Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Cierto es, colega.

Este año ha sido el más largo y más corto, el más rápido y el más lento. Ha sido, sin lugar a dudas, el mejor y el peor (hasta ahora). Lo curioso es que el motivo de que haya sido el mejor, es el mismo motivo por el cual ha sido el peor año de mi vida (hasta ahora).
Todo lo que alguna vez has pensado, es cierto. Da lo mismo que hayas pensado en opuestos, ambos son ciertos. Hasta la mentira, en su momento, tiene algo de verdad. Y hay pocas cosas que me resulten más curiosas que esta; porque resulta muy fácil no creer lo cierto...y sin embargo la mentira no podría ser más creíble.
Obviedades a parte, la música es una más. ¡Cómo jode la muy puta, eh! Pensándolo mejor, esto es otra gran obviedad. Y si de obviedades hablamos... "confundí con estrellas las luces de neón", colega.
Este texto es otra gran obviedad. Me resulta muy difícil hilar coherentemente mientras escribo, porque para mí todo está relacionado.
Me pierdo entre las muchas cosas que tengo que decir, y me reduzco a las tres bobadas de siempre, porque me encantan, joder.
Yo es que he empezado viviendo muy flojito, hasta que ¡pum!, y anda  que pum... 
De pronto aprecio el silencio, de pronto ya no es tan feo. Resulta que ahora me gusta, pero aveces. Y sé que en unos días querré ruido, muchomuchoruido. Porque en este momento no hay sonrisas de Cheshire, ni hormigas de Buñuel, ni Magas y Olivieiras odiándose a la vez que se aman  bajo puentes de París. Y la verdad es que desde hace mucho que no hay más que hojarasca y café sin azúcar. Pero ahora, por un brevísimo momento, me he sentido como hace tiempo que no me sentía, escribiendo cosas que de verdad
dicen cosas, sin decir nada.
Y mejor me callo ya, antes de empezar a escribir peor.

Karen.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Te quiero, pero.

Sólo intento asumir mi papel sin salirme del guión. 

El mundo está lleno de valientes de pacotilla, menos mal que yo siempre he sido una cobarde de calidad. Las personas tienden a menospreciar la cobardía, diciendo que el que no nada se ahoga, que al que se duerme se lo lleva la corriente, pero..."el cementerio está llenito de valientes". Los cobardes pensamos antes de actuar, ¿¡qué de malo hay en eso!?
De todas formas, no he venido aquí a escribir sobre nosotros; he venido, sencillamente, a asumir lo que me toca y a sonreír. Porque se me han acabado las ganas de llorar y mis puños están muy apretados, tanto...que duele, y mejor que duela eso que otra cosa.
Recordad que un pero es un no con más letras, que no os engañen.
Una mañana me desperté y creí en un par de cosas, me fue bien. Otra mañana me pasó lo mismo. Y cierta mañana, ya no quería despertar porque sabía que todo lo que había creído era mentira. Yo creía que el amor era cosa de dos. 
Hoy me declaro en huelga y vuelvo a ser un infeliz con escuela. Siento al escorpión bajo mi piel, despertando de su larga siesta. Me sonríe mientras me dice "sabías que iba a regresar". Y en el fondo sé que viene para quedarse, porque el amor no es cosa mía, y se me da mejor ser un témpano de hielo que una persona normal. 

Karen.


lunes, 17 de diciembre de 2012

Escalofríos.

A veces creo que soy un témpano de hielo.
Me asusta mi capacidad de dividir, de decidir qué es bueno y qué es malo, qué debo o no debo hacer, y cómo. Me asusta cambiar mis esquemas.
Soy una guionista frustrada, me temo. Mis películas no son entrañables  ni consiguen emocionar a nadie. Son, simplemente, mi manera de organizar el mundo. Procuro seguir el guión son suma disciplina, y a veces me encuentro con actores rebeldes que se salen de lo previsto. Entonces me enfado.
Por más que me asuste, me estoy remodelando (cambiando esquemas aquí y allá) porque... más miedo me da la oscuridad, que siempre está sola.

Karen.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Defiende la alegría.

La paz es territorio privado. Sólo tú puedes hacerte feliz. En mi lugar feliz no hay paredes. Felicidad nivel: ataraxia. Puto equilibrio. Organiza tu rabia. La paz es azul, ni blanca ni pollas. Organiza tu rabia. Purpurina. La verdad es una puta. Es necesario fingir que somos felices. Precisamente por eso, aquello. Paz. Pensar está sobrevalorado. Pingüinos. No grites. Sonríe. Vivir es una jodida hipoteca. No nos gusta el tabaco, nos gusta consumirlo. La paz no necesita equilibrio. Colibrí. Mantén un tono de voz equilibrado y muéstrate seguro de ti mismo. El hombre cree porque lo necesita. Shh.

Karen.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Después de la tormenta, viene otra más.

La tristeza es líquida. Se expande por todo el cuerpo, ahogando tus ideas.
Bajo el agua, parece que todo va más despacito. Te da la sensación de que puedes aguantar la respiración eternamente, y cuando te propones respirar, ya te has ahogado. Y como ya no hay solución, no te esfuerzas por salir de ahí. Estás atado porque en realidad no quieres escapar. En realidad....en realidad no quieres nada que no sea que la marea te lleve. Sabes que al final desearás haber respirado cuando aún podías, pero...hay que vivir el presente, dicen.
Soy triste por naturaleza. Lo soy incluso cuando estoy feliz, porque así me hicieron y porque ¡la gente no cambia! Y porque...bueno, después de la calma vienen mil tormentas.
La tristeza líquida es fácil de contener. Pero la rabia. Esa puta es sólida y te golpea desde dentro, pide salir a gritos hasta que lo consigue, haciéndote daño a ti y a todos. Te oprime el corazón haciendo que la tristeza se te desborde a raudales por ojos. Entonces la tristeza se comprime y deja de ser tan controlable.

Karen.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Modelo de desequilibrio.

Consumido el último cigarro de la cajetilla, las ganas de volver a fumar son más fuertes. Si es invierno queremos verano, si es verano... invierno (¿de verdad? Pff). El chocolate sabe mejor, si es que eso es posible, tras una temporada a base de comida "de verdad". Una vez conseguimos llegar a la punta del Everest, nos preguntamos por qué coño queríamos subir -que no era para tanto- y nos proponemos saltar desde la estratósfera. 
Si mañana te privaran de respirar, empezarías a apreciar eso que tenías como una simple costumbre humana. 
Y, a todas estas, sólo creemos firmemente en algo durante un breve y simplón segundo, por eso de las dudas. 
Malditas putas dudas. 

Karen.


martes, 27 de noviembre de 2012

No te quedes en la puerta.

Sé que cuando fuera hace frío y crees que dentro hace demasiado calor, quedarse en la puerta parece lo más razonable (he aquí el equilibrio ese del que tanto os hablo). Parece que estando en la puerta logras estar en ambos sitios a la vez, pero en realidad no estás en ninguno. En realidad, quedarse en la puerta es peor que quedarse fuera, por más que llueva, relampaguee y todas sus consecuencias.
Quedarse en la puerta es de cobarde, y si eres el dueño de la casa y permites que alguien se quede de pie en  tu puerta como un estúpido...eres más cobarde que él y he de decirte (no lo hará nadie más) que ya no tienes solución. No puedes echarle porque está lloviendo y tienes corazón, y si le invitas a pasar... no lo hará porque es un cobarde. Caput, finished. Así es el mundo, y así son sus habitantes. Y no, no me excluyo de este término en absoluto. Es necesario que de vez en cuando seamos un poco sinceros con nosotros mismos y mandemos a las variables cognitivas a tomar por culo y al rincón de pensar. Que sí, vale, volverán...pero para entonces se habrán equilibrado todos los niveles vitales y volverás a ser el idiota que llama de madrugada para colgar sin decir nada. 

Nunca aposté por un lector de mentes, no me interesaba...pero ahora, me parece bastante útil poder optar por la callada y que todos me entendáis, y que tenga que dejar de hablar tanto para nada.

Karen.

domingo, 25 de noviembre de 2012

QUE NO, NO EXISTE.


Excusas vacías.

Oh Dios, odio los títulos.
Cada vez que comienzo a escribir me digo a mí misma ¡innova, habla de otras cosas, cambia! pero... ¡qué va!, al final siempre acabo en el mismo hoyo. Por eso ya no haré más esfuerzos por escribir diferente, ni por dominar mis pensamientos, ni tampoco por caminar sin mirar al suelo. El problema es que si no hago nada de esto... ¿qué?
Odio los títulos porque prometen, prometen que lo que viene a continuación es, como mínimo, igual de bueno...pero nunca lo son. Por algo el título de lo que nos ha tocado vivir es "vida".
"...nos ha tocado vivir" ¡Joder con el puto destino, eh!
Ah, ya no me gusta nada de lo que escribo, pero escribo porque tengo un título y una imagen bastante triste.

Estoy a poco de ser ese escorpión, y lo que más triste de todo es que lo supe desde un principio.

Karen.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Quisiera, a veces.

Hace tiempo creía que necesitaba una cosa insignificante para conseguir todas las cosas que de verdad merecen la pena. Hoy, viendo cuán insignificante es, comprendo que creí mal (aunque no del todo). Es difícil saber cuál de todas las cosas que ayudan a conseguir otras cosas es la que hay que usar para conseguir una serie de objetivos. Por eso, los humanos tendemos a simplificar y a usar las mismas opciones una y otra vez en todas sus variantes, sin atrevernos a ir más allá. Hay algunos que se atreven a llegar al borde del abismo, y por experiencia puedo deciros que acabamos cayendo. Pero, tranquilidad, dicen que siempre se toca fondo, y es entonces cuando miras hacia arriba y te das cuenta de que ahora el cielo está más lejos.
A veces, comprendes que todo lo que has aprendido no te sirve de nada, que al final lo único importante es lo que no aprendiste; precisamente porque lo que no aprendes es una constante en tu vida, un asunto pendiente, una incógnita para nuestra  mente curiosa. A veces comprendes que has crecido, y que ya no puedes jugar como solías hacerlo... cuando no te importaba romper los juguetes o incluso hacerte daño. Y a veces, pero sólo a veces... recuerdas que de todas formas vas a morir.

