente, me mola sufrir. Por eso, el haber llegado a una conclusión y el ponerle un nombre a lo que pasa, hace que respire con un poco más de tranquilidad...
hace que me deje llevar
y que cierre los ojos
antes de cruzar.
Porque, puestos a ahogarnos, que sea en cerveza.

No sé, ni me importa, si el año que viene será mejor. Tampoco importa si este año viene con tormentas, desordenando todo lo que con trabajo y lágrimas me ha costado organizar, ni si de pronto pierdo el rumbo y me encuentro otra vez sin saber muy bien qué coño se supone que tengo que hacer, ni tampoco importa si descubro que la conclusión a la que llegué este año no vale una puta mierda para el siguiente.
No importa, porque este año descubrí
que lo más bonito de mi historia
es que sé cómo acaba
pero no cómo empieza.

Karen.


viernes, 20 de diciembre de 2013

Bucle repetitivo.

Cayó el telón.
Se desplomaron las ruinas, los mensajes de auxilio se perdieron en algún punto entre tu casa y la mía, se murieron todas las estrellas una por una, y tú sonreías -como siempre-.
He vuelto a tener otro de esos insights asquerosos que te desajustan todo y te sumergen en la más absoluta miseria. Y esta vez ha sido tan fuerte, que me planteo seriamente hacer algo al respecto en lugar de dejarlo pasar como he hecho con todos los demás -que me decían exactamente lo mismo que este, pero con cariño-. Joder, fue alucinante. Aún me tiembla el pulso y siento esa absurda necesidad de escribir, quizás sea ansiedad, o simplemente una manera de aplazar lo que sé que tiene que pasar. Fue como si de pronto, en medio de la película, empezasen a salir los créditos y encendieran las luces. Fue como un balde de agua helada, un ¡mierda! susurrado hacia el suelo, una despedida sin ganas, un ¿de verdad? que aún no sé cómo formular.
Quizás fue el efecto de todos los anteriores lo que ha hecho que este insight sea especialmente cruel. No sé, quizás estoy exagerando. Quizás lo único que ha pasado es que he abierto los ojos, he visto que todo lo que me decían era verdad, y... ¡vaya! me siento como una imbécil por haber defendido una causa que nunca hizo nada por merecerlo.
Y sí, es bastante previsible que escriba esto -por Dios, ojalá me estés leyendo-, pero ya no me importa nada, ni nada me volverá a importar. Si alguna vez he dicho que ¡a la mierda la estúpida ataraxia! me arrepiento, porque es lo único que me ha ayudado a no rendirme más de lo acordado.

No es justo, espero que lo sepas.

Karen.

jueves, 19 de diciembre de 2013

De pronto todo lo que llevo escrito ha cobrado sentido.

Hicimos el amor
una vez que sentimos el frío.
Y el resultado fue, ya lo ves
más o menos como en los erizos.
-Nacho Vegas-

A menudo pienso que somos como los erizos del dilema de Schopenhauer; mientras más cerca, más daño nos hacemos, pero mientras más lejos... más frío sentimos. Y sentimos ¡tanto! frío, que supongo que merecía la pena arriesgarnos a morir.
No es que me guste discutir, pero prefiero la rabia a la tristeza; simplemente, prefiero que me odies un par de días, a odiarte yo a ti unas semanas.
El mundo en plenas compras navideñas y nosotros en agosto; en un desierto en medio del oasis, observando cómo se nos congela el aliento en los cristales. Ay, como los erizos.
Pero basta ya de cursidramatismos, por favor.
Anoche soñé que jugaba a una especie de retorcida ruleta rusa con un montón de gente importante para mí. Cada vez que me tocaba a mí, sentía un miedo tremendo a morir, y un alivio me recorría todo el cuerpo cuando la pistola no cumplía con su objetivo y pasaba al siguiente. Entonces suena un disparo y, no sé,  pero me sentí una completa egoísta. Luego me desperté y ¡mierda! en diez minutos suena la alarma.
Karen.

martes, 10 de diciembre de 2013

Déjame a mi suerte.

"Déjame que decida que la vida fue el único error."

Es bueno saber cuándo retirarse y soltar las armas. Es necesario aceptar que a veces, la mejor estrategia es no tener ninguna; y bueno, las ganas de volver no tardan mucho en aparecer.
El escorpión que me acompaña ha huido de mí hace un par de días; ya notaba su ausencia, pero hoy he querido que regrese, y que me haga ser mala con los que se lo merecen. Se fue con su veneno y yo, bueno... me quedé sin armas, rindiéndome a contravoluntad, en el inmenso vacío que sólo yo sé que existe.
Mis demonios me miran desde esa esquina de la habitación, me obligan a escribir estupideces sólo porque les divierte verme llorar. Cuando les pregunto que por qué no me matan de una vez, me acarician la mejilla con supuesto cariño, y yo pongo la otra porque se me olvida que en este juego, si aflojas, vuelven a tirar.
Mis demonios son uno multiplicado por las veces que me pongo a escribir; y tengo ya tantos, que les he puesto tu nombre, tu ojos y tus malditas ganas de joder.
Es bueno saber perder, pero aprender a ganar es indispensable, sobre todo cuando llevas ya tanto tiempo perdiendo (la fe). Mi maldita fe.
Déjame, déjame que decida no abandonar.
Bueno, sabía que pasaría pronto: hoy lloré, se me ha metido un poco de arena.

Y si muero... llevadme al mar, quiero reencontrarme con todas las oportunidades que dejé marchar mientras escribía estupideces creyendo que así me olvidaría un poco de todo lo que tengo aún por olvidar.
Karen.


miércoles, 4 de diciembre de 2013

He roto con el pasado.

Tranquila mi vida, he roto con el pasado.
No sé, me mola esta canción. A todo volumen y en reproducción automática, taladrando mis estructuras corticales. Es demasiado bonita. Me entristece pero no me hace llorar, porque sólo hay una cosa que consigue que se me derrita el hielo que me guardo; y me lo guardo para mí. Hace demasiados meses que no lloro. ¡Mierda! me tocará hacerlo en breves, lo sé.

El otro día tuve un déjà vu, y lo tuve todo el día. ¡Joder, fue precioso! Iba sobre yo siendo feliz a sabiendas de que todo lo que me rodeaba era de papel. Se iba consumiendo poco a poco y la luz de la llama era lo único que nos iluminaba mientras yo sólo deseaba tener que cerrar los ojos muy fuerte -negando, como siempre, las ganas que tenía-. Porque es lo que mejor se me da, negar lo que quiero mientras abro los brazos a todo lo demás. Si pudiera, pagaría por tener más déjà vus como el de ese día, pero pagaría más si así consigo creérmelo. Ya sería la hostia. Vivir la puta vida que quiero de una puta vez, grabarla, silenciarla y que el Flores cante la de 7 vidas. Hacer un copiaypega infinito e invitarte a que veas mi película con filtros y botellas, porque las palomitas tienen sal; y la sal me recuerda a todo lo que me queda aún por llorar.

Karen.

sábado, 30 de noviembre de 2013

La sal de las aceras en invierno.

La decadencia de algunas cosas no se manifiesta hasta que mueren 
cuando se nacen cenizas y los ojos empiezan a arder 
cuando ya 
es demasiado tarde. 

Cuando ocurre... El mundo se acaba, las estrellas colisionan en gigantes y ruidosos fuegos artificiales, los peces del mar se quedan sin sal, el sol se muere de tristeza, y tú también. Quizás no ocurra exactamente así, quizás sea peor. Quizás no pase nada y simplemente observes cómo va desapareciendo lo que un día te importó tanto, para luego recoger las cenizas y esparcirlas en tu habitación. 

La decadencia  también es una forma de vida
si es que acaso hay varias formas de vivir.
No sé.
Sólo estoy segura de que para morir tenemos muchas opciones
y todas ellas son triunfo de la decadencia.

De pie en el andén 
muerta de frío por dentro y por fuera 
me río de mí misma porque sé que si empiezo a llorar, no habrá nadie que me obligue a parar.

El invierno es odioso; con sus calles mojadas, sus noches eternas y su estúpido frío infernal que hace que te olvides hasta del frío que hay en sus ojos. Montones de gente sonriendo cuando ven nevar -como si nunca hubiesen visto la lluvia-, odioso; bastante odioso. Pero tiene su encanto, lo reconozco. 
El vaho es una cosa fascinante, ¡te delata los suspiros!, te incita a escribir sobre calles desiertas y heladas a las tres y cuarto de la mañana, y... no sé, ¿os apetece un whisky doble sin hielo?
Me gusta el invierno, sí. Me recuerda que el verano ya pasó, que sobreviví a mí misma otra vez. 

Y quizás
lo que más me gusta del estúpido invierno
es lo que me cuenta la sal 
de las aceras de Madrid.

Karen.

martes, 26 de noviembre de 2013

Tendencias suicidas.

Siento la inmensa necesidad de escribir. Odio cuando pasa.
Estaba haciendo no sé qué cosa en no recuerdo qué lugar, pero sé que pensé en un par de líneas que debía escribir. Cuando quise escribirlas ya se me habían olvidado; era demasiado tarde... Ocurre lo mismo que con el té que olvido que me he servido y acabo bebiendo igualmente -frío-, que resume mi vida.
Pero ocurrió otra cosa.
Estaba en el coche con Extremo a un volumen considerable, llego a una rotonda sin intenciones de parar (joder, qué pereza darle al freno). Veo coches con paso preferente entrando en la rotonda, muchos muchos coches, con luces molestas y... Pienso que no quiero frenar, que quiero seguir adelante y entrar en la rotonda. Pienso que estoy en mi derecho, y piso el acelerador. Entonces tengo un insight del copón. Sé que no fui yo, que alguien frenó por mí. Me detuve en seco pocos centímetros más allá de la línea del ceda el paso y me sentí como se sintió el suicida que falló en su dosis y se despertó con vida -y solo- a la mañana siguiente.
Y ya está, tampoco fue nada extraordinario. Nada es extraordinario.
Quizás mañana no deba coger el coche. No quiero morir; o al menos eso me digo a mi misma cuando me pasan este tipo de cosas. A menudo, sí.

