Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

jueves, 31 de enero de 2013

La vida tampoco es para tanto.

Lo admito, me aburre vivir. Me cansa el no hacer absolutamente nada emocionante. Me preguntáis qué es vivir y te diría que...bueno, que no estoy muy segura. Me hace falta que me pasen cosas, no causarlas... Siempre que me pasa algo es porque lo he causado yo (aunque no lo parezca -es que soy muy discreta-) Quiero que no me dejéis en paz, que invadáis mi territorio, que me abracéis y me quitéis este absurdo miedo a los abrazos. Quiero que os acordéis de mí no sólo cuando me muera, sino todos los días antes de ese día. Quiero dejar de ser un mero espectador y pasar a ser un personaje. No me pido ser el prota, ni tener un papel importante, quiero ser ese que sólo sale en una escena pero que le da sentido a la película, ese del que todo el mundo se acuerda al salir del cine. 
Quiero organizar mi rabia y que me defiendan la alegría, porque harta que estoy de defenderla yo.
Vivir no es para tanto. Ni difícil ni espectacular. Es sólo un cuenco de cerezas, te las comes y se acabó lo que se daba. Pero dicen que mola, que es divertido...por eso sigo aquí, esperando el gran momento. Y mientras espero, me voy a dormir un rato.

Karen.

martes, 29 de enero de 2013

Flores y corazones.

Siempre ha sido así.
Esperando se escribe más bonito. 
Ahora, evaluad si queréis escribir bonito o tener algo por lo que no valga la pena perder el tiempo escribiendo. Aunque... de flores y corazones también se escribe bien.
Las flores sin corazones son flores grises, elegantes, con aires de luto y apestan. Pero son flores, y nadie le hace feos a las flores. Lo corazones sin flores, sin embargo, son igual de válidos que los que llevan flores y te dedican te quieros. Ambos juntos son, quizás, un idealismo idealizado.
No digo que no crea en ello; digo que nadie vive en una película y que al final todos acabamos teniendo vidas inquietantemente iguales, soñando con ese momento de hace muchos años que quizás pudo cambiarlo todo, mientras tecleamos vagamente un sin fin de sinsentidos en el típico ordenador de oficina de la típica oficina  donde te obligan a ir en corbata. Aunque claro, siempre hay excepciones y todos queremos ser esa excepción.
Todos queremos que nos encuentren. Asquerosos conformistas. Todos queremos que nos entiendan sin tener que dar explicaciones. También queremos que todo sea tal cual imaginamos, que no haya sorpresas ni imprevistos (a no ser que sean para propio beneficio). Todos hemos querido ser astronautas, y nos hemos conformado con volar echando raíz en un sitio seguro. Todos hemos soñado con hacer grandes cosas, y todos nos hemos inventado las mismas excusas para no conseguir nada. Todos queremos flores y corazones... Todos tenemos un casi bajo la almohada... Todos acabamos muriendo.

Karen.

viernes, 25 de enero de 2013

Dolor de déjà vu.

El sexto sentido de los cojones lo tengo muy desarrollado contigo. Y no sé cómo, pero siempre acabo sorprendiéndome. Noto los síntomas y me ato nudos a la garganta para no gritar. Entonces respiro y se me pasa... No, en realidad no se me pasa. En realidad me entra el pánico porque sé lo que está por venir, porque no es la primera ni la segunda vez que pasa, y porque ya soy un poco inmortal por haber muerto tantas veces de la misma manera.
Es una sensación extraña. Es como si me hundiera y sintiera el aire acabarse poco a poco... pero a sabiendas de que gané, de que yo tenía razón: pasaría. Y no hice nada por evitarlo...
No hice nada por evitarlo porque, ¡coño!, porque no sabía cómo.
A veces, si eres un buen observador, no es necesario que te confirmen hipótesis.
Siempre que vuelve el déjà vu me entran unas ganas increíbles de estropear lo que me queda de lo que más aprecio, de tirarme con ello por la borda. No sé, de vender mi corazón por algo que me sea más útil. Pero no sé que mierdas pasa que siempre acabo igual, a medio camino entre sé lo que pasa y no quiero aceptarlo.
No sé qué veis cuando me miráis, pero yo cuando me miro al espejo no veo a nadie. Quizás una buena ración  de canciones tristes.
Me hubiese gustado nacer oruga, hacerme mariposa, conocer mundo y morir a los pies de una farola.