Cuando llegue la muerte, si pregunta, le diremos: mereció la pena.

Karen.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Maldito tiempo.

Ja. Jaja. Jaaa. Jajajajajaja.
Me propongo la amnesia.
Creemos en el destino porque hay que creer en algo.
No es necesario mirar con demasiado ahínco para darse cuenta de que este mundo se va a la mierda por culpa nuestra; por culpa de gente como tú y como yo, gente normal... Gente que piensa demasiado.
Cuando voy por la calle no veo individuos, veo pares de individuos. Lo veo todo desde la perspectiva de una presencia omnipresente y me veo a mi misma como el alfiler del pajar... Sí, ese que nadie encuentra.
Me propongo la amnesia.
¡Yo voto por un mundo sin variables cognitivas!, un mundo en blanco y verde en el que nunca haga demasiado frío o demasiado calor. Un mundo ruidoso y pequeñito, con muchos pingüinos y elefantes. Donde las drogas caigan del cielo y las estrellas hagan bien su trabajo. Voto por un mundo sin puntos medios, ni caminos que no lleven únicamente a Roma, donde crezcan jardines en los tejados y donde por fin podamos respirar por placer y no por necesidad. Un mundo regido por la inercia, por el oleaje, por el pasar de los segundos. Un mundo donde 40 días sean 2 minutos, o al revés. Voto por un mundo sin cabida a las dudas, un mundo aburrido... Un mundo sin matices ni errores que te hagan aprender, sin historias diferentes; donde no haya helado de fresa ni kiwi ni melocotón, solo de vainilla y de limón. Voto por un mundo feliz. Sí, feliz.

Karen.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Enhorabuena.

"Enhorabuena, amiga. Haciendo lo que has hecho, me has demostrado lo valiente que eres. Sólo por eso, hoy te has ganado mis respetos." Y bueno, yo sonreía amablemente mientras escuchaba. ¿Qué otra cosa podía hacer? Joder, me estaban dando la enhorabuena por estar triste.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Lo de vivir mejor lo dejamos pa' otro momento.

Comenzaré por decir que no pensar está sobre valorado. Bien, ahora vamos a lo importante.
He estado pensando que hay demasiadas pocas cosas importantes en mi vida. Esto supone un problema de dimensiones estratosféricas que no puedo controlar. Al fin y al cabo, las cosas importantes nunca dejan de serlo. Una de esas pocas cosas importantes es mi manía con los guiones. Es muy probable que cada frase que haya dicho alguna vez esté previamente elaborada con un suntuoso cuidado. La idea principal no suelo modificarla, pero he de admitir que las correcciones sólo me han servido para encaminar la conversación hacia un callejón sin salida donde el que acorrala soy yo. Es la idea que tengo de ganar. ¡Y lo hago bien! No sé por qué cojones al final siempre salgo perdiendo. 
Hmmm, me hago una ligera idea del por qué. La idea principal de escribir esto no era hablar de mí, de hecho, la idea era hablar del mundo en general. Porque me he cansado de escribir sobre el odio (a veces sobre el amor) y sobre la inmensa tristeza que acompaña a los días de lluvia sin ningún sofá ni botellas de vino. Sin embargo, heme aquí: sola, con calcetines dispares, una película cursidramática en pause, millones de ideas dándome vueltas en la cabeza, y hablando sobre mí. La diferencia es que no estoy a disgusto, es un verdadero alivio y placer estar aquí escribiendo sobre mí sin esconderme de nadie. Y si me encuentras, enhorabuena. 
Seguidamente diré que si no puedo dormir es exclusivamente culpa mía. 
Y para terminar, decir que hace un buen día a pesar de tener en el pecho un Everest a tamaño escala. 

Karen.

domingo, 28 de octubre de 2012

Café para cenar.


Éramos tú, yo y nosotros. Tres en dos cuerpos, cuatro ojos que se huían y nada al mismo tiempo.
Por circunstancias irrelevantes, acabé frecuentando ese café que hacía esquina con la calle en la que ese señor casi ciego y curtido de años, tocaba siempre aquel vals infinito.
Por circunstancias relevantes, un día escuché de ti; algo sobre un tipo que se quedó sin trabajo.
Entonces un día –no me preguntes cómo ni por qué- supe que eras tú cuando entraste por la puerta del café, frotándote las manos y maldiciendo al tiempo.
Yo estaba sola, tú pediste una cerveza y tu colega el dueño del bar te dio conversación.
El sonido del aletear de los pájaros del documental que pasaban por la tele, el toser de la cafetera con jubilación caducada, la corriente de aire frío al abrir y cerrarse las puertas, las cucharitas del café revolviendo el azúcar, las conversaciones triviales de a diario, alguna risa, las gotitas de lluvia estrellándose contra el cristal, el crujir de esas galletas, el rítmico pasar de las hojas del periódico, el golpeteo de los dedos en la mesa de aquel chaval sumido en su música…. Y yo estaba sola, y tú parecía que también.
El tiempo saltaba de día en día por las hojas del calendario; cual rayuela.  Y no sé qué pasó, ni si fue el destino o la casualidad… quizás fue el lazo invisible que me ataba a ti, pero me acerqué y empecé a necesitar olvidarte antes de conocerte.
No era demasiado tarde, pero en el cielo bailaba la Luna; y quizás fue por eso que nunca nos abandonó, y que cada vez que la veo, te veo y nos veo.
No recuerdo quién pronunció la primera palabra; tampoco recuerdo cuál fue. Recuerdo el temblor de las manos y el miedo acojonante que se me metía hasta en los huesos, que crujían y chillaban a cada paso. Quizás ahora te parezca una estupidez -¡cosas de niñas!-, y puede que pienses que exagero. O quizás pienses como yo y digas ¿cómo es que sentías todo eso antes de que nada pasase, y cómo es que cuando todo pasó dejaste de sentirlo? Tenía y aun tengo muchas preguntas, pero ya no necesito conocer las respuestas; y esa es la parte triste de toda esta historia.
Con el vértigo como bandera me senté a tu lado, guardé silencio y esperé; esperé mucho. De cuando en vez te girabas y me clavabas los ojos… era sólo un segundo, quizás menos, pero recuerdo muy bien la sensación que me dejabas en cuanto apartabas la mirada: era como si estuviese en medio del Mediterráneo a pleno enero.
Se me hizo costumbre sentarme a tu lado y dejar que el tiempo hiciese lo suyo: pasar. Y anda que si pasó.

Karen. 

sábado, 27 de octubre de 2012

¿Es necesario un título?

Todos somos esa mujer que, intentando que no se le note demasiado, da una fugaz ojeada a los titulares del periódico de su vecino del metro.
Sin ánimos de ofender a nadie, nos invito a pensar un poco de cuando en cuando... Dicen que es de lo poco que no causa cáncer, aunque yo no me lo trago.
A veces me apetece ser como Ignatius Reilly y, entre otras cosas, no querer no ser lo que soy. A veces me apetece viajar en el tiempo y cambiar algunos noes por síes, y talveces por jamases. A veces solo quiero dejar que me lleve la marea cada vez que vuelca mi barca, y no volver a subir en ella nunca más... pero sólo a veces.
Sabemos de sobra que la fe no mueve montañas, y sin embargo ahí estamos, creyendo fielmente en cualquier cosa con tal de que la responsabilidad no recaiga en nuestro hombro.

Desde hace ya una semana que escribo mentalmente, procurando olvidar el frío que hace mientras llega el autobús  No es por nada pero... tenía buen material. Y lo único que recuerdo es la triste frase con la que he empezado esta triste entrada. No recuerdo si significa algo o qué... Y he terminado por escribir esto, que sí que no tiene significado, por no escribir siempre de lo mismo. Y me ha salido mal... pero oye, yo lo intento.

Karen.

lunes, 22 de octubre de 2012

No vas a tener una vida en tu puta casa.

¿Cómo va el rollo ese de vivir? me pregunté mientras me quemaba los labios apurando lo último de mi cigarro mal liado. Tuve que liarme otro mientras meditaba la pregunta. Y, al girar la ruedecita del mechero, empecé a divagar buscando alguna respuesta no tan absurda. Lo primero que se me vino a la mente fue que estaría bastante bien encontrar una buena respuesta, y que debería ponerme a estudiar en este mismo instante. Seguidamente decidí no escribir sobre esto. Lo mejor será que deje de poner por escrito todo lo que pienso, me repetí cuatro veces al ritmo de las caladas. Y para cuando me quise dar cuenta, me había fumado el segundo cigarro antes de llegar a alguna conclusión. Quizás lo único que necesitaba era una buena jarra de cerveza, o quizás algo un poco más fuerte (o mucho). 
Luego pasaron unos cuantos minutos en los que, asombrosamente, no pensé en nada. En nada de verdad. ¡Oh, es increíble! Es como olvidarte de todo, de que respiras, de que tienes un cigarro entre tus dedos, de la gente que pasa por la acera de enfrente, de todas las canciones que has oído esa mañana. Es olvidarte de qué hora es, de dónde estás, de con quién y de cómo. Se trata de ocupar un espacio-tiempo y olvidar que eres humano. 
Pero claro, regresas a ese frío banco y te frotas las manos en un tímido intento por entrar en calor. Abres el libro por la página en la que habías dejado de leer y olvidas aquella pregunta estúpida que te habías hecho.

Karen.

lunes, 15 de octubre de 2012

Tengo una meta y varias metadonas.

Necesito un abrazo. Es así de simple, así de básico e instintivo. ¡Un abrazo! Sin florituras, ni hojarasca, ni adornos de navidad. Necesito un abrigo y guantes a medida.
Y mientras espero a las rebajas de invierno, tengo un plan. No es un plan demasiado efectivo -desde luego que no pagaría por él- tiene multitud de defectos y de efectos secundarios perjudiciales, pero... Necesitaba un plan, y sólo tenían ese. (Ahora entiendo por qué nadie lo compra).
Mi plan es simple, consta de una sola acción. Pero la acción es complicada. El punto es que mi plan necesitaba un abrazo, y yo se lo he dado.
Entre otras cosas, tengo nitroglicerina para el resfriado. Y aunque suene absurdo, funciona. Y aunque lo que escribo nunca tenga sentido más allá de las conexiones gramaticales y aunque probablemente sólo yo me entienda... ¡Feliz verano!