Sigo pensando que aquellas líneas eran realmente buenas, porque sé que lo eran. Desearía recordarlas y borrar todo lo anterior. Empezaría de nuevo, escribiendo: hace unos minutos sabía que tenía algo que escribir pero era incapaz de recordar el qué, entonces os conté una estúpida historia sobre yo queriendo morir...
Miento.
Si ahora mismo recordara dichas líneas, no las escribiría. Algunas cosas pierden su magia cuando salen a la luz, porque lo mágico de algunas cosas es no saber qué cosas son. Por eso me gusta pensar en ti, en que dices eso y aquello, en que te grito y hago que llores... en que te beso yo la primera -como nunca hice-; pero no me atrevo a mezclar verdad con ficción, porque la magia que tiene lo que sé que no pasará, desaparecería... y no sentiría nada haciendo lo que imaginé hacer.

Tengo que empezar a vivir para mi misma.
Karen.



domingo, 24 de noviembre de 2013

"Todo el mundo fantasea con una muerte dramática."

A veces quisiera morir y hacerme invisible. Quisiera ver qué haríais sin mí, ver acaso si el mundo cambiaría. Por supuesto, moriría de forma dramática, con muchas sirenas y luces rojas y azules por doquier. Moriría ipso facto y sin sentir a penas nada, aunque deberá parecer que sufrí mogollón (¡eso de las apariencias me lo llevo hasta la muerte!). Tan espectacular que mueva masas, que haga llorar a los más insensibles ¡joder!, que me haga sentirme orgullosa hasta de mi propia muerte, y que... no sé, podrían hacer una peli. Un par de canciones, quizás un libro. Y por qué no, incluirme en los libro de texto sobre Historia Contemporánea. Un lugar en el Reina Sofía me haría mucha ilusión; y que vayáis a verme cada semana, recordando las cosas insignificantes que hice mientras vivía y que han cobrado importancia por el simple hecho de haber muerto dramáticamente. No sé, pedir es gratis.
A veces quisiera morir, por el simple hecho de morir y sentir algo diferente a lo que siento cada día.

Pero bueno, supongo que moriré de vieja
en mi cama para uno
arrepintiéndome aún por todas las cosas que no hice
y por no haber tenido nunca
una muerte dramática.
Karen.

sábado, 16 de noviembre de 2013

"Cuando no es posible ser feliz..."

Probé con etílicos y amarillos, autoayuda, yoga y meditación. Lo intenté con el peligro y contigo. Me arriesgué jugando a ver qué pasaba y perdí. ¡Lo hice todo! -no lo que debería-. Y quizás por eso ya no me queda absolutamente nada que sentir.
Tengo un escorpión ataráxico bajo la piel que me cuenta de cuando tenía alma, de cuando sentía y se emocionaba con cualquier estupidez… Me dice que no está tan mal, que uno se acostumbra a ello. Por no tener, no tiene esperanza (ni nada que perder); sabe que nunca tendrá pesadillas, ni sueños por los que morirse. Pero sé que me ha mentido.
Probaré con lo que sea. Haré cualquier cosa que no quiera hacer, me moriré de miedo y me pondré en situaciones peligrosas; me haré llorar. Porque… he sido de tantas formas, que ya no sé cómo me gusto menos.
Lo probé todo, hasta rendirme –que es lo que mejor se me da-.

El silencio no existe, pero a veces aparece
y, joder, es un cabrón.


Karen.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Cuando preguntas que por qué te quise.

Si lo supiera hubiera dejado de quererte, y habría sido feliz -o quizás el mundo ahora fuese un poco más triste- no sé. Si lo supiera, se descubriría el truco al final del espectáculo y la historia dejaría de tener la magia que tienen esas cosas que aunque no existan... Y si de verdad lo supiera, ¿qué más da? 
Cuando preguntas que por qué te quise, te respondo que si necesito un motivo para querer, nada merece la pena. Que si tengo que pensar, me crecen ruinas y todo se muere -menos yo-, porque soy el témpano de hielo que sobrevive al verano -hasta que me cogen de la mano-. ¡Soy ataraxia!, pero sólo por fuera. 
Tú sigue preguntando cosas estúpidas, que yo seguiré escribiendo lo correspondiente.
Pero... ¿sabes?
Nunca me preguntas que por qué te odié.

Karen.

domingo, 3 de noviembre de 2013

nada

No quiero ponerme a escribir, porque escribir es sinónimo de todo lo que odio (pero también, de todo lo que más he querido). Y sin embargo, ¡me apetece tanto!

Tras la primera línea pienso que aun estoy a tiempo de parar, porque sé que cuando lleve medio párrafo no habrá quién me detenga y... joder, me encantaría que me detuvieses. Tras la segunda -y la tercera y la cuarta- me olvido de pensar (cómo si de verdad pudiera hacerlo) y siento cosas que seguro que son ilegales.
Fuera, a la luna se le ve el ombligo, suena la estúpida canción que nunca debí escuchar, y a lo lejos -aunque no tanto- alguien grita que fue culpa mía.

No quiero, porque hacerlo significa que sigues ganando a pesar de que abandoné la partida justo cuando empecé a creerme que iba ganando yo. Y no es justo; pero sigo escribiendo porque es como si, al hacerlo, te pusiese en jaque mate sólo con un peón de mierda.
Dentro, nada nos hacía más felices que un montón de canciones tristes, una maleta sin equipaje, y un saber que la mejor decisión es la que nunca se toma.

Tras todo esto... Las malas costumbres empezaron siendo buenas.
De ti me quedo (porque quiero) con lo único que merece la pena: nada, y las ganas de escribir.

Karen.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Insight.

Se me escapa un querer decirte algo y no decirlo mientras corres en dirección contraria y yo te dejo ir... porque sí, porque si te digo que no, no te quedas, porque si te digo quédate, te vas minutos después.
Se me escapa un ¡déjame en paz! cuando decides deshacer pasos y regresar. Se me escapa un futuro que nunca tuvo futuro.
Se me acumulan las despedidas, las estúpidas justificaciones y las latas de cerveza.
Lo siento.
Cada vez que reparo en lo que me he convertido, te culpo a ti porque eres lo primero que se me viene a la mente, porque sé que lo aceptarás aunque no sea cierto y porque... bueno, ya sabes.
Se me escapan los años en las palabras, te miro me miras, me muero te matas.

Karen.



lunes, 7 de octubre de 2013

A mi espinita del corazón.

La verdad es que no sé en qué coño pienso, ni por qué hago lo que hago; pero supongo que a todos nos pasa algo parecido.

Ya me hacía la idea, pero fue una noche no muy fría de otoño cuando me di cuenta de la espinita que tengo clavada en el pecho, de ti. Venía yo de hacer cosas que no están nada bien y te miré como se mira a las cosas que se miran por primera vez; sentí un ligero déjà vu con sabor a cebada, sentí un cierto olor ferroso y el dolor de algo punzante en el pecho. Te miré y supe que aunque contigo duela, sin ti duele más. Fue como un pequeño desastre natural dentro de mi cabeza, un ¡mierda! escrito con carmín en el espejo de un lavabo, una certeza vestida de certeza... Un adiós mal escrito en un papel de liar.
Sé que no te irás (tampoco lo quiero). Huir no es la solución.
Nada de esto es triste; por lo contrario, es lo más bonito que pudo pasarme nunca. Sólo deseo ser la espinita de alguien, y una noche de otoño (o cualquier otro día) darme cuenta y dejar de hacer daño.
Sólo deseo hacer lo que me han hecho, por puro y sincero egoísmo.
Karen.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Malditas musas.

Yo... yo no escribo poesía, yo sólo... solo.

Una vez leí -o alguien me dijo, poco importa- que el amor de tu vida no tiene por qué ser la persona con la que acabas formando una familia, que vida sólo hay una y que por ende, sólo hay un amor de tu vida.
En otra oportunidad leí que "si encuentras al amor de tu vida a los 20 años, huye", huye muy lejos y regresa cuando sepas que, definitivamente, ese es el amor de tu vida.

Yo encontré al mío demasiado pronto, antes de saber que debía huir, y me quedé. Me quedé muy fuerte, tanto que ya no pude irme nunca más.
Las putas musas saben hacerse querer.
Yo, yo tengo una musa, un muso..un puto incordio. Tengo una estúpida voz que me hace odiar, me. Yo tengo lo que siempre quise, lo que nunca... Lo que nunca, NUNCA NUNCA, creí que odiaría. Te tengo a ti, musa, muso, incordio.
Karen.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Cartas suicidas.

Me gustaría reinventarme otra vez. Empezar de 1 y construirme en base a. No quiero arquitectos ni nadie que me diga que si me tuerzo demasiado, me caeré indudablemente. Tampoco quiero fallar.
Me gustaría que los viernes no existieran, que las balas no fuesen palabras -ni nada- y que con los silencios se hablase de cosas importantes.
Quizás pido demasiado, pero me parece importante destacar que el mundo se está yendo a la mierda, y que nosotros nos vamos con él.
Me gustaría una tarde en el café, con un libro, una sorpresa y un "quiero, quiero y mil veces, a ti" escrito al revés de una servilleta. Me gustaría un portal a las tres de la mañana y un "quédate, que es pronto".

Los deseos no hacen tanto daño como creen muchos. Soñar mucho a veces es bueno, y a veces fatal. 
Las palabras suicidas no mueren, hacen morir. 

Karen.

viernes, 20 de septiembre de 2013

sábado, 14 de septiembre de 2013

La vida me ha hecho llorar.

No siempre ocurre, pero a veces me arrepiento de no haber muerto aquel día. 
Aquel día no tuvo nada que merezca la pena ser recordado, y por eso a penas recuerdo que pasó de verdad. Aquel día pude morir rodeada de risas de gente desconocida, sola -como ahora-, y sin haber vivido todo lo que viví después, pero... Hubiera muerto feliz, lo sé.
A veces me pregunto por qué no fue así, por qué sigo aquí, y me odio por no saber apreciar todas las cosas que tengo. Parece que sólo me gustan las espinas, los puñales y todo lo que perjudique.
Tengo un problema; es pequeñito y lo tengo clavado en el corazón. 
No es fácil. Quizás no lo intento con suficiente fuerza. Probablemente sea culpa mía.
Cuando la vida me hace llorar, la mando a la mierda y le echo en cara que aquel día se apiadó de mí.
Hoy necesito que me recuerden que la vida también tiene cosas que merecen la pena, que no todo fue malo. Hoy necesito que sea aquel día otra vez y dejarme morir, porque quizás era eso lo que tenía que pasar.
No es normal.
Cada día es una historia diferente, con los mismos malos actores y el mismo final de mierda. ¡Mierda!
Nadie me dijo que ser bueno es bastante malo; y ahora pago las consecuencias de no haber pecado, siendo la mejor con los peores, y la peor con los que merecen la pena.
No siempre ocurre, pero hoy me arrepiento de no haber dicho adiós.