Karen.

domingo, 20 de enero de 2013

Ser feliz da miedo.

Así, sin motivo, empiezas a llorar. Has perdido. Has perdido. Has perdido.
No sé por qué siempre escribo en tercera persona cuando en realidad estoy hablando de mí, pero supongo que en el fondo no quiero escribir sobre mí. En el fondo no quiero ser así, ni sentirme así. Pero es lo que soy y no puedo hacer nada por cambiarlo. 
Siempre he sabido que tras un día bueno viene uno malo, pero este día malo se está extendiendo demasiados meses. Se está haciendo parte de mí y empiezo a no querer ser feliz. Deseo estar sola para no tener que aguantarme las ganas de llorar, y por las noches...poder hacerlo sin pretender que no lo hago. Deseo no hacer otra cosa que no sea hurgar en mis recuerdos y ponerme más triste. No es que sea masoquista, es que ya me da miedo ser feliz. 
Debería borrar todo esto. 
Yo soy feliz estando triste porque así,  lo único que cabe esperar es la felicidad. O quizás algún rescate. 
Me hace falta una droga muy muy fuerte, o neuronas nuevas, o una máquina del tiempo. Tal vez un trabajo y una moto. Y crecer. Necesito alguien que me diga quién soy y por qué coño estoy aquí, un mapa y una brújula, o tal vez una bruja que me lea la fortuna. Necesito llorar sabiendo que me he caído de verdad, no por estar imaginando cosas. Que, la mayoría de las veces acierto y he ahí lo más triste de todo: aún sabiendo que había dinamita, me senté a disfrutar de un buen porro. 

Karen.

viernes, 18 de enero de 2013

Los deseos no se cumplen, pero no me olvides.

Sentir cosas está bien, y sentir cosas de más, es soportable. Pero sentir tus cosas y las de otros no tiene eficacia biológica. Aunque, sinceramente, da igual, porque somos masoquistas y vamos derechitos hacia la autodestrucción a base de infelicidad inducida.
Como si no fuese suficiente que el chocolate engorda, que las drogas matan y que el amor no existe...vamos y nos ponemos a quemar neuronas. Sacamos conclusiones absurdas que no sirven para nada que no sea amargarnos esta estúpida existencia y escribir algo ligeramente aceptable. Pero en fin, divertíos. No hagáis nada por cambiar nada porque...¿a quién le importa? Sois esclavos del placer, las oxitocinas os pierden y vivís esperando más. ¡Nunca sois felices del todo! ¿No? Bah, humanos. Y me quejo porque soy una más, no por otra cosa. Siempre he sido una más.
Sentir cosas es normal, lo importante es saber qué hacer con lo que sientes. Mira, lo metes en una cajita, le pones un lindo lazo rojo y lo aplastas con el tractor que previamente has robado. Es simple, y funciona porque lo simple siempre es la respuesta correcta.
Sentir que has hecho las cosas mal y que ya es demasiado tarde, quizás sea mi sentimiento más frecuente. Supongo que a base de ensayo-error, daré con la droga adecuada.

Karen.

Los deseos no se cumplen, pero "no me olvides". Ja.

jueves, 17 de enero de 2013

Taquicardias del día a día.

A veces creo que escribir me da paz, y por eso escribo con tanta frecuencia. O quizás debería hacerlo más... 
A veces creo que lo sé todo, que estoy dentro de cada una de vuestras mentes (en unas más adentro que en otras) y que os escucho pensar. A veces acierto, muchas veces no, y otras miles nunca lo sabré. 
Y a veces sé con certeza que me falta valor y me sobran ganas de querer controlarlo todo.

No siempre escribo cosas que me gusten, pero definitivamente lo hago por algo. Hace poco tiempo decidí dejar de hacer cosas con fines específicos, pero escribir es una de esas cosas que si no tienen un fin, no son nada.
He de recordar cosas que me he dicho anteriormente: la poesía acabó el mismo día que descubrí que no todos los días son iguales.