Karen.

viernes, 12 de octubre de 2012

Serendipity.

Entonces aparece alguien más infeliz que tú, y te sientes mal por haber creído que no eras feliz, por haber gastado tiempo y neuronas,  por haberte dejado las pelas en el bar de la esquina, por hacer llorar la guitarra y por... bueno, en fin, por creer que la luna era de queso.
Pero no puedes evitarlo, y sigues llorando.

Y mientras eso, se te ocurren miles de hipótesis inútiles. Intentas desesperadamente no olvidar ninguna de ellas mientras te las ingenias para diseñar experimentos que corroboren por lo menos alguna de tus ideas. De pensar en tantas cosas a la vez, acabaste por rendirle cuentas al sueño. Y pf, la verdad es que debería ser al revés.

Luego todo se va a la mierda.

Entonces aparece alguien por sorpresa. La verdad es que no tienes ni puta idea de quién es, pero llegó justo cuando debía... y eso no puede ser casualidad. ¿No?

Karen.


viernes, 5 de octubre de 2012

Habituación.

Tengo demasiado sueño como para escribir, pero desde hace días que... Demasiadas ganas de ir a dormir, pero me da miedo que...
Y ya no tengo demasiado de nada más. Pero tengo un poquito de paciencia, de sonrisas cuando estoy triste, de cerveza en mi nevera, un poquito de libertad y también un poquito de ganas de tener más. ¡Ah! y a veces tengo (hmmm) mucho ruido.
Tengo un nunca atorado en las neuronas eferentes y nunca hago nada... si no es porque es viernes, es porque es jueves, y si no, porque es miércoles, o martes o lunes. Porque tengo entendido que los sábado y domingos no se hace nada.
Tengo pesadillas para cada momento del día, de la noche, de la madrugada y a veces, de la tarde. Y no es que duerma mucho, ¡qué va!
Tengo nada y todo en el mismo bolsillo. Y si tuviese que elegir, me quedo con tener nada.
Sigo sin saber que escribir... yo sólo espero quedarme dormida antes de empezar a escribir de verdad... Cuando la prosa se hace poesía y las construcciones gramaticales dejan de tener sentido más allá de tú, más allá de yo, más allá de nosotros, de ellos, de vosotros. Cuando al final de cada fase no sabes qué más decir, porque ya lo has dicho todo, aunque sigues con esa estúpida sensación de que estás perdiendo el tiempo, porque... bueno, porque en verdad no has dicho nada.
Tengo prozac, por si me olvido de ser feliz.

Karen.

¡Vaya por Dios! Siempre escribiendo de lo mismo, eh.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

A decir verdad...

¡De esto que estás en la cama y te entra un sueño tremendo! Bueno, luego se acaba, son las cuatro de la mañana y te encuentras mirando al techo como un estúpido porque no te sale nada bien, porque no eres capaz ni de dormir si te da la gana y porque...bueno, porque eres estúpido, sin más.
Poco después el sueño regresa.... ¡Ay! pobre infeliz. Al final siempre regresa... por más insultos y maldiciones que haya hecho. ¿Será amor?
¡Será cabrón! Ahora me vuelve a dejar. Pero luego regresa, claro. Jugamos al pilla-pilla y al escondite durante toooooda la madrugada. Cómo me agota, jo. Si esto no es amor, me rindo.
A decir verdad... dispongo de más horas productivas que esos que duermen más de cinco horas diarias. Y a decir (más) verdad... las aprovecho peor.

Buenas noches.
Karen. 


martes, 18 de septiembre de 2012

A esta época de mi vida la llamaré...

De pronto sonó la estúpida alarma. De nuevo había olvidado que la había puesto. Maldita zorra. Mi corazón dio un saltó de gigantes y casi que veo cómo se me sale del pecho, por suerte es físicamente imposible, pero temo otro infarto. Sí, otro. Los infartos y yo vamos juntitos de la mano, tomamos una magdalena en el Starbucks de Callao, nos contamos mentiras y dormimos en camas separadas. Tenemos una relación especial de amor-odio y la verdad es que nos iba bastante bien, hasta que mi médico de cabecera me aconsejó una vida con menos sobresaltos y decidí que era hora de dormir por un tiempo. Bueno, me puse mis zapatos de dormir, conecté la alarma y por una vez en mi vida...dormí a gusto y feliz. Soñé pocas cosas pero ¡vaya! las volvería a soñar dos y dos mil veces.
Las cosas se complicaron y me fui haciendo parte del sueño, ya no distinguía la realidad de la mentira y... ¡joder, era una problema de importancia! Pero... ¿sabéis una cosa? No quería despertar, fue la estúpida alarma. 
Lloré. Quizás demasiado, pero es que el susto fue tremendo. De pronto me vi en mi cama, mirando el techo y con sed, preguntándome qué coño había hecho con mi vida durante ese tiempo y respondiéndome un sencillo "nada, pero ¿a que has sido feliz?". De pronto sólo quería un abrazo.
A esta época de mi vida, la llamaré puta zorra.  

Karen.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Malditas perras negras.

Escribir no es ningún método contra nada, pero he de confesar que ayuda un poco.
Para escribir bien hay que tener algo roto, y no me refiero a los zapatos. Hay que ser un desperdicio humano, un poeta moribundo, la desolación personificada... Hay que ser inmensamente triste. Para escribir bien hacen falta tres personas: el guapo, el malo y el tonto.
A los cobardes se nos da muy bien escribir. Bueno, siempre hay excepciones (véase: yo). Pero cuando escribo e imagino que me leéis... creedme, me siento un poco más valiente. Y la verdad es que ahora mismo no tengo nada que escribir, ni estoy inmensamente triste a pesar de tener algo roto, pero me apetecía escribir... Y es que la verdad es que no sé si me siento triste o muy feliz.

No os olvidéis de volar, Karen.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Desde ahí arriba todos sois igual de pequeñitos.


Ni puta de qué escribir aquí, pero oye... me apetecía. 

(La foto es mala porque la tomé yo. Y sí, ahí estuve yo una media hora, dando vueltas física y mentalmente.) 

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Quinientas mil razones.

Un motivo multiplicado por miles y miles de errores y ya tengo quinientas mil razones para odiarme.

Un adiós vestido de equipaje que rueda por las escaleras. Un semáforo en rojo. Una canción que llega tarde. Y un par de zapatos con las suelas desgastadas. 
No soy  buena para fijarme en todo; a veces no sé en qué año estamos... y me he saltado unas cuantas veces mi estación de tren barrabaja metro. Quizás no es el momento para decirlo pero... vivir no es mi cualidad más brillante (de hecho, dudo que sea una cualidad). Por eso me despido a menudo, no por otra cosa. Y aunque nunca sean despedidas de verdad, algún día podrían serlo. 
Me despido de las miles de razones que he ido acumulando sin esfuerzo alguno, porque si ellas no se van, lo haré yo. Me despido especialmente de mi razón número uno, esa que dice "las cosas son lo que parecen". 
Efectivamente, las cosas suelen ser lo que parecen, porque ¿qué hace una cosa fingiendo ser otra? 
Me despido de las noches en vela, definitivamente no me harán falta. También me despido de todos esos pensamientos que embarcaron en mi vela durante esas mil y una noches en el infierno... Quizás no debí decir infierno, porque no hacía calor.. todo era ceniza y frío, muchísimo frío. No fue tan malo, después de todo... era yo la que regresaba ahí cada noche. Sé que en el fondo me gustaba ir, y siempre me preguntaré el por qué. 
Me despido de las luces de neón, de los tacones, de las bolsas de hielo y las botellas. Me despido de ir gastando la vida que no tengo, de ir tropezando con la misma piedra... Aunque de la piedra no me despido, sé que lloraría y que si la dejo tropezaré con otra. Prefiero sujetarla muy fuerte entre mis manos, para no dejarla escapar y así evitar que me haga volver a caer. 
Prefiero no tener que despedirme de nada. Prefiero dejar de escribir esto y, sobretodo, prefiero dejar todo en su sitio... y que la inercia mueva la piedra que la gravedad puso en mi camino. 

Prefiero decir hasta luego.

Karen.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Como un perro Pávlov.

Si me dices ven, te diré que no seas estúpido y que regreses. 
Como lluvia ácida sobre el tejado y una plaga de los mil demonios, o como un rifle sin su guerra y una lágrima seca. Así te sientes cuando tienes que retomar antiguas malas costumbres.
Llevas casi dos días pensado sobre ello, los somníferos ya ni funcionan y la música vuelve a caerte mal. Pero sigues en tus cabales, ya no es como antes, cuando morías a diario y de noche te suicidabas.
Es un dolor como de déjà vu, ¿me explico?
Te lías un cigarro y descorchas una botella (etc) ...Escuchas su teorema y lo aplicas a tu problema. Hay que ser simples, responder al estímulo...como un perro Pávlov.

Karen.

domingo, 2 de septiembre de 2012

¿Soy yo, o me lo parece a mí?

Se trata de salir a la calle, de salirbeberelrollodesiempre y etc. Se trata de pisar a fondo el acelerador y que no haya nadie en el asiento de atrás del coche. De llegar a una estación de tren y pedir dos billetes de ida y ninguno de vuelta. Se trata de morirte un poco si hace falta; de revivir cada noche, en tu espalda.
Se trata de mezclar azúcar con sal.
Se trata de tocar las cuerdas hasta desafinarlas, de caer poco a poco en la locura y de no querer levantarse.
Se trata de respirar por gusto y no por necesidad.
¡Oh, por Dios! Se trata de morir con un cartel que diga demasiado tarde.
Es demasiado pronto para irnos a dormir, ¿o me lo parece a mí? Demasiado tarde para cuentos que me invento... Dicen los poetas que ¡qué poco dura la primavera! yo digo que les jodan y que a mí, lo que me mola, son las fresas con crema. Pero oye... que haya paz.
¿Me lo parece a mí o el amor ya no viene con forma de besos? ¿Qué fue de los ojos que se tocaban a escondidas, y que entre parpadeo y parpadeo, te robaban un beso? Me parece a mí (o soy yo) que el amor ahora es cosa de copas y luces, y con suerte dura hasta el amanecer. Soy yo (o me lo parece a mí), pero creo que el momento de los besos y el sudor ha perdido los besos y multiplicado el resto... que el guiño de después se esfumó, como lo hizo el amor y sus zapatos de tacón.
Se trata de confundir la prosa y la poesía... de saber que el amor, ya no es ninguna guerra.