A veces me arrepiento de no haber muerto aquel día.
Karen.

sábado, 7 de septiembre de 2013

El día 1460 sigue siendo el día 1.

Volveré a hacer algo bueno por alguien que no lo es. Maldigo. Recurro a la ataraxia y se me pasa.
¡Qué triste! Dinamita, alcohol, nitroglicerina, nicotina, formol, cuatro años y un adiós.
Esta mañana desperté pronto, volví a dormir y soñé que era mañana... Pero el día 1460 sigue siendo el día 1; no es justo.
Tengo un viejo billete de metro con fecha ilegible, detrás tiene escrito: "la mala noticia es que vivimos equivocados sobre nosotros mismos" y entiendo (otra vez) que he malinterpretado toda mi vida, que a pesar del precioso guión, nadie -ni yo- estaba a su altura. Y río y lloro y tiemblo, y respiro, y qué más da todo, si todo no merece la pena.
Karen.

viernes, 30 de agosto de 2013

La piel igual de fría que si fuéramos lagartos.

Me gusta pensar que no ha sido en vano.

A veces me dejo ser; me olvido de todas mis normas y, simplemente, soy. Pero la experiencia me dice que no me descontrole. 
A veces me hace falta que me digan que me equivoco, que hay gente mala en este mundo y que a veces perdonar está de más.
A veces estaría genial que vinieses, pero me estoy quitando.
A veces olvidar, a veces recordar, nunca mirar a los ojos.
Nunca pasó nada. No nos engañemos.
Nunca dice el tatuaje que me hice mientras me mirabas.
Karen.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Antagonistas de.

La cortina de niebla ha cedido y ya se puede ver el muro, el que siempre estuvo ahí. No resulta sorprendente ni tampoco causa expectación; todo el mundo sabe que no lo van a derribar.
Karen.

lunes, 26 de agosto de 2013

Tengo un monstruo en el armario.

Droga y cura.
No se puede, sencillamente no se puede.
Amar es bueno y odiar no está tan mal, pero definitivamente ambas a la vez es biológicamente inviable.

Con una canción* como bandera, me declaro en guerra contra mí misma y me preparo para morir. No me despido de nadie -por si acaso- y me lamento por última vez de todo lo que no hice (y de lo que hice en su lugar).
No quería morir así, entre arrepentimiento y ojalás, no quería. Morir tan pronto -a pesar de lo tarde que se me hizo- no era lo que quería. Qué diablos pasó. Me dejé vencer, quizás me dejé querer, sin querer... Qué mierda.
Dicen que entre los millones de personas que hay en este mundo, una está hecha especialmente para ti; lo que no dicen que es tú puedes estar especialmente hecho para alguien que no está hecho para ti. Qué curioso. Y qué absurdo. No quería, de verdad, lo siento. No era el plan, pero estaba claro que iba a pasar, ¿no? Sí, lo sé, hemos cumplido nuestros sueños, me he transformado en flan y tú te has hecho un tirano. ¡No quería morir así! Adiós, adiós.
Y sin embargo, de cuando en cuando vuelvo a la vida, un remolino de temblores me recorren de abajo arriba y me entran ganas de huir, de volverme a morir porque ahí no hay nadie a quien querer.
Mi monstruo del armario tiene ojos bonitos y no causa miedo más que a mí.

Karen.

lunes, 19 de agosto de 2013

Puertas que se cierran, ventanas que se quieren abrir.

Tengo la gran habilidad de alejar a las personas que intentan acercarse a mí. Sé que es un cliché, por eso escribo esto desde una estación de tren viendo como se marcha ese que intentó acercarse (mientras llueve, claro). En fin, que sí, soy un cliché, y qué. *Enciendo un cigarrillo* *Suena una suave melodía en piano* *Luces* *¡Acción!*
Imagina que los últimos 4 años no han pasado, que en un inesperado giro de los acontecimientos te da por aceptar lo que hay y acabas haciendo algo que no querías hacer. Imagina, por un segundo, que aprendiste a jugar al póker (y que ganaste incontables cantidades de fichas de plástico); entonces hemos de suponer que la suerte se decanta por favorecer a otra variable, pero estamos en otro lugar, viviendo una vida completamente diferente donde las puertas no son las mismas que en otro sitio. Sigues jugando y apostando y la suerte cada vez se inclina más y más. Imagina que si crees en el destino, este te hace el favor de existir; y como existe: está presente en tu vida, en la de él y finalmente, en la vuestra. Imagina que, a pesar del inesperado giro, los sucesos suceden de manera similar (eliminando el factor "x" causante del problema presente a tratar) y que adelantando el tiempo llegamos al tiempo actual. Una vez aquí, en este preciso espacio barra tiempo, la balanza se rompe y lo que ocurrió hace 4 años ocurre ahora, cuando debió ocurrir. Quizás en otros 4 años te encuentres en la misma situación que hace 4 años, que nada haya merecido la pena y que descubras que el destino en realidad no estaba a tu favor. Pero bueno, ya sabes lo que pasa con las suposiciones.
El punto es que un día hace mucho tiempo abrí una puerta que ponía "prohibido el paso" y pasé, pasé hasta el fondo, me senté en una esquina y me crecieron grilletes. 4 años después me di cuenta de la ventana que hay en la habitación y que la luz que entra es tenue pero constante y que...nah.
Tengo la gran habilidad de alejar a las personas que intentan acercarse a mí, y es una gran habilidad porque si la hubiese tenido antes, nada de esto estaría escrito. O quizás sí. Probablemente.
*Cámara se aleja* (metáfora de mi gran habilidad) *Música final* *Créditos, dedicatoria y agradecimientos*

Karen.

viernes, 9 de agosto de 2013

Adiós, supongo.

La vida me ha estado dando señales, ha puesto varios avisos de ENORMES letras de neón, y yo... Yo no he hecho ni puto caso. Me la sudaba todo, yo me aferraba a una idea que lleva desarrollándose en mi mente desde hace bastantes años y cualquier cosa diferente era nada para mí.
Lo aguanté todo. Me hundí en el asfalto intentando sostener cada mentira mientras te sonreía, me quedé días esperando una explicación a tanta decepción y finalmente... Todo se derrumbó, mis ojos se abrieron y mi corazón perdió un par de años de vida.
Fue realmente triste, y me prohibí llorar. 
Sé que más tarde fingiré que no sé nada, y al final, como siempre, acabaré creyéndomelo. Y volveré a las andadas, a perseguir sombras en la oscuridad, y todo empezará de nuevo hasta que me dé de bruces con los enormes carteles de neón. Lo sé porque ha pasado antes.

Me encantaría ser mala -tanto como lo soy cuando pienso en ti- pero la realidad es distinta.
Supongo que estuvo bien mientras duró, que no sufrí, ni lloré, ni pasé noches en vela imaginando que las cosas cambiarían al día siguiente. Supongo que no borraré tu número, que seguiré acordándome de ti cada vez que..., y supongo también que cuando amanezca por fin, te lo haré saber.
Lo peor de todo es que no te odio -por más que lo intente- porque te quiero; te quiero de verdad. Te quiero como se quiere a las cosas que hacen daño, fuerte y abusivamente; tanto que nunca podré dejar de hacerlo. Quizás nunca comprendas que querer no implica una habitación a oscuras y escasez de ropa, que querer es algo puro (como la amistad) y aunque no muera, ha de cuidarse para que no crezca maleza.
La maleza separa, y si es eso lo que querías, supongo que adiós.
Karen.

domingo, 4 de agosto de 2013

En el más sucio rincón de mi negro corazón.

Me gusta imaginar que yo también se hacer daño, que soy capaz de hacer que alguien llore sólo con una mirada -o una palabra- y que, simplemente, a veces soy realmente mala. ¡La peor!
Me parece que sólo sé odiar desde dentro, y no se me da demasiado bien; porque cuando intento odiar, amo -amo, y ensancho el alma- más y más y más cada vez, mientras me odio sólo a mí, por intentar odiar y fracasar -otra vez-. Quizás no estoy hecha para odiar, pero amar tampoco lo hago tan bien.

Colibrís que sólo vuelan en círculos, buscando siempre el camino de vuelta.
Montañas de mierda que nublan la vista, no dejando ver lo que queda de Esperanza.
Algún recuerdo de caricias sobre el frío asfalto.

Ayer será el día en que una vez quise odiar mientras mañana te veo y me se nos lloran los ojos.

Me gusta imaginarme feliz (imaginarte inmensamente triste) y llorar porque pude serlo (porque sé que yo pierdo y tú ganas). A veces me gusta intentarlo y digo cosas que pretenden ser espinas, y me clavo la última por amor al arte (y a ti) porque sé que hice mal, que siempre hago mal y que en el más sucio rincón de mi negro corazón estás atado de pies y mano y no puedes hablar porque no te lo permito; en lo que sobra de espacio eres libre, y hablas todo el rato sin parar, por amor a ti (y al arte).

Escombros.
Un día quemaré todo lo que llevo escrito.
Karen.

miércoles, 31 de julio de 2013

Inspiración.

Quizás todos mis problemas deriven del placer que encuentro en ellos, de irme a dormir imaginándome cómo causar uno nuevo y llorar lamentando mi desdichada vida. Quizás; sí, quizás.

El arte nace de la mierda, pero no de cualquiera. El arte nace de un tipo especial de mierda, de esa que... que cuando... y si...etc etc. 
Una vez dije que para escribir es necesario tener algo roto (y no precisamente los zapatos). Hoy creo que es verdad, que la felicidad se expresa de otra manera, se siente y se hace sentir; y que la tristeza sólo sirve para hacer hermosos poemas con los que los felices se hacen más felices. 
Pero hay veces que tanta tristeza te rompe tanto que cualquier cosa que quieras escribir desaparece por el agujero que tienes en el pecho. 

Karen.

sábado, 13 de julio de 2013

Fe.

