Arenas
movedizas y todo se hunde.
Es
decirte que el cielo se nos cae encima y lo que se nos cae es el suelo. Huellas
fugitivas, fugitivas del presente que se nos escapan de los pies, van corriendo
hacia atrás a observar el presente desde el cómodo pasado.
Temblor,
cataclismo y reajuste de grietas. Las mismas, en otra pared, hasta que esta
caiga como la anterior (y así sucesivamente hasta acabar conmigo). Porque soy
paredes, soy asfalto, soy centímetros de precipicio. Y caigo. Me caigo del suelo y voy a parar a no sé
dónde. Pero tormenta. Aquí abajo también hay sacudidas. ¿Acaso pretende el
mundo hacerme reaccionar? No me lo pregunto.
Y
paf paf paf. Caen bloques de cenizas, de tus recuerdos quemados y de los
poquitos que me diste.
Arenas
movedizas y todo se hundió.
Cáete tú también (hazme compañía), Karen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes gritar. O hablar, si lo prefieres.