Haced del amor una guerra, y de la guerra... amor. Karen.

viernes, 24 de agosto de 2012

Los besos se dan por la noche.

Cuando algo increíble pasa una vez, es una casualidad digna de encerrar en una de esas bolitas de cristal donde siempre está nevando, de esas que venden mucho en navidades. Es una cosa que si pasara de nuevo... no sería tan increíble, y por eso mismo nunca ocurre.
Cuando el destino se pone a jugar y de pronto te ves protagonista de una hermosa cadena de coincidencias increíbles... empiezas a creer en algo. De pronto tienes frente a ti varias de esas bolitas de cristal, todas diferentes. Eres feliz. Entonces empiezas a sospechar. Tiene que haber una explicación para cada coincidencia, ¿no?
Cuando te acostumbras a lo increíble, cuesta trabajo no creer que todo lo que te ocurre es parte de un ingenioso y elaborado plan para que seas feliz. Pero ya se te hace extraño, sospechas aún más, un nudo se te instala en la garganta llenándose de bilis, tus lagrimales entran en sequía, la boca chirría al intentar hablar... Y cuando los besos sólo son por las noches, es una puta coincidencia. 

Karen.

martes, 14 de agosto de 2012

Y luego...¿qué?

Lo más bonito de mentirte es que sabes cuando lo hago, y que finges que me crees, y que yo hago como si me hubieses creído. Todo está en perfecta armonía; una esfera platónica que gira, víctima de la inercia. Mirarte a los ojos y no poder quedarme callada, sentir cómo el silencio teje su telaraña y nos distancia, y aliviarme cuando te das cuenta, cuando soplas y la telaraña pierde consistencia. 
Hacer sólo lo que odio, y no decir las cosas que me apetece decir... Decir no innumerables veces y arrepentirme unas infinitas veces más. Pero a veces soy demasiado valiente, y con mi espada de madera pretendo hacer mella en tu corazón de hierro... tatuandote ese que no paro de repetirme en sueños. Sueño que pierdo. Entonces me hundo en el hormiguero, y me enfrento con gente de mi tamaño.  
Lo más bonito de perderte será lo que escriba los días siguientes, porque alguien dijo alguna vez que sin tristeza no hay poetas. Y aunque no sea poeta, perderte será una tristeza muy bonita. Te recordaré como el que me enseñó a escribir, como el señor que me hace llorar si llora, y como el imbécil más simpático que he conocido jamás. Seguramente me recuerdes por esto, y sólo por esto... que, al fin y al cabo, es una mentira más. 
Pero dime: ¿qué pasa luego? ¿qué viene después del punto y final? 

Karen. 

lunes, 6 de agosto de 2012

Mirando la nube que dejamos de imaginar.

Ya te haces mayor, ¿no crees?
Has cambiado el verde por cualquier otro color, siempre y cuando la esperanza no esté implícita en él; el blanco es un buen sustituto. Ahora todas tus camisas son blancas, impolutas de cualquier sentimiento; no te hace falta cargar con más, el sentido común es suficiente para hacer pasar las horas y morir cada día un poquito más.
Dejaste de bailar, y de mover los pies cuando en tu cabeza sonaba alguna de esas estúpidas cancioncillas de verano. Recogiste esa botella medio vacía que seguía bajo tu cama y la echaste al contenedor verde (¡qué esperanzador!) Dejaste de llamar a ese amigo, temías que se gastara por el uso. También dejaste de saludar a tus vecinos, ya no les encuentras la gracia. Olvidaste esa promesa que le hiciste a tu padre. Olvidaste dejar la ventana de tu habitación abierta, para que el valiente príncipe o princesa pueda ir en tu rescate. Incluso dejaste de fumar, porque... fumar puede matar. ¡Pero, mírate.....!
No sabes por qué, pero ayer mirabas al cielo y había nubes aunque fuese el más despejado de los veranos... Todas las nubes tenían formas, colores, incluso olores y sabores -¡olor a ti!- Ahora si ves el cielo y está despejado, obviamente no verás nubes. Las has matado, mientras te matabas a ti.
¿Qué has hecho? 

viernes, 20 de julio de 2012

La memoria es una gran cicatriz.

Se va cerrando con el tiempo, y de pronto ya no recuerdas ni cómo se abrió esa brecha. Pero algo queda.
Algo como las líneas en la arena que dejan las olas tras una tormenta llena de espuma (de cerveza). 


viernes, 13 de julio de 2012

Estar solo es todo un arte.

El silencio es absoluto, pero parece que todo se escucha más fuerte. Los latidos hacen compás y tus dedos lo siguen con golpecitos sobre el escritorio. Es verano y apenas hay aire fuera, pero ¡joder! cómo golpea la ventana. La gotera del baño parece persistente y  te juras que mañana lo arreglarás. Las filas de hormiguitas dispuestas a luchar contra todo marchan a un ritmo acelerado que rompe con la perfecta melodía en la que todo estaba sumido, pero da igual. Da igual porque es un error imperceptible que casi hasta queda bien; aquí lo que realmente importa es la voz cantante, la solista que está sola.
Una retahíla de pensamientos desaforados se superponen y gritan todos a la vez. Es tal el desorden que en realidad no estás pensando, pero el eco que hacen tantas voces... duele... bastante.
Sabes qué hacer para acallarlo todo, y también sabes que no debes hacerlo... porque siempre lo haces tú y entre los numerosos pensamientos que suenan, uno dice no. Un no contundente; ni gritado ni sollozado. Y decides, por una vez en tu vida, hacerte caso. Al fin y al cabo, no hay nadie más.

Principio de plenitud.

Leibniz dijo que "todo lo que sea posible que ocurra, ocurrirá." Así, la contradicción lógica que supone que algo imposible ocurra, hace posible que este principio exista.

Es posible que un día dejemos de pensar, o que dejemos de preguntarnos por qué pensamos tanto, o por qué odiamos pensar cuando estamos solos. Es posible que no, que esto no suceda, pero... ¿a quién le importa? Seguimos siendo un cúmulo de elementos químicos y conexiones sinápticas.
Es posible que nada sea como hemos creído siempre, así como es imposible decir que nunca hemos creído nada.
Es posible que ahora mismo estés metido en un buen lío y tú ni lo sepas... y probablemente no lo sepas porque no quieres saberlo -tendemos a  buscar explicaciones para todo aquello que no encaje en nuestra perspectiva de las cosas- Pero lo estás, y es posible que pierdas... porque existe esa posibilidad y de una forma u otra, acabará pasando.

domingo, 8 de julio de 2012

Oasis.

El secuestro emocional se define como el conjunto de reacciones extremas que no se encuentran bajo nuestro control. El sistema límbico, de un segundo a otro, activa todas las respuestas fisiológicas antes de que el neocórtex -el cerebro pensante- pueda darse cuenta de lo que acaba de pasar. Entonces comienzas a sudar, se aceleran tus pulsaciones, gritas lo primero que se te pasa por la mente y... bueno, eso.

Tus emociones se ven acorraladas y amordazadas, sin escapatoria alguna. La sonrisa fue la primera en sucumbir al llanto; fue una escena preciosa, triste... Seguidamente la paz y la comprensión. Todo era jaleo y humo, las conexiones neuronales recorrían siempre el mismo camino, una y otra vez, haciendo agujeros en el pensamiento; todo era confuso y eres incapaz de pensar coherentemente. Te preguntas dónde coño está la empatía. No recibes respuesta. Hace calor y estás en un sótano a 500metros bajo tus ojos, porque ya ni siquiera te das cuenta de los movimientos de... de quien sea ese que pretende hacerte entrar en razón, pf. 


Cuando vives en el desierto, cada pequeño oasis es un mundo. Pero algún Hitler se empeña en acabar con él, porque.... claro, tú no eres el culpable de nada. La culpa siempre es de otro, ¿no?
Cuando vives en un lugar desolado, sin agua ni sombra... te planteas la posibilidad de vivir de lo que tienes y conformarte con las gotas de tu propio sudor. Al fin y al cabo, lo importante es seguir con vida; eso es lo que dicen en la tele, y siempre hacemos caso a la caja tonta.
Cuando vives en el desierto y te topas con un oasis, lo agradeces, aunque sea el oasis más estúpido del mundo.
Son pequeñas inyecciones de dopamina. Ya eres adicto y te da igual que sea un espejismo si parece un oasis, da igual que bebas arena si parece agua... da igual que te haga sufrir si parece que te ríes.

Y espero que entendáis la relación de lo primero con lo segundo, de lo segundo con lo del medio y etc etc.
Karen.

sábado, 7 de julio de 2012

Depresión respiratoria.

"Tomábamos morfina, diamorfina, ciclocina, codeína, temazepán, nitrazepam, fenobarbital, amital sódico, dextropropoxifeno, metadona, nalbufina, petidina, pentazocina, buprenorfina, dextromoramida, clometiazol... las calles rebosan drogas que puedes tomar para combatir la infelicidad... y nosotros las tomábamos todas. ¡Joder, nos habríamos inyectado vitamina C si hubiera sido ilegal!"*


Suena música... el ritmo sale por los altavoces dando tumbos, cual borracho tras unas copas de más. La voz se rompe, y one breath, one life, one blood...... Casi ni puedo escribir, y las notas hacen de nitrazepam provocando depresión aguda en mi respiración. 
Resulta demasiado fácil escribir sobre lo que no haces, sobre lo que no te pasa, sobre lo que no conoces, lo extraño y lo ajeno... lo que es demasiado sencillo de pensar.... pero ¡tan! difícil para hacerse entender... Me encantan los puntos suspensivos porque nunca sabréis qué significan... ¿verdad? Son pausas, o ¿acaso son silencios significativos? ¿es que estoy pensando? Quizás es la parte que siempre escondo, lo que no se escribe, el secreto a voces de entre mis letras.
Cuando vives, escribir resulta cada día más dificil... y acabas escribiendo sobre escribir. Resulta difícil porque vives tu secreto a diario, y quieres escribir sobre él, pero queda mal... y entonces abusas de los puntos suspensivos y blabla...