Empecemos por no hacer nada, absolutamente nada. No respiremos, ni dejemos de vivir; porque esperar es la solución, la clave, el quid de la cuestión, la respuesta, todo.
Prosigamos esperando, y después... esperemos más.
De pronto sucederá lo inevitable: no pasará nada, absolutamente nada, y morirás...porque, my friend, this is not Wonderland.
Karen.




eternamente

Me lo advirtieron. 

martes, 2 de julio de 2013

He malinterpretado toda mi vida.

Simplemente, nos encanta negar lo evidente; parece que así somos más felices, no sé. Mentirnos a nosotros mismos es mucho mejor que mentir a otros, yo diría que es casi hasta más placentero; como un canuto después del litro de cada tarde, o como desear morir y de pronto arrepentirse. Quizás odiar sea un sentimiento exclusivo de los humanos; y sin embargo no todos saben hacerlo, porque cuando se odia algo ya no se puede volver a atrás, arrepentirse y dar dos besos. Cuando se odia, se odia para siempre. 
Nosotros los humanos estamos siempre negando lo evidente, por eso cuando surge la ocasión para odiar, odiamos sólo un momento y después buscamos desesperadamente un recuerdo que excuse el motivo del odio... y amamos. Porque amar está guay; sí, amar es bueno para prevenir posibles achaques cardíacos y no sé... supongo que nos hace felices. Pero también es difícil, porque odiar es más fácil. 
Resulta bastante fácil odiar una foto que no significa nada, una escena que malinterpretas o simplemente el menú que toca comer hoy. Es fácil porque olvidamos, porque no sabemos odiar de verdad. Quizás eso nos mantiene vivos.
A veces lo evidente es demasiado evidente, demasiado obvio, y nos aferramos a ello. Y nos equivocamos, pero seguimos intentándolo porque creemos que es lo que corresponde. Quizás sea eso que llaman destino, tengo mis dudas.
Pero yo... Yo he malinterpretado toda mi vida. 

Karen.


miércoles, 26 de junio de 2013

Una y otra, y otra vez.

Tras la calma siempre llega la tormenta, dicen. 
Una vez fui feliz, aunque ya no me acuerdo. He aprendido que cuando los síntomas de la felicidad me asechan, debo parar y afrontar lo que venga, porque después de la felicidad llega la tristeza; y tras esta, la felicidad. Es un contínuo sinvivir. Es un balde de agua helada el 14 de febrero. Es un medamiedoserfeliz.

Las palabras sólo significan algo si se corresponden con la realidad, si... si tienen una acción asociada a ellas. 
¿De qué coño sirve decir "agua" al que tiene sed si no vas a darle un botella llena de agua fría? Bah. Sé que no sirve de nada todo esto; que todas estas cosas que digo en este minúsculo espacio en la red se perderán y no me darán el superpoder de cambiar el curso del río, pero lo hago porque me da la gana hacerlo.

Una vez me inventé una historia, y se cumplió. Imaginé cómo acabaría, y se acabó. Una vez no supe como empezar otra, y una vez acepté quedarme para siempre en el  punto y final de una historia que no era tan genial como yo la veía. 
Una vez aprendí a no dar tanto sin recibir algo a cambio, una vez lo olvidé, y otra vez volví a aprenderlo. 

Las palabras... Bueno, a las palabras se las lleva el viento, pero los actos quedan, influyen, dañan y, a veces, matan. 
Una vez escuché una palabra de mentira que sonaba bastante real, pero no la creí porque las palabras ya no significan para mí lo que significaban antes, porque ahora me importan las acciones, los abrazos y las miradas que dicen cosas bonitas, los silencios y que me cojan de la mano, una cerveza gratis y dormir en paz.
Ahora (ahora que es demasiado tarde) sé que lo mejor es fingir, que a nadie le importa lo que sienta de verdad, que no merece la pena intentar solucionar un problema que viene siendo problema desde hace demasiado tiempo. Ahora que mi habitación en una pecera sin peces, que mi casa está donde estás tú, y que tú no estás... Ahora que sé lo que es la decepción. Ahora. 
Ahora seré una bonita figura de hielo, brillaré a contraluz y la gente me admirará... Y todo lo que piense se quedará atrapado conmigo, porque soy la única persona a quien la importa de veras lo que pase por mi mente. 
Ahora lo acepto, y aunque no sea importante, me iré. 
Una vez dije algo parecido y aquí estoy otra vez. 

Karen.

martes, 25 de junio de 2013

Somos libres para no ser libres.

"¿Cuántas veces no demuestran al hombre la experiencia y la razón que, en las mismas condiciones y con idéntico carácter, haría por milésima vez lo mismo que hizo antes? Así, al repetir un acto cualquiera en tales circunstancias, se obra siempre de la misma manera y el hombre siente indiscutiblemente  idéntica seguridad  de poder obrar como desea."
Guerra y Paz - Tolstói.

Nadie me obliga a sentir lo que siento; lo que hago, lo hago porque es lo que quiero hacer. Nadie me priva de felicidad ni tampoco nadie me ata con pesadas cadenas. En teoría, soy libre. Y la gente libre es feliz, ¿no es cierto? Y sin embargo...
Sin embargo lo contrario.
Karen.



martes, 18 de junio de 2013

No sólo es tristeza.

Me abruma tanto sinsentido. Odio que las cosas no parezcan lo que son. Me entristece el tictac del reloj.

No puedo hacer nada por cambiar; no puedo hacer que las canciones me vuelvan a sonreír, ni que los pecados me den igual. Tampoco puedo esperar obtener todo lo que pido (ahora que he aprendido a pedir; ahora que es demasiado tarde). No puedo jugar a ser Dios y mover fichas a mi antojo; no puedo, sencillamente no puedo, ser como era antes... Cuando no me importaba nada, cuando cedía y lloraba a escondidas pero no me importaba, cuando no tenía tanto orgullo y cuando... cuando creía en lo que quería creer. Cuando, sin saber muy bien por qué, fumaba sin saber hacerlo. Cuando creía que el amor era eso.
No puedo hacer que vuelvan las horas los meses los años, y se me va el aire cada vez que pienso que el tiempo se me agota -gota a gota, por las noches-.
Quizás soy una exagerada, quizás en otra vida fui poeta... ¿Qué importa?
Soy capaz de encontrar bastantes soluciones, pero nunca podré ponerlas en práctica porque no puedo cambiar... Y sin embargo, la gente cambia constantemente.
Me abruma tanto sinsentido, tanta teoría, tanta soledad...
Se me comen los días y espero (¡qué mala costumbre esa de esperar!) a que un día cualquiera cambie otra vez. Supongo que esto es como la lotería, y nunca he sabido jugar.
A veces me gustaría darle al botón de apagado, y no lo hago por la misma razón por la que deseo hacerlo: cobardía.
La más pura y sincera cobardía es el miedo a ser feliz.
No sólo es tristeza, es un montón de palabras feas y ganas de borrarlas, es el tiempo persiguiéndome, son besos encerrados en una botella... Es invierno frío de calles vacías.

Karen. 

sábado, 15 de junio de 2013

"Como aquel verano azul que se nos fue de las manos."

El invierno ha sido especialmente largo, tedioso, frío y si tuviese la ocasión de borrarlo de mi memoria, lo haría. Me despertaría un día, creyendo que todavía es verano y que casi todo está donde yo quiero que esté. Me despertaría y, para variar, quizás sería un poco feliz.
Es decir, no todo fue malo, hubo un día en el que vi la primavera en su boca... pero no hay ni habrá nada en el mundo que me haga sentirme orgullosa de este invierno.
Y aunque no odio a nadie que no sea yo misma, y quizás debería... a veces me gustaría borrar. Retroceder el tiempo y hacerle caso al corazón en lugar de ser siempre tan coherente. Siempre he sido muy de tener los pies en el suelo, tanto que, poco a poco, me voy hundiendo entre kilos de escombros, mierda y cuchara, polvo, y cenizas... Cenizas por las palabras en plata que dejé quemar bajo el sol abrasador de
aquel
verano
azul... Que se nos fue de las manos porque había mucho a lo que aferrarse. Siempre me resultará curioso esa facultad que tienen algunas cosas importantes para descatalogarse en cuestión de segundos y... Y ya está, se acabó, el verano quedó sepultado bajo un inmenso invierno frío y yo
con un
montón
de
ti.                                                                                                                  Pero no me olvides, escuché. 
Karen.

lunes, 10 de junio de 2013

Maldita espera.

Esperar, esperar, esperar. Tienes que ser paciente, me dicen. Tienes que entender que las cosas no suceden de la noche a la mañana, que todo lleva su tiempo y es menester saber esperar. Tienes que comprender que aunque el mundo se hizo en 7 malditos días, tú debes esperar muchos más. Sin embargo, es recomendable que no esperes demasiado; bien puede ser que esperes recibir algo que nunca recibirás y mueras antes que tu esperanza. Así que, puestos a saber... Tienes que saber que lo que unas veces es negro, otras es blanco, y sería muy conveniente saber cómo actuar ante el mismo estímulo de maneras diferentes. Es muy importante que no te derrumbes cuando veas blanco lo que antes era negro (o negro lo que antes era blanco) porque estarías actuando incorrectamente, demostrando que no sabes nada...y ya te he dicho que tienes que saber que. Es menester que sepas callar y sonreír cada vez que escuches algo non-grato, pero también has de hacerlo cuando te susurren caricias. En definitiva, tienes que saber cómo actuar y qué decir (o no decir) en cada maldita situación, porque tienes que ser paciente y no perder los estribos antes de tiempo. Tienes que demostrar que sabes esperar, aunque en realidad no sepas, me dicen.
Tienes que saber muchas cosas, y muchas de ellas inútiles, pero... mientras las aprendes, quizás te olvides de que sigues esperando; y todos sabemos que el tiempo pasa más rápido si no miras el reloj.

tic tac, toc toc. 
Karen.

miércoles, 5 de junio de 2013

De cuando tú... de cuando yo... Vol.II

Muy frecuentemente me ocurre sentirme identificada con versos que leo. 

Hace mucho escribí algo* que sentía, pero era algo que no me había pasado. Algo bonito y triste, algo así como invierno en pleno agosto.
Me parece bastante curioso que hoy haya vuelto a leerlo y me haya sentido tan identificada conmigo misma. No sé.. quizás no sea tan extraño pero once vinos duelen la soñarte... Shh.
En este momento de mi vida me parece más prudente leer que escribir.

