Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

viernes, 24 de agosto de 2012

Los besos se dan por la noche.

Cuando algo increíble pasa una vez, es una casualidad digna de encerrar en una de esas bolitas de cristal donde siempre está nevando, de esas que venden mucho en navidades. Es una cosa que si pasara de nuevo... no sería tan increíble, y por eso mismo nunca ocurre.
Cuando el destino se pone a jugar y de pronto te ves protagonista de una hermosa cadena de coincidencias increíbles... empiezas a creer en algo. De pronto tienes frente a ti varias de esas bolitas de cristal, todas diferentes. Eres feliz. Entonces empiezas a sospechar. Tiene que haber una explicación para cada coincidencia, ¿no?
Cuando te acostumbras a lo increíble, cuesta trabajo no creer que todo lo que te ocurre es parte de un ingenioso y elaborado plan para que seas feliz. Pero ya se te hace extraño, sospechas aún más, un nudo se te instala en la garganta llenándose de bilis, tus lagrimales entran en sequía, la boca chirría al intentar hablar... Y cuando los besos sólo son por las noches, es una puta coincidencia. 

Karen.

martes, 14 de agosto de 2012

Y luego...¿qué?

Lo más bonito de mentirte es que sabes cuando lo hago, y que finges que me crees, y que yo hago como si me hubieses creído. Todo está en perfecta armonía; una esfera platónica que gira, víctima de la inercia. Mirarte a los ojos y no poder quedarme callada, sentir cómo el silencio teje su telaraña y nos distancia, y aliviarme cuando te das cuenta, cuando soplas y la telaraña pierde consistencia. 
Hacer sólo lo que odio, y no decir las cosas que me apetece decir... Decir no innumerables veces y arrepentirme unas infinitas veces más. Pero a veces soy demasiado valiente, y con mi espada de madera pretendo hacer mella en tu corazón de hierro... tatuandote ese que no paro de repetirme en sueños. Sueño que pierdo. Entonces me hundo en el hormiguero, y me enfrento con gente de mi tamaño.  
Lo más bonito de perderte será lo que escriba los días siguientes, porque alguien dijo alguna vez que sin tristeza no hay poetas. Y aunque no sea poeta, perderte será una tristeza muy bonita. Te recordaré como el que me enseñó a escribir, como el señor que me hace llorar si llora, y como el imbécil más simpático que he conocido jamás. Seguramente me recuerdes por esto, y sólo por esto... que, al fin y al cabo, es una mentira más. 
Pero dime: ¿qué pasa luego? ¿qué viene después del punto y final? 

Karen. 

lunes, 6 de agosto de 2012

Mirando la nube que dejamos de imaginar.

Ya te haces mayor, ¿no crees?
Has cambiado el verde por cualquier otro color, siempre y cuando la esperanza no esté implícita en él; el blanco es un buen sustituto. Ahora todas tus camisas son blancas, impolutas de cualquier sentimiento; no te hace falta cargar con más, el sentido común es suficiente para hacer pasar las horas y morir cada día un poquito más.
Dejaste de bailar, y de mover los pies cuando en tu cabeza sonaba alguna de esas estúpidas cancioncillas de verano. Recogiste esa botella medio vacía que seguía bajo tu cama y la echaste al contenedor verde (¡qué esperanzador!) Dejaste de llamar a ese amigo, temías que se gastara por el uso. También dejaste de saludar a tus vecinos, ya no les encuentras la gracia. Olvidaste esa promesa que le hiciste a tu padre. Olvidaste dejar la ventana de tu habitación abierta, para que el valiente príncipe o princesa pueda ir en tu rescate. Incluso dejaste de fumar, porque... fumar puede matar. ¡Pero, mírate.....!
No sabes por qué, pero ayer mirabas al cielo y había nubes aunque fuese el más despejado de los veranos... Todas las nubes tenían formas, colores, incluso olores y sabores -¡olor a ti!- Ahora si ves el cielo y está despejado, obviamente no verás nubes. Las has matado, mientras te matabas a ti.
¿Qué has hecho?