Sigue saliendo la misma canción por los mismos altavoces, arrastrándose cual... (jeje) Sigue sonando una y otra  vez, pero no la escucho... Sólo me ocupo de darle al play cuando deja de sonar, cuando muere. 


Recuerda que cuando algo muere de verdad, las cenizas se hacen más fuertes. Pero el tiempo lo cura todo, ¡qué locura!  Recuerda olvidar que pudiste ganar cuando hayas perdido. Arrepentirse es el peor de los errores


Respira, y que haya paz. Karen.


*Trainspotting.

lunes, 2 de julio de 2012

6.894.594.844 de personas.

Pero no somos conscientes, no.
Y no lo somos porque, en el fondo, estamos solos. Completamente solos; buscando, o esperando encontrar, a una persona entre tantas. Y al no encontrarla es cuando pensamos joder, con tanta gente que hay y yo estoy aquí, escribiendo estupideces. Pero no pasa nada...no pasa nada porque la Ley de Murphy sólo aplica a lo peor. No va a caer una droga del cielo así como así, no.
Y, entre otras cosas, decir que "lo más duro de esta vida es que podemos perdonar". Con esto, me gustaría decir que estoy dispuesta a vivir bien y no perdonar nunca más... pero me di cuenta -tarde- que si perdonamos es porque queremos, y no queremos que las cosas cambien ni un ápice. Aunque.... la gente no cambia, ¿no?

viernes, 29 de junio de 2012

Lo que me contaron las estrellas.

"Para siempre es mucho tiempo, una noche es poco rato. Me jugaría la boca por morder tus labios." 

Me hace gracia recordar el momento en el que decidí tomarme esto de las letras como algo personal, cuando decidí dejar de escribir historias que no son mías. Empecé escribiendo en tercera persona; así podía hablar de mí pero sin que se notase mucho, incluso podía mentir y decir que nada de eso tenía que ver conmigo -que estaba alejado de la realidad-. Shhhhh, a veces escribía lo contrario a lo que de verdad sentía.
Me hace gracia leer lo que escribía hace unos años y darme cuenta de que nada ha cambiado (eso ya no me hace tanta gracia).
Empecé a usar la primera persona e intentaba escribir con sinceridad, nada de mentir. Luego me entraba el miedo y decía ¡bah, coincidencias! Eso que he escrito no tiene que ver conmigo. Poco después me arrepentía y escribía otra cosa, buscando esa segunda oportunidad que nunca llegaba (y si llegó, le di la espalda).
Me hace gracia estar ahora escribiendo esto... Este no era el plan. Yo quería escribir sobre el odio que le tengo a todo... quería decir que me pesan las noches, que no me importa nada, que soy una insensible. Quería protestar por la escasez de prozac, de anfetaminas y de callejones a oscuras. Quería decir que estoy sudando cerveza, y que me está por explotar la cabeza (la poesía es una puta). Pero sobre todo.... quería hacerme daño. No encuentro otro motivo más razonable... es decir, me he puesto a escribir de verdad, he abierto las ventanas para ventilar las ideas; he sacado a relucir viejos fantasmas, me he puesto a oír a Joaquín Sabina. Incluso he cogido mi guitarra y blabla.
Me hace gracia porque cada vez que lo pienso, sonrío.
Es una sonrisa irónica, triste, decadente... es una tregua a las lágrimas... Y todo esto suena tan cursidramático que debería dejarlo ya, pero tengo la esperanza de que si ves tantas letras juntas pasarás del tema y no leerás nada.
Me gustan las palabras. Me gusta decir amarillo y que pienses en eso, y que el otro piense en otra cosa y que yo sólo haya hecho referencia al color -aunque no sea cierto-.
Odio los momentos vacíos, aunque no crea en ellos. Odio no serme fiel; me cuesta trabajo darle a las cosas la importancia que se merecen... pero bah, ¿qué más da? De todas formas moriré un día. Y digo un día porque algún día es una expresión de mierda.

Me hace gracia estar aquí y ahora, sin saber dónde estaré mañana por la noche ni qué cojones quiero hacer con mi vida.

Por los viejo consejos, haya paz. Karen.

jueves, 28 de junio de 2012

Selección natural.

Cuando pierdas, no llores.

Utilicemos una negativa optimista y démosle la vuelta a todo. Seamos estúpidos y cerremos los ojos cuando el contrincante se aproxime a darnos ese golpe de gancho que nos dejará ko.
Y, una vez en el suelo... olvida que sigues en el ring, que alguna vez tuviste la oportunidad de ganar y que los guantes ya te pesan. Vuelve a cerrar los ojos, levántate y sonríe. Levántate y grita, o canta, o descarga tu ira sobre el oponente, pero jamás (he dicho JAMÁS) llores.

miércoles, 27 de junio de 2012

De todas formas voy a morir.

Cuando me preguntes por qué coño hago lo que hago, por qué finjo en ocasiones, o simplemente por qué soy así... te diré que de todas formas me voy a morir un día. 
Te diré, mirándote fijamente a los ojos y manteniendo un tono de voz sereno, que no pasa nada, que ya vendrán tiempos peores.
A veces, el mundo es una caja de cerillas. A veces, las cerillas se encienden a la primera, a veces a la segunda, y a veces no encienden. Pero sólo a veces, tranqui.
Cuando me preguntes por qué he dejado de pagar mi seguro de vida, te diré que..... de todas formas me iba a morir.
Se trata de vivir, de salir y respirar un poco. Se trata de no pensar que todo se va a acabar algún día... Se trata de ser capaces de vivir para el presente, y no para el futuro.
Céntrate en cada acción que hagas (fluye). No olvides lo que tienes alrededor, no hagas como si nada más existiese, pero... por favor, sonríe mientras haces que tu vida sea más corta. 
Cuando vengas un día (o una noche) a mi puerta, y me preguntes qué hiciste mal... Tranqui, mentiré. Diré que no sé de qué hablas, y ya sabes...
Cuando te mires al espejo y no recuerdes nada del día anterior... Recuerda que de todas formas vas a morirte.
Así que sal a la calle, anda. Olvídate el abrigo y pierde el último autobus... que perder siempre se nos dio bien -al menos a mí-
Y ya no sé si me estoy dando consejos o qué coño hago con esto.

sábado, 23 de junio de 2012

Hogueras pa' trillar el ruido.

Nos olvidamos, ese no es el problema.
Cuando pasas por ahí y se adueña de ti esa canción, o cuando ese olor ataca cual caballero sin armadura, o simplemente cuando llegan los recuerdos que sólo se sienten. Cuando me doy cuenta que ese "sólo" también podía ir sin tilde... pero que ya no importa.

¡Joder! Es como tener una colonia de abejas enfadadas con el mundo en la cabeza. Retumba y retumba. También es como una tormenta sin relámpagos ni truenos ni lágrimas al final de la peli; sólo tormenta.
Es como pensar en miles de colores al mismo tiempo, como un reloj averiado que viaja a más velocidad, como un contigo pero sin ti.... como las canciones de rock y las letras de Cortázar, como una guitarra sin cuerdas y un valiente sin espada. Es como si el martes fuera un domingo, y ser incapaz de dejarlo por escrito.
Es como querer decir que hay luz y oscuridad a la vez pero sin contradecirte. 

sábado, 16 de junio de 2012

Glup. Glup. Glup.


"Soy un poeta y para mí, la primavera no existe."


La próxima vez que muera recordadme que volví a equivocarme, por favor. 

viernes, 15 de junio de 2012

Escribir es de cobardes.

Me gusta demasiado esta nube. Y, aunque no estoy sobre ella si no colgando boca abajo -me llueve a diario- sé que por más que baile no me caeré.
Por otro lado, me aburre enormemente la música que suena.

Aunque nube, no es como flotar. Es más bien una sensación de ingravedad... Te encuentras suspendido en medio de algo a lo que eres ajeno pero tomas parte como si se te fuera la vida en ello. Resulta extraño. Así como la pintura que compone una obra de arte es ajena a lo que dibuja pero se aferra con tal fuerza al lienzo que le marca, cual uñas a la espalda.
Sientes un molesto hormigueo en el pecho.
Con lo oxidado que estaba todo... normal que todo haya empezado a desquebrajarse poco a poco. Si quieres ser un infeliz, procura hacerte de acero inoxidable, porque te lloverá a borbotones.
Lo peor de todo es darse cuenta. Te descubres a ti mismo observando tus manos minuciosamente en busca de algún signo de vida, luego te miras al espejo y no te encuentras la mirada. Y ya no crees que la tengas perdida, no. Ahora sabes que ha muerto. Y sin embargo, a expensas de todo lo que te habían dicho, nada ha cambiado.
Pensándolo bien... eso no es lo peor. Lo realmente malo es saber que la cosa va así y ya no hay vuelta atrás, que no puedes hacer nada para volver a la vida... que andas intentando vivir pero que a cada cosa que haces... Bah, ¿qué más da?

Te alzas de puntillas sobre la dorsal Atlántica y no sabes si lanzarte al vacío o no. No sabes si en la muerte se puede morir. Tampoco te crees que no haya fondo y temes que te duela la caída... luego recuerdas que no sientes, que tus nervios son de goma y no conducen los impulsos eléctricos que envía el jefe.
La razón siempre dominó sobre cualquier cosa mientras vivías y ahora que estás muerto.... sigues siendo sólo una cosa pensante. Has muerto por dejarle tomar el mando. 

jueves, 14 de junio de 2012

Sois gilipollas.