Karen.




miércoles, 16 de enero de 2013

El superpoder de las :)

Las cosas aparentemente fáciles son esas que todo el mundo sabe que son difíciles, y son esas mismas que te acojonan de miedo. Por eso siempre le doy cuatro vueltas y dos hostias a todo. Bueno... si bien a todo no, a casi todo. Pero las cosas aparentemente difíciles son, en definitiva, difíciles. De todas maneras, no se pierde mucho tiempo en darle vueltas a las cosas, y como encima es gratis...¡venga, adelante!, en fin ¿por qué no?
Cuando tengo algo tan fácil frente a mis narices, me pellizco para comprobar que no estoy soñando. Luego me arrepiento porque ¡auch! duele, pero bah... algún día será un sueño y me daré las gracias por ese pellizco. Y sí, digo "algún día" aunque sepa que es una expresión de mierda.
En otro orden de las cosas: llama a las cosas por su nombre y triunfarás. Y, por supuesto, está de más decir que esta es una de esas cosas aparentemente fáciles.

Todo esto viene a cuento porque yo creía que ser un escorpión era lo mío, que encima de fácil (sin aparentemente) era lo que se me daba bien, y resulta que se me da la pena de mal y que yo lo que quiero son flores y corazones.

Lo del título es el prefacio de otra historia.

Karen.


domingo, 13 de enero de 2013

Nunca decir adiós, siempre hasta la vista.

No me he despedido de ninguna manera, pero ese aire nostálgico me resultaba demasiado premonitorio, y cuando vi que alguien se alejaba, supe que era una despedida. Es una de esas veces en las que te vas sin hacer el equipaje, cargando sólo con ese nudo mal atado de la garganta que pretende retenerte las lágrimas.
Entonces comprendí que mi vida no son las páginas de un bonito libro, pero los días pasan igual que las hojas de uno cualquiera.
Me recuerdo a mí misma, un día, sentada en el suelo del autobús, leyendo un libro cogido de la biblioteca (que eso tampoco era para siempre), con el pelo cubriéndome los ojos porque la noche anterior no había podido dormir y pensando en todo menos en lo que estaba leyendo. Ahora pienso que ahí empezó todo, realmente.
No diré eso de "tampoco es para tanto", porque sí lo es, ¿vale?
No me he despedido porque no he querido (tampoco tengo el valor necesario), pero si me obligan... he de hacerlo. De todas maneras, no me despido con un adiós porque sé que la vida son tres estúpidos ciclos que se repiten insanamente hasta la muerte. Y porque... tengo que aprender a reír con los recuerdo bonitos, en lugar de llorar por todos, y porque un hasta la vista es bastante esperanzador.


Paz, Karen.

viernes, 11 de enero de 2013

La paz de un vaso vacío.

Tengo los pensamientos cubiertos de cenizas; y las cenizas, aunque sean de colores, siguen siendo tristes. 
Tengo los pensamientos llenos de rayas, y si no son blancas no es divertido. 
Tengo los pensamientos desordenados de tanto ordenarlos. ¡Maldita entropía!
Tengo los ojos rojos por no tener pensamientos en blanco. 

Karen.

lunes, 7 de enero de 2013

Cuando la paz pende de un hilo.

De tanto tirar la cuerda, un día se romperá y me daré de bruces contra el suelo. Luego de un tiempo prudencial de dos horas aproximadamente (lo he calculado), dejaré de quejarme de lo que duele y volveré a atar la cuerda -que ya tiene tantos arreglos que qué sé yo- y seguiré tirando, con más fuerza cada vez. Este proceso se repite incontables veces, y soy consciente de ello. Por eso una vez opté por quedarme en el suelo y no levantarme más, pero no me gustaba pretender que eso era lo que quería. Por eso opté por cambiar de cuerda, o por aflojar y dejar que tiraran de mí...pero parecía que nadie había al otro lado. Al final siempre acababa cayéndome o cansándome de tanto tirar. 
Mi nueva estrategia es no tirar, sólo sujetar la cuerda en perfecta horizontalidad; pero la costumbre me puede la mayoría de las veces y sigo tirando. 
Esta metáfora tan enrevesada es más simple de lo que parece.
En el fondo sigo esperando que tiren de la cuerda.
No sé para qué me hago estrategias nuevas si no las voy a cumplir.
Todo está muy bien, pero siempre he deseado una máquina del tiempo. 
El problema es que no sé estar sola a pesar de nunca haber estado acompañada. 
Sueño con hacer un maldita soga con esa maldita cuerda y... y. 
Al final siempre escribo como si fuese infeliz, aunque...aunque escribir es mal síntoma. 
Estar triste es muy fácil.Y sin motivos, ¡más aun!
La paz se me empieza a agotar, y lo noto. Nunca debí definir la paz, nunca debí darle las llaves de la cajita donde guardo la paz a nadie. Y nunca muchas cosas más, claro.
Paz es todo. Y me da igual lo que tenga que hacer para conseguir un poco. 
Bueno, ya han pasado dos horas...Marcho a seguir tirando. 

