Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

lunes, 3 de octubre de 2011

El suelo también se cae.


Arenas movedizas y todo se hunde. 

Es decirte que el cielo se nos cae encima y lo que se nos cae es el suelo. Huellas fugitivas, fugitivas del presente que se nos escapan de los pies, van corriendo hacia atrás a observar el presente desde el cómodo pasado.
Temblor, cataclismo y reajuste de grietas. Las mismas, en otra pared, hasta que esta caiga como la anterior (y así sucesivamente hasta acabar conmigo). Porque soy paredes, soy asfalto, soy centímetros de precipicio. Y caigo.  Me caigo del suelo y voy a parar a no sé dónde. Pero tormenta. Aquí abajo también hay sacudidas. ¿Acaso pretende el mundo hacerme reaccionar? No me lo pregunto.
Y paf paf paf. Caen bloques de cenizas, de tus recuerdos quemados y de los poquitos que me diste. 

Arenas movedizas y todo se hundió. 

Cáete tú también (hazme compañía), Karen.

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