No es nada nuevo pero.... ¿qué coño os pasa?
Quizás debería decir: ¿qué coño nos pasa? porque yo también tengo un problema... pero entonces estropearía la imagen de misántropa que tras horas de odio y madrugadas maquinando contra vosotros he logrado forjar. Y no queremos eso, ¿verdad?

Deberíais trabajar vuestra inteligencia emocional. -Es consejo-

viernes, 1 de junio de 2012

Bah.

Hace años pensé que estaría bien hablar de algo diferente, de pensar en algo distinto a lo de siempre... no sé, a  ver qué pasaba.
Me apetecía correr riesgos, dejar las metáforas de lado y comenzar a vivir de verdad -dejando de lado la teoría- pero ¿qué conseguí? Mierda.
Hoy, por fin  he descubierto que puedo hacerlo, y ya echo de menos mi tema habitual.

jueves, 31 de mayo de 2012

Yo, minoría absoluta.

Me gustaría ser breve, concisa, fría y dar en el clavo con esto que me anda dando vueltas en la cabeza desde hace unos días. Ahí voy: ya.
Doy un agradecimiento especial a las palabras concursantes: melancoholía, odio, desazón, fin, ect.
Etc, eras mi favorita...

sábado, 26 de mayo de 2012

Va siendo hora.

Hace tiempo era el momento idóneo, pero miedo. Y ya va siendo hora de decir la verdad: sí.

No todo lo que hago tiene un por qué; pero sí todo lo que no hago. Son razones potentes y....
Mi alma irascible funciona como y cuando le viene en gana. La concupiscible siempre está atenta, tiene más ganas de vivir que yo misma.
Va siendo hora de tomar el control estando sobria, de abrir los ojos bajo el agua y dejar de pedir deseos a estrellas fugaces. ¿Va siendo hora de escribir con sinceridad? Dímelo tú, que mis principios son la mentira y el deseo.
En fin, es hora de cambiar. De prenderle fuego a mis estúpidos ideales y darme cuenta de una vez por todas que nunca tuve razón en nada, que llegué tarde a todas las épocas de mi vida.... Y que tú llegaste demasiado pronto.
Recuerdo cuando escribía poesía y me hace gracia. Já. ¿De verdad sentía todo eso, de verdad salía solo y sin inspiración? Creo que, en el fondo, os mentía un poquito. Je.
De pronto empecé a escribir incoherencias. A veces ni yo misma me entendía, pero ansiaba que intentaras entenderlo, que lo entendieras y que vinieras corriendo a contármelo al oído, cual secreto.
Y aquí acabé. Muerta; procurando que la rabia haga surcos entre las letras y que no haya el más mínimo rastro de la poesía que alguna vez escribí. No me apetece otra cosa que no sea odiar, pero ni de eso soy capaz.
Va siendo hora de escribir de otra manera.... pero ya no sé si me apetece decir algo, callarlo, o insinuarlo.

jueves, 24 de mayo de 2012

Tengo la sangre triste y sucia, como la mirada.

Cuando te levantes con el pie izquierdo, llámame. Pero no te creas que lo hago por ayudar; si quieres mi hombro para llorar.... págame. Si te levantas con el pie izquierdo, si estás enfadado, si quieres romper cosas y hablar muy alto... en fin, si te levantas con irrefrenables ganas de odiar, ya sabes que nunca me gustaron los dramatismos.
A decir verdad... para no ser partidaria de los dramatismos... me he dejado el alma y un 42% de agua en algunas letras, he visto películas sólo para hacerme daño, y he escuchado canciones como estacas. He pensado en cenas bajo las estrellas y manos unidas en medio del fin del mundo... Pero no, los dramatismos no son lo mio. Yo diría que es un suicidio teórico, porque no tengo los cojones de ponerlo en práctica.
Así que, uniéndome al neopensamiento neomoderno, neonihilista, neopragmático y neo-loquesea, decidí llevar la neovida que nunca quise. En mi defensa diré que fue una decisión sugestionada por fuerzas superiores a mí, es un caparazón de terciopelo.
Me encantan las miradas de desaprobación; me hacen reír.
Cloroformo nada más nacer, y esta es la consecuencia, ¡vaya! ¿Me dirás que es culpa mía? Lo siento por haber despertado tan tarde.

No quiero empezar de nuevo, pero estaría bien saber qué hubiera pasado si ese día no te hubieses levantado con el pie izquierdo y no me hubieses llamado.

viernes, 18 de mayo de 2012

Matar madrugadas para que no te maten ellas a ti.

Las letras que merecen la pena siempre vienen de algo que no lo merece.
Al menos eso me digo cada noche como si de un ritual se tratase. Luego junto cada mierda con su correspondiente verso y confirmo la hipótesis. Lo de contar ovejas viene después.
Si el tiempo es favorable, abro las ventanas de par en par, y, cual idílica escena cinematográfica, fumo lentamente.... Esto sería verdad si tuviese cigarros, o, simplemente, si me gustara fumar.
Matar sentimientos sin sentimentalismos, valga la redundancia. De eso se trata todo.
No necesito flores ni bombones, tampoco los quiero. Creo que tengo alergia al polen, y no voy a arriesgarme.
Me repugnan las esquinas. Sólo sirven para acumular cosas, de todo menos polvos. En una tengo una telaraña, y en ella tengo una araña. Lleva tu segundo nombre; ha sacado tus ojos. Me repugnan las arañas.
Pero... ya sabéis: esa telaraña que cuelga de mi habitación, no la quito, no hace nada, sólo ocupa su rincón.
Ocupa muchisisisisisiiiiiisimo espacio, pero se ve ¡tan bonita! Con sus hileras de seda.... entrevesados proteicos  que cuentan tres historias: la tuya, la mía, y la que pudo ser nuestra.
Solía pasar madrugadas enteras, con los ojos abiertos en la oscuridad, mirando hacia esa esquina... imaginando la telaraña, porque la conocía al detalle. Imaginaba que llovía y que las enormes gotas de agua caían en la red. Llovía a menudo; yo solía ser esa gota, tú solías ser la red.
Bueno, ocupaba su rincón y me ayudaba en eso de la imaginación. Intenté varias veces quitar la telaraña, pero mi habitación se quedaba vacía. Intenté quitar sólo una parte de ella (la parte más bonita) pero... se me agotaba la inspiración. Y de lo que he escrito, lo poco que merece la pena, siempre siempre siempre viene de esa parte bonita que se empeña en no dejarme dormir. Esa parte tan asquerosamente bonita. Bah, tengo mucha imaginación, seguro que no era tan bonita.
Intenté matarte. 
No me odies por ello, tienes razones mejores para hacerlo. ¿No? Al menos yo sí.
Decidí dejar la telaraña. Asumir su existencia, su intromisión en mi espacio. La verdad es que amo que ocupen mi espacio -que me invadan y me colonicen- pero me quitaba espacio para cosas realmente importantes. No es que no seas importante -telaraña suya- pero poco a poco la araña me fue enseñando los dientes y le vi el veneno. Un par de veces lo probé. Dolió. Me curé. Tengo 54 cicatrices y todas me las hice de la misma forma.
Va siendo hora de hacer limpieza. QUE YA NO PUEDO NI RESPIRAR, LA TELARAÑA LO OCUPA TODO.
Siempre he sabido cuál era la solución, pero una parte de mí prefería hacerse la imbécil.

sábado, 5 de mayo de 2012

Por Dios, dime que ya es hora de irse a dormir.

El diazepam es lo que se lleva ahora.
¿Aún queda en tu mesilla de noche un poco de Prozac? No sé vosotros, pero echo de menos esos días en los que la gente se deprimía de verdad; y no estos estúpidos lloriqueos de una noche. ¡Ay, que no me habla! Seguro que ha encontrado una más guapa. Es mi culpa, no me puse esos tacones altos que tanto le gustan. Estupideces.
¡Se morían! Que las de antes sí que eran depresiones de verdad. ¿Y la luz al final del túnel, dónde está? No se ve; las rocas tras el derrumbe ocasionado por la 5ta réplica de ese terremoto ocurrido después del huracán no deja lugar para nada más dentro de este espacio reducido donde empieza a escasear el oxígeno. ¿A caso hay alguien más aquí dentro? 
Un trago largo de lo que sea que haya en la botella ayuda a disipar la duda... Eres el único en tu mente. Estás realmente solo. Eres la Bestia y no quieres dañar a Bella.... Bella también está sola -aunque la rodee todo el pueblo y un par de Gastones- pero eso a ti te da igual, prefieres estar solo. La dañas. Te dañas.

La depresión no tiene cura, deja de intentarlo y date por vencido.
¿Sabes una cosa? La depresión deprime. Es un mal exponencial.
Jugar a que es un cuento empieza a aburrirme... Dejé de contar estrellas porque me molestaba saber que hay tantas y que ninguna es para mí. Dejé la poesía de lado, porque ella me dejó de lado a mí. Dejé de tener miedo a que pasen cosas... y ahora sólo temo que no pase nada.
Se acabó el Prozac y en la nevera no hay alcohol.

Piensa: naces... ¿y ahora qué?
Resulta fácil, ¿sabes? Coges un lápiz y escribes todo lo que nunca dices.
Ironizas hasta para decir la hora -jaja, son las vente para mi cuarto- dices todo lo que te da la gana y hasta lo que no... y suena tan bien, que hasta tú te lo crees. Caes en la mentira de la ironía porque resulta demasiado sencillo.
 -Estoy bien. 
Eso también resulta fácil. Las explicaciones se las dejamos a los valientes. 
Es muy fácil deprimirse. Es muy fácil conseguir Prozac -¡estrés posvacacional, doctor!-
Pero.... dime ¿quién se atreve a salir a la calle?

sábado, 28 de abril de 2012

Del dicho al hecho...

... hay un muerto.
Resulta curioso como todo acaba igual. Con el pingüino olvidando que no sabe volar.