Karen.

domingo, 6 de enero de 2013

Si llevas un diario, NUNCA lo releas. Es consejo.

Yo escribiría aquí todos los días. No lo hago porque, extrañamente, no quiero resultar pesada....aunque sé que nadie os obliga a leerme. Es una movida muy rara. Pero tampoco lo hago porque no tengo nada especial que contar.
Buenas noches.
Karen.

viernes, 4 de enero de 2013

I don't have a gun.

...y gracias a Dios que no, porque la usaría. Una vez. Quizás. No.
Cada noche estaría bajo mi almohada, matando a cada sueño que se atreva a molestarme mientras duermo. La cargaría con balas perdidas y la acariciaría mientras contemplo mi traslúcida vida, llena de fantasmas que esquivan disparos. Prometería llevarla siempre conmigo, por si un día me da por rendirme. Creo que hasta le pondría un nombre y le explicaría cosas de la vida que ni yo misma entiendo, pero aun así lo haría porque es mi deber. Y aún a sabiendas de que no debo presionar su gatillo, me pasaría el día rozándolo y pretendiendo que soy mayor (mientras me fumo un canuto, por eso de la imagen). Tendría que aprender a controlar mi rabia (defendiendo la alegría) para no tener que pedir perdón después. Casi que sería divertido ver cómo la gente se aparta de mí; esta vez con un motivo tangible. Y digo divertido porque al reír también salen lágrimas y mola más. 
Si tuviese una pistola no me daría miedo la luz, pero la oscuridad seguiría quitándome el aliento. Sé que lo sabéis, pero es mi deber aclarar que: oscuridad es metáfora. De las grandes, de esas que abarcan tantas cosas que no pueden explicarse usando otra palabra. Una metáfora a la que, si pudiera, dispararía si tuviese una pistola. Aunque bueno, la oscuridad sin metáfora también me da miedo. Por eso no cierro los ojos durante demasiado tiempo, y por eso a veces me cuesta dormir. Supongo.
I don't have a gun, pero tengo un diccionario.

Karen.

martes, 1 de enero de 2013

Viajar en tren, en metro, en bus, en barco, en bici.

Lo importante es viajar.
"A veces me dan ganas de subir a un autobús y no bajar nunca más."
Quizás suenen violines y empiece de pronto a llover, pero esa frase no pretendía ser aguafiestas. No es melancólica ni nostálgica, ni siquiera quiere llorar. Esa frase está a favor de los caminos unidireccionales. Porque no hay nada mejor que saber hacia dónde vas, tener algo que leer en el camino y hacer un par de paradas para reponer energías y experiencias, sin olvidar hacia dónde vas. Eso es lo importante, saber que las paradas han de ser breves, lo justo para que te de tiempo de hacer algo que puedas contar luego a pies de una bonita chimenea, cuando llegues por fin. No debemos olvidar que la felicidad está en la sala de espera de la felicidad, pero a mí que no me toquen los cojones, si estoy en una sala de espera será porque estoy esperando algo y como mínimo debe ser mejor que lo anterior. Así que vale, de acuerdo, el camino es importante, pero no demasiado. Y este es el error humano más común, darle demasiada importancia al camino (porque alguien lo dijo una vez en la televisión, y debe ser cierto). No. Lo importante es ese momento al que no le dedicaste mucho tiempo; cuando, de pie en medio de tu habitación, pensaste que el medio de transporte era lo de menos y elegiste el primer destino que se te ocurrió (que casualmente, era el más barato). Pero, sea como sea, al final todo el mundo llega.
Incluso hay algunos que se salen del rumbo, y los ves corriendo tras el autobús pidiendo segundas y terceras oportunidades. Esos me caen simpático, y me río de ellos porque una vez me hicieron lo mismo a mí. Rencores a parte, todo el mundo llega.
No sé vosotros, pero yo voy en tren. No sé muy bien por qué pero al menos sí sé a dónde voy.

Karen.

23:55

Tengo 5 minutos para escribir una entrada antes de que deje de ser primero de enero oficialmente y sólo se me ocurre una cosa que decir: i win.