*http://hayquegritar.blogspot.com.es/2011/05/de-cuando-tu-de-cuando-yo.html

Karen.

viernes, 31 de mayo de 2013

Soledad, quizás.

Me invade un no sé qué, que no sé cómo controlar, pero el hecho es que ya me da igual lo que esté por venir (y sinceramente, no creo que venga nada).
Me encantaría que cayese un meteorito por fin. Me encantaría que todo acabase de una vez. Ya me da igual que este par -quizás más- de años hayan sido en vano.

Me da igual porque si el mundo se acaba, se acaba este no sé qué que está acabando conmigo.
Karen.

lunes, 27 de mayo de 2013

Tengo un abrazo que no abraza nada.

Cuando tropiezas una vez, es culpa de la piedra. Cuando tropiezas nuevamente, es culpa tuya. Y si tropiezas infinitas veces con la misma piedra, eres un idiota con mala suerte.
Karen.

viernes, 24 de mayo de 2013

Fumar amapolas.

Últimamente no hago más que pensar que el tiempo se me escapa.
Quizás sea porque vivo en el pasado, o porque no sé avanzar...quizás no quiero.

A veces te entra un impulso irrefrenable de salir corriendo y dejar a un lado cualquier cosa que no sea especialmente importante, y ahí es cuando te preguntas qué es importante. Así, dedicas un montón de horas -en las que podrías estar haciendo cosas útiles como escribir un libro, plantar un árbol o intentar tener un hijo cinco veces en el asiento de atrás de un coche- a meditar y sumirte en la más profunda locura para acabar más perdido que antes, más solo, más triste y con más ganas de salir corriendo.
Después de algunas cervezas se te ocurre que podría ser que no tengas nada importante en tu vida, pero tampoco puedes salir corriendo porque te da miedo equivocarte. Prefieres seguir con un pie en la rutina que te han impuesto y el otro colgando de una nube, presumiendo de libertad cuando en realidad no tienes.
Pasan 3 años y, aunque han pasado cosas, todo sigue igual. Los mismos clavos, la misma cruz. Y aunque todo siga igual, pesan más los años que todos los libros donde has estado buscando una respuesta. Miras hacia adelante y eres incapaz de imaginarte dentro de 3 años más, porque no sabes ni dónde quieres estar ni dónde se supone que deberías. Y no sé, es triste.
A veces te entra un impulso irrefrenable de girar hacia la izquierda en una vía de dos direcciones.
3 años después te preguntarás por qué no lo hiciste, o quizás darás gracias a algún dios por no haberlo hecho, mientras sonríes feliz a la persona que se sienta a tu lado en esa mesa para dos y que te invita a salir corriendo.
Karen.

lunes, 20 de mayo de 2013

Inevitable.

No sé si será muy frecuente o bastante extraño, pero a veces, por la noche, al hacerme un té, caliento demasiado el agua y mientras espero a que se enfríe un poquito, me olvido de él. Cuando lo recuerdo ya está bastante frío pero me siento comprometida y lo bebo igual.
Y así, es mi vida.
Karen.

lunes, 13 de mayo de 2013

Se me desborda el corazón, y a veces también los ojos.

"Nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez." 
Principio de Hanlon.

Quizás nunca os habéis dado cuenta de ello, pero, llegados a este punto, me parece prudente señalar que soy, como mínimo, dos personas: la que escribe y la que no escribe.
Soy, entre otras cosas, un trozo de cartón, una película muda, una lágrima en la estación. A veces soy bastante normal, otras me alejo de la gente por si me preguntasen qué me ocurre. Pero siempre -siempre, siempre- soy nadie.
Cuando mi mente no se encuentra lo suficientemente ocupada, recuerdo que estoy sola. He pensado que quizás la soledad es un estado mental; que soy, también, una exageración. Pero, al fin y al cabo "nadie te recordará por tus pensamientos secretos" así que seguiré callando y me llevaré a la tumba todo lo que piense, no vaya a ser que diga algo y no os importe.
Escribir es diferente.
Escribir se parece un poco a la libertad; pero sólo un poco.
Si tuviese que explicar cómo me siento, acabaría explicando que me siento así porque es lo que me ha tocado, porque no todo el mundo puede ser feliz y que, sin duda alguna, el destino (si existe) es algo cruel, no estúpido. Os daría a entender que pese a todo, lo acepto y vivo con ello; y vosotros me creeríais porque alguien una vez me llamó mentirosa y, mágicamente, me gané esa habilidad. Al terminar os sonreiría y al instante olvidaríais todo lo que os he dicho. Y precisamente por eso mi sonrisa será real, de satisfacción.

Al día gasto mil y un pensamientos en asuntos carentes de importancia, pero por alguna extraña razón: me importan.

Karen.

viernes, 10 de mayo de 2013

Indefensión aprendida.

"Aun soy joven, aun soy joven."
Quizás la peor manera de esperar, sea esperando. 

Últimamente me invade una tristeza de catastróficas dimensiones, pero sé que no estoy deprimida. Lo que ocurre es que hace tiempo que intento (o creo que intento) hacer cosas, y lo que debe cambiar no lo hace ni un ápice. He aprendido de ello. Los psicólogos lo llamamos "indefensión aprendida" y básicamente consiste en aprender que por más que intentes hacer algo, no consigues nada...por lo que: dejas de intentar. 
Suele acabar en depresión. 
Me asusta. Me da tremendo miedo. El pulso me falla y los ojos se preparan para lo que está por venir. Mañana es mi cumpleaños.
Definitivamente, el tiempo me ha jugado una mala pasada. Aunque, supongo que intentar excusarme valdrá de poco... Al fin y al cabo, las excusas son como las opiniones y los culos (ya sabéis).
De pronto un día te preguntas dónde has estado todo este tiempo. Empiezas a cuidarte, a no cerrarte a la gente (¡no siempre muerden!)... No sé, empiezas a vivir sin darte cuenta. Te acostumbras a ello, a una rutina que, si bien no es perfecta, te hace feliz. Pero claro, luego pasa algo inimaginable: se acaba. 
No sabes muy bien cómo ha ocurrido, y quizás sea mejor no saberlo, pero en ese punto de inflexión todo se vuelve del revés y te preguntas en qué has estado perdiendo el tiempo. Ya nada encaja donde antes. La armonía dimitió y nadie quiso ocupar su puesto. 
Entonces ocurre algo mágico (cruel y despiadado) y el tiempo se detiene, pero no del todo. Los días pasan pero no pasa nada. Ves como la gente que te rodea crece, progresa, olvida viejos errores y es feliz. Mientras tanto, tú te encierras en tu cápsula -de algún material irrompible- y aceptas que eres infeliz, porque tu tiempo para ser feliz pasó cuando estabas pendiente de alguna otra estupidez. 

No me queda más que desearme un feliz cumpleaños y acurrucarme en mi pequeña cápsula.
Karen.

lunes, 6 de mayo de 2013

Amar es echar de menos.

Amor, si no es simple, no es amor. 
Amor es una película romántica, donde chico conoce chica -chica conoce chico- y, tras pasar un serie de desafortunadas eventualidades, acaban bien juntitos. Porque, en realidad, algo tan AwoqiWNDadNQp, no puede ser malo. Sin embargo, estamos decididos a sufrir por amor, creyendo que el amor no es amor si no se sufre estamos decididos a no rendirnos por eso que tanto queremos, a llorar meses enteros, y qué queréis que os diga... Eso también es amor.
Parece mentira que algo tan simple y bonito cultive tanta tristeza en el mundo. A veces me río cuando lloro, al recordar que el amor es un motivo secundario -psicológicamente hablando- y que no me es necesario para sobrevivir, y sin embargo es una de mis máximas prioridades. Y sé que os pasa lo mismo, porque todo lo que le pase a una persona puede a pasarle a cualquier otra. 
Amar es echar de menos; y es también un abrazo. Amar es un fuego artificial, y como buen producto pirotécnico, se acaba...
Yo defendía la reciprocidad para definir el amor. Un par de años después...no tengo ni puñetera idea de qué es eso del amor, ni por qué escribo tanto sobre él... Porque, sinceramente, hay mejores cosas de las que escribir, como por ejemplo: ¿¡Quién decidió los minutos que debe tener una hora!?
Y yo qué sé, deberíamos olvidarnos de los demás y ser un poco libres de cuando en cuando... Porque amar -lo que se dice AMAR- solo lo hace uno, y por eso las parejas no funcionan y se rompen, porque amar es un vaso de cristal.

Karen.

viernes, 3 de mayo de 2013

A la mierda mis principios.

Me equivoqué.
Odio equivocarme.

Principio. Deseos de. Rock & Roll y una balada. Mirada. Timidez. Casualidad. Silencio. Soñar. Compartir. ¿Qué? Despertar. Aaaarrrgg. Principio vol. II. Joaquín Sabina. Madrugadas. Casualidad. Alcohol y una canción. Pum pum. Corazón. Taquicardia. Lágrimas de plástico azul. Casualidad. Noche. Frío. Besos. Miedo. Promesa. Soñar. Pum pum. Paro cardíaco. Ay. Principio vol. III. Calor. Cercanía. ¡Cerveza y chicles de menta! Cigarrillos. Cartas. Aprender. Viajes. Fiestas. Otros. Tú. Ella. Yo. Importancia 0,0%. Alcohol. Música. Aaaarg. Silencio. Amigos. Conversación. Casualidad. Silencio. Huir. Lágrimas desordenadas. Impulso. Arrebato. Sangre en las venas. Crash.... Principio vol. IV. Secreto. Piel. Besos. Silencio. Jugar. Silencio. Error. Ay. Final unidireccional.

Karen.

lunes, 29 de abril de 2013

Sonrisas de quita y pon.

Sé que hay quien lo pasa mil veces peor que yo, y que no me merezco ni siquiera la oportunidad de quejarme pero... Me encantaría dejar de ser yo por un día, sentirme en otra piel y saber cómo se siente el dejar de quererte. Uy, parece que ocultar cosas ya no se me da bien, eh. EH. Me estoy pasando.
Si es que...el problema es que siempre que intento ser mala y disparar, las balas acaban muriendo en mi pecho -que ya estaba bien muerto de antes-.
Lo dicho, me encantaría cambiar de vida por un día... Quizás así empiece a valorar lo que tengo. Y mientras esté ausente ¿alguien me echará de menos? ¿Me echarás de menos?
No. No. No. No. No. No. No.
Demasiada importancia.
Karen.

domingo, 28 de abril de 2013

El amor vale la pena.