Hay ¡tantas! cosas por decir, que mejor no digo nada.
Nunca (HE DICHO JAMÁS) confundáis el verde limón con el verde lima.
Siempre es culpa tuya, no te mientas.
Las circunstancias deben darse, y hay quien no tiene suerte.
Eres esa estúpida canción que jamás se me olvida.
¿Y el pecado? Bien, te manda dos besos.
Si Mahoma no va a la montaña, olvídate de Mahoma.

Ya está bien de tanta tontería... volvamos a lo importante: del dicho al hecho, hay un muerto.Y ese muerto soy yo. Es inevitable acabar el día  muriendo. Después de todo... nada. Ya sabéis.
Vivir de verdad es casi tan difícil como escribir con un poco de sentido. Y lo siento, de verdad,  gasté todo el hilo argumentativo atando mi locura. Pero es que me apetece escribir de verdad, y no. No y no. NUNCA. JAMÁS. NEVER. No vais a enteraos de nada nunca, asumidlo -cuando antes mejor- porque os hacéis un favor.
Siempre pasa. Empiezas a escribir con sinceridad y sólo sale mierda. Al fin y al cabo, es lo que llevas dentro.
Piensa en blanco, imagíname en el fondo de tu vaso.
Sólo que antes era de alcohol y ahora de cloroformo. Antes era tu vaso y ahora es el mío.
La poesía se acabó el mismo día que descubrí que no todos los días son iguales. El día que aprendí a olvidar a corto plazo. 

La gente desaparece y yo sólo me sigo muriendo.

Buenas noches, de verdad.

miércoles, 25 de abril de 2012

No lo he olvidado.

Hubo un tiempo en el que todo tenía sentido.
Ahora las palabras desfilan cabizbajas por el corredor de la muerte de tu sonrisa, y no se detienen ni para respirar. Las gracias no cumplen su cometido y las caricias ya perdieron el tacto.
Lo saben. Tienen la sentencia asegurada.
Ahora los silencios son sutilmente sutiles, la indecencia como la elegancia... La pasión en bancarrota, promesas hechas deudas y un proverbio moderno que dice "no es culpa mía".
Pero no lo he olvidado, lo nuestro con las palabras estaba bien.

lunes, 23 de abril de 2012

Sueñas, pero ¿duermes?

Piensa en todas las cajetillas que no compraste. En los cigarros que se quedaron apagados.
Piensa en las multitudes sintigo en medio para morirte de asfixia, angustia y calor.
Piensa en todas las flores del jardín que se han quedado secas, en el recibo del agua que no puedes pagar.
Piensa en el maletero vacío de tu coche, y en la lista de gente por asesinar.
Piensa en la botella vacía, en las pastis de tu colega, en tu colega que se fue hace mucho, en la ciudad dormida, en las manos sin dueño, y tu portal... ¡que a saber dónde está!

miércoles, 18 de abril de 2012

A posteriori.

Pienso en algo y de pronto quiero decirlo, pero no puedo hacerlo... así que lo escribo, y siento esa estúpida necesidad de que alguien lo lea. Quizás para sentir que lo dije en voz alta, o quizás por pura manía.
Luego vuelvo a pensar y, claro... quizás lo haya leído alguien. Quizás alguien se esté preguntando todo lo que hay detrás, o en lo mal que está escrito -¡Oh, le ha faltado una tilde!- o quizás simplemente le haya gustado.
El punto es que, si lo leéis, algo pensareis.
Lo habéis leído, lo sé. Se os nota en la forma de parpadear; incluso soy capaz de adivinar lo que pensáis tras haberme leído. 
Me preocupan esas líneas; las que pensé en decir pero que preferí escribir, y que luego decidí que no era buena idea. ¿Y si al final no las borré? Cruzo los dedos y deseo no haberlo hecho; me apetece cometer un error como los de antes, de los que causaban guerras mundiales.
¿A quién quiero engañar? Quiero que me leáis. 
Vuestra forma de caminar os delata. 
Entonces siento esa estúpida sensación de fingir que no he escrito nada, que no habéis leído nada y que esto nunca ha pasado.
Menuda estupidez. 

martes, 17 de abril de 2012

Parece que no, pero quizá.

Si fuera capaz de escribir con sinceridad, tendría poco que decir. 
Primero, mencionaría mi problema con las noches, la visión borrosa, las bebidas, los alucinógenos y con las voces de mi cabeza. No es que sea un problema, es el problema; y la verdad es que tampoco es para tanto, pero es importante.
Seguidamente haría una lista.
Esa vez que intenté escribir con sinceridad. Luego lo borré todo y escribí una sonrisa. Típico; lo niegas todo.
Diría que nada fue de mentira. Los silencios me salieron caros. La pistola aún sigue bajo mi almohada. Cállate y lee, porque si escribo con sinceridad... es para que lo leas tú.
Si fuera capaz de escribir con sinceridad, agotaría los sinónimos de tu nombre en una frase mal hecha, pondría te quiero, y me daría a la fuga.
Cadena. Silla eléctrica. Bomba lacrimógena. Magdalena de cianuro. Nitroglicerina en vena. Tú y más tú. Si fuera sincera... sería como ahora, pero sin ironía.
Menos mal que no soy capaz.

jueves, 12 de abril de 2012

Estás olvidando algo.

Me gustan los principios, y los finales tienen su encanto. Pero los desenlaces... los muy malditos no se me dan bien.
En mi mente ha entrado un pirómano y ha encendido una cerilla. Huele a nitroglicerina y entonces sé que has tenido que pasar por aquí. Se quema todo (las ideas, las esperanzas, los miedos) menos los putos recuerdos, que ahora bailan entre las cenizas de todo lo que era realmente importante.
El pasado brilla más si está sobre tanta ruina. 
Brilla tanto que parece presente, incluso con pinceladas de futuro.
Cada recuerdo es como un caballito; son de colores. Hay luces por todas partes. Parece un carrusel. Gira, gira, sube, baja, gira, sube...gira. Todo da vueltas y los caballitos compiten en un perfecto caos por hacerse notar. ¡Como si no los viera a todos!¡A la vez! Los recuerdos se superponen, hacen una pirámide de naipes que se desploma justo antes de llegar a la cima.
Y todo es bonito, y me gusta, y olvido todo lo que era importante, y el pasado se vuelve presente, y me quedé en el fondo del vaso para siempre.... Las cenizas me saben a tu boca, y de los escombros salen tus manos. Y qué bien que me sé las despedidas, y me despido... hasta la próxima vez.
Me gusta cruzarme con miradas desconocidas. No me importa que vengan de tus ojos, mientras sean nuevas.
Me gusta el viento; me remueve las cenizas y hace girar al carrusel... Y entre vuelta y vuelta pierdo la cordura que había atado con las cuerdas suicidas de ese presente sin futuro. Esa cordura que siempre estuvo un poco loca (por ti). 
Deambulando entre las ruinas encontré una tiza, dibujé tu nombre en giglíco y lo rodeé con un círculo; para que no te me escapes.
Lo más curioso de todo es que el que incendió todo, es el mismo pirómano de mis recuerdos.
Tengo esa sensación de estar olvidando algo... 
El carrusel empieza a girar muy deprisa. El eje pierde el control. Los caballitos no tienen alas, pero vuelan por los aire. Y a falta de pista de aterrizaje, se estrellan contra el suelo. Todo es un caos. Huele a catarsis. Huele a pólvora. Esta vez fui yo, la que ahora duerme junto al gatillo. 

Tú, como siempre: a las 7 al fondo del vaso. No lleves cerillas.
Karen.

martes, 10 de abril de 2012

Viviendo deprisa se vive mejor.

El día que descubrí que no todos los días son iguales, que después de un buen día es probable que venga uno malo... ese día -el cual no recuerdo- fue cuando comencé a vivir más deprisa.

lunes, 9 de abril de 2012

A mí lo que me gusta es jugar a que es un cuento.

Eso de que la inspiración escasea va a ser verdad.
No son tiempos para escribir; cosa buena. Son tiempos buenos, y la ley dice que alguien tiene que joderlo; por eso estoy aquí: escribiendo. O al menos eso intento.
En este mundo tan viejo y agotado, a mí lo que me gusta es jugar. Salto por los calendarios -de día en día- y no me importa ir rápido porque me he pasado toda la vida a la mínima velocidad, esperando que alguien apareciese en mi vida de pronto, a una velocidad apabullante y su vida se fusionase con la mía; por eso de la colisión.
Cuando vas tan lento, y hay poco a tu alrededor... lo ves todo a cámara lenta, y llega un momento en el que no sabes si ya has dejado de andar o si el tiempo se ha detenido...Te sientes astronauta; el oxígeno se te agota gota a gota y comienzas a llover.

El techo me hace las veces de cielo, le imagino estrellas fugaces y me enfado con ellas porque no me cumplen los deseos. Debajo de la cama escondo todos los miedos, y bajo la almohada te guardo a ti. El suelo es una pista de aterrizaje y los sueños de la noche van cayendo de golpe, haciendo mucho ruido. Me despierto; al menos eso parece.

Eres el principio del cuento, de uno que no tiene final.
Ponerme a escribir no fue buena idea. Debo recordar hacerme caso.

Jugar está bien. Saltarse las normas está mejor. Ganar es genial. 
¡Juguemos! A lo que quieras menos al escondite. 

Strong girls always lie.Karen.

martes, 3 de abril de 2012

Quieres, pero no puedes.

Enciendes los altavoces pero no pones música. Compras una lata de cerveza pero no la abres.
Te pones los zapatos, pero no sales. 
Y todo sigue este principio. No hay nada que no se preceda de algo anterior, por más puro y perfecto que sea. NADA.
Hablas, pero. Sonríes, pero. Te enfadas con todos, pero. No quieres respirar, pero. Te apetece ponerte a bailar, pero. Quieres, pero. Pero, pero. Siempre el pero. 
Alguien llama a la puerta. Alguien hace sonar el teléfono. Quieres no prestar atención, pero lo haces. Lo haces porque es lo políticamente correcto, porque no hay bien que por mal no venga, porque quizás sea algo importante, porque no te cuesta nada sonreír un ratito... no te cuesta nada mentir. Y sabes que algún día harás una película. Practica, anda -te dices.
Te plantas frente al papel en blanco y sólo ves una cosa; una cosa que ya está ¡tan escrita!, que escribirla de nuevo sólo hará que los tiempos peores lleguen antes. Pero ¡lo escribes tan bien! Sí, pero... venga, no lo haces. Pero no lo haces no porque no puedas, sino porque no quieres. No es que creas que no está bien hacerlo, es que no te da la gana y tú siempre haces lo que quieres. ¿Verdad? 
Subes las persianas pero no abres la ventana... Hace un sol radiante. Podrías salir; ya tienes puesto los zapatos. Entonces te das cuenta: quieres y puedes, sin peros.
Te pones a pensar, porque puedes y quieres, pero. Pero nunca ha sido cosa tuya; tú siempre has querido. Y para poder, a demás de querer, deben existir determinados factores a tu favor.
¿Nunca has dicho que no, verdad?
Quieres pero no quieren. A esto se reduce todo.

