Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

martes, 6 de marzo de 2012

S.O.S

Tengo la costumbre de resucitar; por el placer que me supone morir varias veces al día. 
Me gustan las calles desiertas, y la noche. Los músicos que se mueren en la boca de los metros; las guitarras de cuerdas rotas, los violinistas borrachos y las cintas mal grabadas que suenan en coches viejos y mal pintados.
Me gusta la banda sonora de las autopistas, los tíos con cicatrices y las motos que gritan.
Me enloquece el olor a cerveza por la mañana y el crujir de las tostadas con mermelada.
La ironía tiñe mi palabra de valentía... tu presencia la destiñe: cobardía. Pero, aunque la ironía no quita lo cobarde, me fascina usarla para fingir que yo también juego contigo. Me gusta jugar, y que juegues conmigo.
Apuesto siempre por el más débil; me gusta el pensamiento agarrotado en el rincón. Ese que llora sin que se le note y da patadas contra la pared; ese que tiene asumida la derrota y le jode. Ese que empezó con ganas de todo, hasta que todo se le vino encima.
Me gusta el caos, pero... no te me desestabilices, que también me gusta el equilibrio.
Me fascina el tango del humo del cigarro; las piruetas que realiza al salir de la boca y esa forma tan especial que tiene el humo para esfumarse.
También me gusta el olor a almendras amargas a media tarde, y el cloroformo en el café. Y el gatillo en tu garganta, y mi dedo decidiendo tu futuro. Y tus ganas de llorar. 

No me gusta cuando callas, porque recuerdo que sigues ahí.

Me gusta el ruido. Karen.

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