"Que el amor valga la alegría, no la pena."
Acción Poética en Chile.

Literalmente hablando, el amor vale pena.

martes, 23 de abril de 2013

Todo el mundo es feliz.

A veces recuerdo lo mal que va todo y me pongo muy triste. A veces le doy al bondage y me ato pies y manos con miles de frases que en su momento tenían sentido.
18 días.
Un fantasma borracho se pasea por mi habitación y no me deja en paz. Por las mañanas me despierta gritando su nombre  y sale conmigo a trabajar. Me coge de la mano muy fuerte y todo el día anda susurrándome canciones tristes. De noche se lía pitis -con aliño- en un rincón y me mira mientras se coloca. Me sonríe, y pierdo un día más de vida cuando por fin cierro los ojos para dormir.
A veces se pasa con su dosis y me abandona un par de días. Y me siento igual de sola. 
18 días.
Si pienso que no es por él, entonces es por mí. Todo el mundo es feliz, y yo me sumerjo entre grumos de soledad, porque me da la puta gana. Algo falla y sólo puedo ser yo. 
Siempre que lo recuerdo, voy corriendo en busca de mi fantasma...y antes de empezar, me encuentra él. Me da un abrazo de esos que duelen, y me aparto porque sé que lo que viene después es húmedo y produce insomnio. Pero un abrazo es fácil de recordar, y el insomnio llega de todas maneras.
18 días.
Lo peor es pensar que ni es por ti, ni por mí. La culpa es de alguna fuerza suprema en la que a veces creo y a veces dudo, pero nunca niego. Se me encoge el corazón cuando pienso en la maldita mala suerte que tuve al coger el número perdedor. Entonces empiezo a pensar en cómo excusar a mis ojos cuando mañana por la mañana sean del tamaño de. De.
18 putos días.
Yo creía que una buena razón puede con cualquier cosa, que un motivo importante podría excusar guerras mundiales y perdonar pecados. Así que todo en mi vida tiene una explicación, algunas buenas, algunas malas, pero todas son razonables. 
Excepto tú. 
18 días, y 17 y 16...
El tiempo es una de esas cosas que no soy capaz de controlar. A veces me da por darme cuenta de que en nada tengo un año menos y que se me acaba el plazo para vivir lo que tenía planeado vivir. 
A veces me da por levantar la mirada, y no hay nadie.

Karen.





miércoles, 17 de abril de 2013

Oh no, nononononononono.

Por favor, no.
Paz es saber entender el silencio.

No sé para qué quiero paz si no podré sentarme a escribir.
La inspiración se me escapa y el vacío se hace tan insoportable que empiezo a desear que alguien me arrebate esta paz de mierda que hace que no quiera escribir. Pero.
Siempre he querido paz, y supongo que ahora que la tengo... quiero guerra. Quiero que me hagáis trazar cuidadosamente estrategias enrevesadas y tristes que terminen por hacerme daño a mí y sólo a mí, por el mero placer de sentirme viva, de que me crezcan alas y saborear la gravedad, de llorar con algún motivo de mierda, de escribir como escupiendo las espinas que tendré clavadas en el pecho, y de sentarme en el suelo de mi habitación y desear la paz (otra vez).
Karen.

miércoles, 10 de abril de 2013

El problema es que todos pedimos peces en lugar de aprender a pescar.

Se me antoja que esta canción sea diferente.
Siempre vengo aquí a hablar de mí -o a fingir que no hablo de mí- y hoy, sin miedo de parecer egoísta, cínica o como sea que se le llame hoy en día, me propongo a seguir haciéndolo. Pero antes que nada, quería decir que preferiría no tener que escribir nada. Porque escribir duele, pero no hacerlo también y de algo he de vivir.
Mi repertorio musical está inundado de lágrimas desordenas. Empieza fuerte, con un Robe vacilón y romántico -a su manera- que me recuerda noches de verano a las que volvería para no regresar, quedándome en standby, con mi ginebra, en la cuesta que hace esquina con mi casa. Continúa con el peor, el puto Sabina de las putas y el alcohol, los 19 días y 500 noches y las lágrimas de plástico azul. Sigue con mi querido Rulo, al que odio por todo lo que me recuerda; el Rulo que me pone la cabecita loca, el que me hace llorar...el Rulo que deseo olvidar, pero quiero. Después hay silencio, un vacío insoportable donde resuena el eco de un concierto escondido por la Plaza de Toros, de varias raciones de canciones tristes en el Fnac, de notas desafinadas en algún parque y de un Y si amanece por fin que está ivernando. De pronto vuelven los fantasmas y cada canción suena hasta sembrar mis mejillas, entonces suena algo de metal. Recuerdo que una vez le dije a alguien que lo malo de la música era la letra que la acompañaba... y le doy play a mis vídeos de Steve Vai. Entonces aparecen Melendi y el de las tortugas, y me doy cuenta que el problema de la música que realmente me gusta es que viene junto con miles de cosas que ya no deben gustarme. Y decido buscar nuevo repertorio. Y no encuentro nada. Y vuelvo a las andadas.
Quizás sea una observación insignificante y estúpida pero... Odio la música que me gusta, porque me hace que me entren cosillas en los ojos y acabo llorando (por las cosillas que me entran, claro). En fin, que hace que sienta. Y no quiero sentir. Y también odio no querer sentir. Y miento si digo que preferiría no sentir nada. Y que esto es una movida muy loca, oiga. 
Después decidí borrar del playlist a mi Robe y mi Rulo y a mi Sabina. (Aquí entre nos: no las borro, las guardo donde sé que las voy a encontrar). Y me pongo muy no-contenta. Y arrg#!@.
Pero un día como hoy llega a mis oídos una canción sin estrenar, una a la que aún no le he adjudicado ningún recuerdo, una que no tiene efecto alguno, una que es... simplemente, preciosa. Y quiero compartir ahora.
Y si alguien sabe cuales son esas 10 palabras, que las comparta conmigo.
Karen.

miércoles, 3 de abril de 2013

Standby.

El momento llegó, abrí los ojos.
Me di cuenta de la montaña de mierda y hojalata que tenía en mi forma de pensar, del susurro quedo que a medianoche me canta canciones tristes, de la película sin prota que me prometía ganar un Oscar. Me di cuenta de las noticias que nunca llegué a leer, del sin fin de recuerdos que eran en realidad un montón de basura, de la respuesta a mi pregunta de siempre, y... me di cuenta de que la esperanza no se pierde, aunque te estés muriendo de asco en el mismísimo infierno.
El problema es que no sé qué hacer con todo esto que he descubierto, porque el dolor pide dolor y yo, que tengo mucho, necesito más. El cariño dio paso al odio; y lo odio, cariño. Es una sensación desagradable, se me comen las arañas y los fantasmas me hacen burla porque les he cogido cariño. Me he hecho dependiente del sufrimiento porque ha penetrado en mi zona de confort, se ha sentado en el sofá y se lía cigarros mirándome con malicia.
Me di cuenta de la vida a la que le cerré las puertas, de las oportunidades que deje pasar, de la denuncia por robo de abrazos que gané y de las palabras bonitas (aunque falsas) que dejé de oír. Me di cuenta de la muralla que construí a mi alrededor; he leído que no hay que derrumbarlas sino saltarlas, porque no es saludable acusar a tu pasado de los problemas del ahora. La solución es avanzar, y crear raíces en otro territorio.
Me di cuenta de que existe un destino, de que siempre lo he sabido (pero he querido ocultarlo). Y por eso sé que todo lo que me ha pasado (... lo que no me ha pasado) es porque así debía ser, porque la vida está preparando mi vida, y sólo tengo que esperar a que llegue, sin quejarme por no tener la vida que yo había imaginado (la había pintado y con ello decoré mi zona de confort... y así estoy), sin llorar ni maldecir, ni acusarme ni acusarte. Y que... si te tengo que decir adiós, lo diré y me morderé los labios hasta sangrar para no decir luego un hasta mañana. Porque por morder tus labios...
Me di cuenta de mi lista de prioridades, y no me asombré al ver que sólo hay un nombre. Pero también me di cuenta del problema que supone y que debo hacer algo por reorganizar mis prioridades.
Y que si te tengo que decir adiós, espero que me lo prohíbas.
Karen.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Como a veces lo hice yo.

Ojalá que mañana empezara de cero, que me coja la mano y me diga que... 

Una vez leí que demasiado deseo entristece el corazón, y va a ser que es verdad. 
Ojalá que pudiera retroceder el tiempo, deshacer pasos y jugar a lo que quieras (menos al escondite). Ojalá que nunca hubiese probado lo que se siente al ganar. Y ojalá que nada nunca más sea en vano. 
He nacido para estar siempre en standby, contando estrellas las madrugadas de verano y nada más. No sé hacer nada más, ni me gusta esperar, pero acepto mi derrota como costumbre y... afino mi guitarra. 
Algo tuve que hacer mal en otra vida, o quizás en esta no me he portado del todo bien. Hay algo que falla, algo que no encaja, algo que, sencillamente, aborrezco. Algo que huele a pesadilla, a atún descompuesto y apesta a derrota. 
Y aunque a veces me parezca que no he vivido...
He aprendido a ser pañuelo. Me he inventado mil historias (de amor, y terror). He sabido esperar cuando no debía, y cuando debía, he caído en la más íntima locura. He encontrado el final del camino cuando apenas lo había comenzado, y por supuesto, lo perdí al caminar. He pasado quinientas noches en vela, mientras a mi ventana tiraba piedras la luna. He oído las más hermosas palabras, sin creerlas, desconfiando demasiado de la suerte que tenía. Ojalá hubiese sido valiente cuando correspondía.
He pensado demasiado en lo mismo, demasiado tiempo. 
Ojalá que... ojalá que dejara de desear tanto tanto tanto tanto. 
Ojalá que nunca hubiese conocido esas canciones, que se cuelan hoy entre estas letras. Ojalá que nunca me  hubiese tumbado en el suelo de mi habitación, ni hubiese cerrado los ojos para imaginar que volaba, mientras una luz naranja me esperaba en el escritorio. Porque seguro que no me esperaba, y me quedé para siempre en standby.  
Karen.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Las palabras estropean historias.