Y ya has vuelto a malgastar minutos importantes, en los que podrías estar haciendo algo, en lugar de limitarte al papel. Porque el papel limita; con sus márgenes y sus esquinas... ¿Y las letras? Malditas estúpidas.
Deberías dejar de escribir, pero.
Quieres pero no puedes. Te quiero pero no puedo. Puedo pero no te quiero. No quiero, ni puedo.

(...) Karen.

martes, 27 de marzo de 2012

Qué triste.

Qué triste suenan los gatos a las cuatro de la mañana. Qué melodía tan lacónica la de sus suspiros. Qué brillante está la luna, y ¡cuantas! nubes hay que no dejan verla.
Qué triste parece ese semáforo en verde y ese paso de cebra tan desierto.
En tus ojos, gelifracción. Un frío demoledor te congeló las lágrimas, y se rompen... Y ¡qué triste! Qué triste suena tu sonrisa.
Mismo error. Mismo método. Funciona pero. Pero.
Qué triste las olas sin mar, la cerveza sin espuma, la brisa sin aliento.
Qué triste los vasos vacíos, el whisky sin hielo. Qué triste los puentes sin suicidas. Qué triste los locos que van trajeados; las corbatas negras y las medias sin romper. Qué triste que no exista una tristeza digna de callar.
Die. Die, die, my darling. 
Y ¡que triste, joder, qué triste!

:) Karen.

sábado, 17 de marzo de 2012

Far away.

-¡Mírate! Das pena. 

Me despierto cada mañana y me digo: sigue así, con tus estúpidas bromas. Sigue sonriendo como si nada te importara. ¿Qué más da que no te haga gracia? SONRÍE, JODER, SONRÍE. Muérete de risa, escupe carcajadas y ahógate en dopamina.  
Sigue creyendo que el tiempo no existe. No dejes de evaluar cada detalle. ¿Dejar de suponer? ¡Ni lo pienses! Sigue así, con tus malditas ganas de fingir.
Sigue así... que mentir está de moda y ya vendrán tiempos peores.

He tocado fondo tantas veces, que hace mucho que no me fío del suelo que piso. He muerto ya muchas veces, y todavía no he aprendido a vivir... pero oye, no me hables de perder.
No es nada personal, ni triste, tampoco algo importante, ni siquiera es algo digno de contar porque... la maldita ironía siempre me hace sonreír.

Llegué demasiado tarde a donde nunca me invitaron; pero llegué. Y cuando llegué ya no había nada que hacer, ¡ni nada! Escombros y olor a gasolina. Un  paisaje desolado sólo desde mis ojos; desde los tuyos... lo contrario -no puedo ni imaginarlo-.

Me veo reflejada en la cuchara con la que acabo con toneladas de helado de chocolate, y me digo: debería darte vergüenza. ¡LA VIDA TOCANDO LA PUERTA Y TU QUE NO LE HACES NI PUTO CASO! Deberías salir ahí fuera y con dos cojones plantarte en medio de las vías del tren, a ver si de una vez por todas  te decides a hacer algo con tu vida. Aunque es probable que el tren pase de ti; que en verdad no existas y todo esto sea una gran mentira; aún espero oír las risas de fondo -del público- cada vez que me acuerdo de ti.
"Me acuerdo de ti, me cago en tus muertos."

Llueve y me encuentro en la calle que hace esquina con la tuya, vendiendo mi alma al primero que pase -porque el diablo se olvidó de mí- ¡Y a la mierda con todo! Me he puesto guapa, por si en algún momento me arrojas por la ventana las llaves del portal. Me he dejado en casa todo lo que alguna vez he pensado de ti, y... ¿qué quieres que te diga? también voy un poco feliz.
Llueve. Miro mi reflejo en el charco que se ha ido formando durante las cinco horas que llevo ahí de pie -sin compradores ni llaves que salen de ventanas- y me digo: Karen, tienes que crecer. 

Sin más ni más: algún día aprenderé a equivocarme.
E irme far, far, far away de lejos. 
Malditas palabras.

Creced, Karen.

martes, 13 de marzo de 2012

Con ese olor a fin de mundo.

Ya no hay acorde; rompí el acuerdo ¡que locura!
Estrépito en los escombros, y tu cuello. Resurgimiento del muro abatido, y tus ojos. Palpitación desaforada del cemento envejecido, y tus labios.
Menudo caos. 
Hay demasiado oxígeno. Ya se respira un aire oxidado y viejo; huele a polvo y glicerina, a piel muerta y heroína. No recuerdo muy bien cuándo sucedió, tampoco importa... es decir: pasó -se saltó el rojo del semáforo-
¡Joder! El mundo se acaba y no tengo a quién contárselo. Y seguro que hay hormigas en esos andamios.
Sospecho que lo mejor está por venir, y me asusta... ¡se me hace polvo los huesos! El miedo me corroe las arterias; la coronaria quiere dimitir y dejarme a mi vera -pá ver qué hago-, mi sístole -sin diástole ni dueño- me gruñe enseñándome las lista de deterioros que voy acumulando desde hace ya un unos cuantos siglos. No me alcanza la esperanza para correr con lo riesgos que acarrea la reparación de dichos daños. ¡Qué digo daños! Nadie me ha roto nada. Es el desuso. La decadencia tendenciosa de pensar en un futuro y en un pasado, olvidándote del presente. Pobre abandonado. Ese pobre imbécil que llegó pronto, para morirse en la espera.
No hay pasado que por futuro no venga, y aunque se me coman los miedos (los vértigos y las suposiciones), cortaré las raíces descosidas de este cerezo, que nunca llegó a primavera. 
Estúpida poesía.
Estúpido mundo que no se acaba de acabar.
Estúpida espera.
Estúpida. Palabra. Estúpida.
Y tú, con tu estúpido olor a fin de mundo... estúpido.

"El miedo vuelve a la gente loca." Karen


martes, 6 de marzo de 2012

S.O.S

Tengo la costumbre de resucitar; por el placer que me supone morir varias veces al día. 
Me gustan las calles desiertas, y la noche. Los músicos que se mueren en la boca de los metros; las guitarras de cuerdas rotas, los violinistas borrachos y las cintas mal grabadas que suenan en coches viejos y mal pintados.
Me gusta la banda sonora de las autopistas, los tíos con cicatrices y las motos que gritan.
Me enloquece el olor a cerveza por la mañana y el crujir de las tostadas con mermelada.
La ironía tiñe mi palabra de valentía... tu presencia la destiñe: cobardía. Pero, aunque la ironía no quita lo cobarde, me fascina usarla para fingir que yo también juego contigo. Me gusta jugar, y que juegues conmigo.
Apuesto siempre por el más débil; me gusta el pensamiento agarrotado en el rincón. Ese que llora sin que se le note y da patadas contra la pared; ese que tiene asumida la derrota y le jode. Ese que empezó con ganas de todo, hasta que todo se le vino encima.
Me gusta el caos, pero... no te me desestabilices, que también me gusta el equilibrio.
Me fascina el tango del humo del cigarro; las piruetas que realiza al salir de la boca y esa forma tan especial que tiene el humo para esfumarse.
También me gusta el olor a almendras amargas a media tarde, y el cloroformo en el café. Y el gatillo en tu garganta, y mi dedo decidiendo tu futuro. Y tus ganas de llorar. 

No me gusta cuando callas, porque recuerdo que sigues ahí.

Me gusta el ruido. Karen.

viernes, 2 de marzo de 2012

Siempre llego a la deshora que me marca el corazón.

Lo mío con la paciencia es un odio especial. 
Principalmente, el problema es que tengo demasiada, y ya me estorba. Se me atragantan las verdades y el tiempo me informa que mi plazo se ha terminado: que debo pagar por todos los minutos que rompí. Y rompo a llorar por dentro -sin lágrimas ni gilipolleces de esas que tenéis los humanos.-
Vosotros. Con vuestro amor; con vuestros besos eternos en cualquier rincón. Con vuestras estúpidas palabritas que suenan tan bien... 
No estoy celosa, me alegro por vosotros.¡Cabrones!

Rendirme sin intentarlo es la mejor de mis cualidades. 
Contigo lo intenté, pero sabiendo que de ninguna manera iba a ganar: precisamente por eso perdí. (Al menos eso me digo cuando no puedo dormir.)
Me rindo a lo que tenga que venir; a lo que fue, a lo que pudo venir, a lo que está pasando. En fin, que me rindo.
Asquerosa sensación de fracaso. Las uñas se me clavan al cerrar los puños, pero no siento nada (y me gusta). En realidad no me gusta y he ahí otro problema. Nunca he mentido a nadie más que a mí... y el siguiente problema radica en que mentía ¡tan bien! que me las creía todas y... claro... bueno... ya sabéis. 
Hay alguien ahí fuera esperándome, ¿verdad?
Miente si es necesario... me lo creeré (se me da bien).

Todo esto tiene tintes de arrepentimiento, pero no. 
Todo es ¡taaaaaaaaan! sospechosamente triste. 
Diría que todo se está derrumbando, pero mentiría: nunca construí nada. Es decir, sí lo hice, pero no te avisé de ello. Y he aquí otro problema más.

¿Paciencia? No tengo de eso. 

Nota mental: recuerda tus propósitos. Dirección, precisión, claridad. Karen.