Estoy aprendiendo a callar. Te escucho con atención. No sé muy bien cual es el siguiente paso, y quizás no deba saberlo. Quizás lo mejor sea no hacer nada, y que resulte que siempre lo he estado haciendo bien.
Karen.

sábado, 16 de marzo de 2013

Supongo que esto es otra explicación.

De pequeña creía que si deseaba algo con mucha fuerza, se cumplía. Era mi manera de organizar el mundo, mi manera de explicarme que si no tenía algo era porque no lo había deseado con suficiente fuerza. De noche siempre estaba muy pendiente del cielo, no quería que pasase una estrella fugaz y desperdiciar mi oportunidad de pedir un deseo. Por aquel entonces, pedía las cosas según el momento, según mis prioridades del día (que antes cambiaban constantemente, y era feliz sin saberlo).

Recuerdo que una vez miraba al cielo, no para buscar a esas pequeñas cumplidoras de deseos, no. Miraba a la luna porque me parecía preciosa, tan redonda y brillante... Entonces de pronto, y sin que yo buscara, pasó un estrella fugaz. Ni lo pensé, deseé que al llegar a mi habitación y abrir el pequeño microondas de juguete (¡que tanto me gustaba!) hubiese dentro un trozo de luna -sí, era pequeña ¿vale?- Luego pensé que prefería que fuesen varios trocitos pequeñitos, porque me gustaría regalar algunos. Fui todo el camino a casa repitiendo mi deseo, con toda la fuerza que era capaz. En el fondo sabía que al llegar a mi habitación, no encontraría nada en el microondas, así que barajé la posibilidad de que estuviese en el horno, o en la nevera. Luego me surgió una duda de importancia, de esas que te hacen cambiar los esquemas y te llevan derechito a la locura. De hecho, fueron varias. ¿Quién entraría a casa para dejar los trocitos de luna? ¿Sabría " él" exactamente donde vivo? ¿Cómo lo sabría? ¿Será lo suficientemente rápido como para salir de casa antes de que lleguemos nosotros? ¿Qué les diría a mis padres si lo pillamos en plena acción? ¿A quién le regalaría los trocitos que me sobren? ¿Y si sólo se cumple el deseo con su formulación inicial, y sólo tengo un trozo? ¿El trozo sería de la parte de la luna que siempre se esconde, o todo el mundo me odiaría por hacerle un agujero al sol de la noche? 
Estaba loca por llegar a casa.
Lo primero que hice al llegar fue correr a mi habitación y después, muy lentamente, abrí el microondas. Y claro, no había nada. Busqué en otros sitios pero tampoco había nada.
Muy contrariamente a lo esperado, no sentí gran desilusión. Me busqué una explicación y seguí manteniendo mi postura de desear con fuerza para conseguir lo que se quiere.
Pero crecí. Mis prioridades se fueron concretando y terminé pidiendo siempre lo mismo, y cada vez que no se cumplía... buscaba alguna explicación, que acabó por ser la misma en cada ocasión.
Un día me cansé de buscar estrellas y me olvidé de que para conseguir algo es necesario desearlo con muchísima fuerza. Hoy en día, es mi excusa favorita para cuando no consigo cosas.

Os deseo -con mucha fuerza-  felicidad.
Karen.

jueves, 14 de marzo de 2013

Resignación.

Pero no lo sabes, y si lo supieras, ¿harías algo? 
Me sé la respuesta.
Quizás la solución sea no hacer nada. Optar por la callada. Esperar. Escuchar a mi maldita voz interna que sólo sabe llorar.
La sala de espera da verdadero asco, pero no existe otro sitio donde me dejen entrar.
Estaría genial tener un mando como los de la tele y adelantar hasta el siguiente capítulo.
Sólo hay un capítulo en mi vida, y siempre está por acabar. Si no fuese por mí, habría acabado hace mucho... porque la gente se aburre, se aburre de mí.
Tal sólo pienso en que me he rendido y.... ¡Seguro que hay una mejor solución, joder!
Me gusta pensar que hay algo bonito esperando por mí, y que existe un destino que hará que, sin tener que hacer nada nosotros, nos encontremos. Yo y mi momento. Mi momento y yo.
Pero no quiero pasar de página, porque en la siguiente no hay nada nuevo, y tú sigues siendo el prota (lo siento).
Las personas que más quieren son las que menos tienen.
Lo de querer sin que te quieran sólo funciona una vez.
Ya no sé lo que necesito, pero sé lo que quiero, y parece que lo que quiero no es lo que necesito. 
Karen.

martes, 12 de marzo de 2013

Ya no hay nada que hacer.

Nunca seré el prota. Nunca seré la inspiración. Nunca seré un motivo para dejarlo todo, ni unas ganas de. Nunca dejará de pasar el tiempo a mi alrededor, nunca dejaré de pasar de todo. Nunca será por siempre.
Nunca seré feliz por naturaleza. Nunca serán las cosas como yo quiera. Nunca seré tú, ni ella. Nunca seré diferente al resto. Nunca habrá una tercera parte, ni un volver a nacer, ni un mereció la pena. Nunca me vestiré de blanco, ni tendré una cuenta bancaria compartida, ni me despertaré por el olor a café. Nunca seré algo de nada. Nunca me perdonaré. Nunca supe esperar, y nunca dejaré de hacerlo. Nunca me parecía poco tiempo cuando aún me quedaba. Nunca es el asfalto de las calles de Madrid. Nunca es el silencio. Nunca es callarme y nunca es para siempre. Nunca seré una película, una canción, un poema, una carta. Nunca seré la mitad de la naranja. Nunca haré limonada con los dichosos limones. Nunca seré la pesadilla de nadie. Nunca será para siempre. Nunca aprenderé que el error fue mio. Nunca debí querer. Nunca debí ya no querer. Nunca debí hacer una mierda. Porque aun no he nacido, espero.
Karen.

domingo, 10 de marzo de 2013

La vida es menos puta si estás a mi lado.

Hmmm, libertad.
No hace falta que me quite tus cadenas para sentirme libre. Tampoco me hace falta volar, o hacer todo eso que me dice la gente (¡qué sí, que tenéis razón todos, hostia!).
De cuando en poco el Jefe me hace un regalo y dejo de querer controlar todo lo que hago, ¡me suelto el pelo!, me emociono y soy yo. Pero nunca me quita las cadenas. Quizás sea que no estamos hechos para ser libres todo el rato, porque entonces no apreciaríamos esos momentos y si alguna vez nos ponen cadenas, nos pesarían mucho más que ahora. O tal vez soy yo, que no me lo merezco.
Quizás me acostumbré a las cadenas, y les cogí tanto cariño que si me las quitan, las echaría en falta. La gente me dice que sólo yo soy capaz de quitármelas, yo digo que fui yo quien reforzó las ataduras.
                                             "Yo muero de inanición, tú ofreces migas de pan. Cuanto más hablas de amor, más no te quiero escuchar."

Karen.

lunes, 4 de marzo de 2013

domingo, 3 de marzo de 2013

La vida está hecha de trocitos de algo.

El problema es querer descubrir ese algo, porque todos sabemos que no merece la pena justificarse tanto. Al fin y al cabo... ¿qué ganas?
Y yo...aquí hablo de muchas cosas, pero en verdad no tengo idea de nada. Todo lo que sé me lo enseñaron los sueños, y de los sueños aprendí que cualquier parecido con la vida real es pura coincidencia. 
Mis pesadillas no siempre vienen de noche, por eso he pensado que debería estar preparada para atacarlas en cualquier momento y sea cuando sea, pero ya se me están acabando los recursos...
A veces optar por la callada es la mejor de las opciones, y yo debería recordarlo más a menudo.
No intentéis nada, hacedlo. Nadie espera a nadie.
Karen.




jueves, 28 de febrero de 2013

Somos insignificantes II

¿Si pudieses olvidar un fragmento de tu vida, un suceso o una persona...qué sería? A mí me gusta pensar que no hay nada que quiera olvidar, pero ahí estás... gritándome que te olvide. Y eso...duele.
Y si lo hiciera, ¿qué me quedaría? 
Te invito a que no me dejes cambiar de opinión, a que me dejes ser yo (contigo) y a lo que surja. 
En otro orden de las cosas, la poesía es una exagerada y una puta. 
Karen.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Somos insignificantes.

A la gente le importa una puta mierda todo lo que hagáis por ellos, sólo recuerdan lo último que haces. Por eso es importante que al despedirte de alguien le des dos besos y un abrazo.
Karen.

martes, 26 de febrero de 2013

Ahora es demasiado tarde, búscate otro perro...

...princesa, me dije.
Pero ni soy princesa, ni ninguna de esas preciosas canciones son para mí -aunque me gustaría-. En realidad soy la mala del cuento, la bruja de uñas largas, pantalones ajustados y hierro en las mejillas. Soy la que tuvo su momento de gloria y al final se queda sola viendo como el príncipe se va, a lomos de un caballo blanco, con su princesa. Me pondré mis zapatos de tacón y encenderé un canutillo mientras los veo marchar.
No me preocupa no ser la princesa, siempre y cuando sepa ser la más mala de todas las brujas y no cometa el error de probar la manzana a la que yo misma he echado cicuta.
Ser mala tiene sus ventajas. La gente no espera nada de ti, así que da igual que hagas las cosas mal o te pases en la dosis de veneno. Da igual...¡porque te odian! A nadie le importa lo que le pasa a los villanos, son la escoria, el obstáculo entre los amantes, la mierda cantante y danzante, porque las brujas no tenemos ni sentimientos ni corazón, ¿no?
¿Nadie ha pensado que tal vez los malos seamos así porque fuimos buenos una vez y alguien fue malo con nosotros?
Es venganza. No queremos compasión, queremos la justicia por nuestra mano. Queremos que por una vez en la historia el príncipe se quede con la bruja, coman perdices y sean felices en un piso del centro de Madrid, lleno de niños con piruletas y caballitos de cartón. Mientras de fondo suena Sabina y lloramos un poquito.
Karen.

domingo, 24 de febrero de 2013

Importancia y necesidad.

   "Al camino recto, por el más torcido, vengo derecho a hablar contigo, de
 nuestros defectos constitutivos." 
Llega un momento en el que ya no puedes, o no eres capaz, de decir nada. En el que todo sobra y lo importante pasa a un segundo plano porque lo necesario escasea y haz de conseguirlo. Un momento asqueroso que te atrapa con sus uñas de puta barata. Los ojos se te emborrachan de sustancias letales y no te sale nada derecho. Temes seguir viviendo pero alguien te prohíbe morir. Ese alguien no te importa una mierda, pero finges que sí porque lo que sí te importa es una gran mierda. Me da miedo que cuando deje de ser una mierda... ya no me importe; no me perdonaría jamás haber aguantado tanto para rendirme en el último momento. Porque...si me rindo, no volveré para atrás (al menos eso quiero pensar).
No quiero creer en lo que dice la gente, pero en el fondo sé que siempre han tenido razón y la seguirán teniendo. Tengo la oportunidad de unírmeles pero sigo aferrada a lo que nunca ha funcionado bien, a lo que me gustaría que funcionase, a lo que me parece bonito, a lo que me apuñala por la espalda y me roba...me roba todo.
Siempre fue algo triste, pero lo triste no es que ya no sea, sino que...si te da la gana de que sea, será. Porque siempre cumplo mi palabra, y una vez dije que te.....
Karen.


sábado, 23 de febrero de 2013

¡Qué tonto, si nunca hubo nada!

¿Qué decir? ¿Que el tiempo de los besos y el sudor es la hora de dormir?, ¿que las caricias se las guardas a tus muertos? o ¿que se joda el viento?
Todas las canciones hablan mejor que yo, y por eso no me gusta escucharlas. Pero lo hago. Lo hago porque huir nunca es la respuesta correcta.
Al callejón oscuro y sin salida le han crecido esperanzas y las he mandado a cortar porque no hacían juego con mi colección de tristezas.
El silencio es algo frío, un impacto frontal contra un bloque de preguntas sin formular, pero también es una estupidez, porque a nadie le importa lo que no se dice.
Harta que estaba de que siguieran creciendo esperanzas en mi callejón, mandé asfaltarlo todo, incluida la poesía. Murió. Su fantasma me persigue noche y día.
Me dijeron que no podía, y les creí.
Amor multiplicado por tres es igual a cero.
Todos mis barquitos de papel naufragaron; lloré lo mío y lo que nadie lloró.
Alguien secuestró mi felicidad y nadie quiso pagar el rescate.
Echo de menos algo que nunca he tenido, y todo lo que perdí.
¿Y qué más decir? Que necesito que...
Karen.


lunes, 18 de febrero de 2013

Soy un cuadrado.

Soy las cuatro esquinas de mi cama, la grieta con techos, la almohada llenita de sueños que no dan sueño y el frío infernal que por la mañana entra por la ventana. Soy un pensamiento bilateral y un índice de significación mayor que 1, un sin fin de números extravagantes sobre la pizarra y tres incógnitas y media. Soy múltiplo de cero. Soy los callejones sin salida a las cuatro menos cuarto de la mañana, el vaho de tus intentos de querer decirme algo, el tren que llega sin servicio y el enfado pasajero. Soy lo que queda en el fondo del quinto cubata. Soy una (cerveza) más, lo juro. Soy mis pasos torpes y una escalera...mis manos y el gatillo, un adiós y un hasta luego.
Karen.

domingo, 17 de febrero de 2013

Sólo conozco una canción.

Tenía una bala perdida -hecha a mi medida- y se me perdió, pero sigo teniendo mil historias encerradas en canciones que no son mías. La perdí en la guerra; tuve que usarla para para salvarme y sin embargo... muero.
Morir no estuvo tan mal, pero luego reviví, como por arte de magia, y todo se volvió triste y decadente. De todas formas doy gracias por seguir con vida porque dicen que la guerra está por acabar, y... sea cual sea el bando vencedor, me alzaré y gritaré que mereció la pena. 
Karen.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Yo pido que pidas.

Si pides amor, te lo darán; y si no lo pides, quizás. Pero pedir es difícil y todos queremos que nos pidan.
Los que nos cansamos de esperar y empezamos a pedir, lo pasamos putas porque pedir es agotador. Si siempre pides, nunca sientes esa satisfacción de sentirte querido, echado de menos y apreciado; nunca sientes esa sensación de ser importante y necesario. Y todos sabemos que esa sensación es la mejor de todas.
Bueno, entonces dejamos de pedir, cerrando este estúpido círculo vicioso sin escapatoria. Pero esperar también es agotador, ¿verdad?
Si me lo pides, te daré eso y más. Y si no lo haces, también.

Karen.

martes, 12 de febrero de 2013

Sólo nos pido paz.

Estoy procurando no volver a escribir en segunda persona, pero... Argg. Intento no salirme del guión, de al cerrar los ojos no ver nada y de escuchar música no sólo cuando estoy a solas, ya sabes. También intento no escribir demasiado triste, pero me he puesto a leer lo que escribía antes y...¡vaya!

Antes todo era como flores de porcelana, con un deje de falso. Demasiado brillante, pero precioso. Antes me gustaba, pero tenía miedo. 
Ahora todo es como de cemento, completamente real. Demasiado gris, demasiado duro, demasiado triste. Ahora me sigue gustando, pero el miedo es diferente. 

Escribir en primera persona es como ir a un bar y contarle tus penas al barman entre birra y chupito. Ni te escucha ni le importa una mierda lo que le cuentas, ni tú te sientes aliviado al salir del bar a las cuatro de la mañana dando tumbos. Así que volveré a las andadas y a escribir en segunda persona, a hacer como si le escribiera a alguien y sentir que el tío del bar me escucha y comprende. A pisar el acelerador sin remordimientos y ser feliz porque...bueno, sólo porque sí. A escribir versos de agua y fundirme con ellos, y a llorar ¿por qué no? hasta quedarme dormida. A retroceder miles de pasos, sólo por el placer de sentarme a escribir, luchando por ver lo que escribo a través de mi propia lluvia. Volveré a ser yo, a que me importen las cosas y mentir diciendo que no, a fingir alegría e indiferencia. Volveré al principio de todo, porque los principios siempre son más bonitos que los intermedios, y de los finales ni hablar. 

Karen.

lunes, 11 de febrero de 2013

domingo, 10 de febrero de 2013

Historia de un error.

Me gustaría ponerme a escribir un día, después de muchísimo tiempo sin hacerlo, y sólo ser capaz de decir mereció la pena. 
No estoy segura de qué estoy sacrificando, haciendo o intentando, pero sé que me gustaría que fuese por algo, porque las cosas que hago en vano nunca me han sentado bien. Aunque la verdad es que nunca he sido de hacer muchas cosas. Con gran pesar, he de admitir que se me va la vida por la boca, y que creo firmemente que si deseo algo...no he de hablar sobre ello para que se cumpla. Sin embargo, hablo de todo lo que deseo, porque no puedo evitarlo y al final acabo perdiendo. No es que sea supersticiosa, la experiencia me ha enseñado. Será que me gusta perder, digo yo.
No me estoy autocompadeciendo. Simplemente, es mi manera de decirme ¡BASTA YA, REACCIONA, CAMBIA! para luego no hacerme ni puto caso y volver a las andadas...me conozco. De todas formas a quién le importa.
La vida son cuatro birras y un tango descompasado, manos vacías, ganas de perder y una botella medio llena. Es un cúmulo de leyes físicas y neutransmisores, un sin fin de posibilidades y un cometa atado al suelo. La vida no es más de lo que aparenta, y aparentemente no sé qué coño es.

Karen.

lunes, 4 de febrero de 2013

Siempre hasta la vista.

Lo que más odio de viajar es hacer el equipaje. Meter todo en un espacio aparentemente pequeño y luego irme...sin más.
No hace falta irse muy lejos, de hecho...no hace falta moverse. Tampoco hace falta tener maletas ni ropa que meter.
Lo que más odio de viajar es prepararme para el viaje (porque los únicos viajes que molan son los ilegales).
Quisiera no tener que viajar nunca y sin embargo, lo hago demasiado a menudo. Vivo entre despedida y despedida, y sólo agito la mano de derecha a izquierda indiferentemente hasta que se cierran las puertas del vagón y ya entonces se me salen las lagrimillas. Porque se supone que soy una tía dura, y llorar no va conmigo. Se supone que no me importa nada, que practico la ataraxia, que todo lo perdono y que siempre tengo la culpa de todo. Se supone que no debo suponer, pero ya es un hobby.
Lo que más odio de viajar es llegar al sitio nuevo y darme cuenta de lo mucho que me gustaba el sitio anterior. Y tener que regresar otra vez porque soy incapaz de pensar en otra cosa.
Lo que más odio de viajar son las noches sin dormir.
Si viajar no fuera tan fácil, no lo haría nunca y pretendería crecer en un sólo sitio, echar raíces y quizás alguna flor. Pero cuanto antes asumamos lo que hay, menos tiempo perderemos en intentar cambiar lo que no se puede cambiar.
Lo que más odio de viajar, es tener que hacerlo sola. Aunque de todas formas, siempre regreso.

Karen.
Tranqui, que estoy muy bien. 

jueves, 31 de enero de 2013

La vida tampoco es para tanto.

Lo admito, me aburre vivir. Me cansa el no hacer absolutamente nada emocionante. Me preguntáis qué es vivir y te diría que...bueno, que no estoy muy segura. Me hace falta que me pasen cosas, no causarlas... Siempre que me pasa algo es porque lo he causado yo (aunque no lo parezca -es que soy muy discreta-) Quiero que no me dejéis en paz, que invadáis mi territorio, que me abracéis y me quitéis este absurdo miedo a los abrazos. Quiero que os acordéis de mí no sólo cuando me muera, sino todos los días antes de ese día. Quiero dejar de ser un mero espectador y pasar a ser un personaje. No me pido ser el prota, ni tener un papel importante, quiero ser ese que sólo sale en una escena pero que le da sentido a la película, ese del que todo el mundo se acuerda al salir del cine. 
Quiero organizar mi rabia y que me defiendan la alegría, porque harta que estoy de defenderla yo.
Vivir no es para tanto. Ni difícil ni espectacular. Es sólo un cuenco de cerezas, te las comes y se acabó lo que se daba. Pero dicen que mola, que es divertido...por eso sigo aquí, esperando el gran momento. Y mientras espero, me voy a dormir un rato.

Karen.