Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

miércoles, 26 de junio de 2013

Una y otra, y otra vez.

Tras la calma siempre llega la tormenta, dicen. 
Una vez fui feliz, aunque ya no me acuerdo. He aprendido que cuando los síntomas de la felicidad me asechan, debo parar y afrontar lo que venga, porque después de la felicidad llega la tristeza; y tras esta, la felicidad. Es un contínuo sinvivir. Es un balde de agua helada el 14 de febrero. Es un medamiedoserfeliz.

Las palabras sólo significan algo si se corresponden con la realidad, si... si tienen una acción asociada a ellas. 
¿De qué coño sirve decir "agua" al que tiene sed si no vas a darle un botella llena de agua fría? Bah. Sé que no sirve de nada todo esto; que todas estas cosas que digo en este minúsculo espacio en la red se perderán y no me darán el superpoder de cambiar el curso del río, pero lo hago porque me da la gana hacerlo.

Una vez me inventé una historia, y se cumplió. Imaginé cómo acabaría, y se acabó. Una vez no supe como empezar otra, y una vez acepté quedarme para siempre en el  punto y final de una historia que no era tan genial como yo la veía. 
Una vez aprendí a no dar tanto sin recibir algo a cambio, una vez lo olvidé, y otra vez volví a aprenderlo. 

Las palabras... Bueno, a las palabras se las lleva el viento, pero los actos quedan, influyen, dañan y, a veces, matan. 
Una vez escuché una palabra de mentira que sonaba bastante real, pero no la creí porque las palabras ya no significan para mí lo que significaban antes, porque ahora me importan las acciones, los abrazos y las miradas que dicen cosas bonitas, los silencios y que me cojan de la mano, una cerveza gratis y dormir en paz.
Ahora (ahora que es demasiado tarde) sé que lo mejor es fingir, que a nadie le importa lo que sienta de verdad, que no merece la pena intentar solucionar un problema que viene siendo problema desde hace demasiado tiempo. Ahora que mi habitación en una pecera sin peces, que mi casa está donde estás tú, y que tú no estás... Ahora que sé lo que es la decepción. Ahora. 
Ahora seré una bonita figura de hielo, brillaré a contraluz y la gente me admirará... Y todo lo que piense se quedará atrapado conmigo, porque soy la única persona a quien la importa de veras lo que pase por mi mente. 
Ahora lo acepto, y aunque no sea importante, me iré. 
Una vez dije algo parecido y aquí estoy otra vez. 

Karen.

martes, 25 de junio de 2013

Somos libres para no ser libres.

"¿Cuántas veces no demuestran al hombre la experiencia y la razón que, en las mismas condiciones y con idéntico carácter, haría por milésima vez lo mismo que hizo antes? Así, al repetir un acto cualquiera en tales circunstancias, se obra siempre de la misma manera y el hombre siente indiscutiblemente  idéntica seguridad  de poder obrar como desea."
Guerra y Paz - Tolstói.

Nadie me obliga a sentir lo que siento; lo que hago, lo hago porque es lo que quiero hacer. Nadie me priva de felicidad ni tampoco nadie me ata con pesadas cadenas. En teoría, soy libre. Y la gente libre es feliz, ¿no es cierto? Y sin embargo...
Sin embargo lo contrario.
Karen.



martes, 18 de junio de 2013

No sólo es tristeza.

Me abruma tanto sinsentido. Odio que las cosas no parezcan lo que son. Me entristece el tictac del reloj.

No puedo hacer nada por cambiar; no puedo hacer que las canciones me vuelvan a sonreír, ni que los pecados me den igual. Tampoco puedo esperar obtener todo lo que pido (ahora que he aprendido a pedir; ahora que es demasiado tarde). No puedo jugar a ser Dios y mover fichas a mi antojo; no puedo, sencillamente no puedo, ser como era antes... Cuando no me importaba nada, cuando cedía y lloraba a escondidas pero no me importaba, cuando no tenía tanto orgullo y cuando... cuando creía en lo que quería creer. Cuando, sin saber muy bien por qué, fumaba sin saber hacerlo. Cuando creía que el amor era eso.
No puedo hacer que vuelvan las horas los meses los años, y se me va el aire cada vez que pienso que el tiempo se me agota -gota a gota, por las noches-.
Quizás soy una exagerada, quizás en otra vida fui poeta... ¿Qué importa?
Soy capaz de encontrar bastantes soluciones, pero nunca podré ponerlas en práctica porque no puedo cambiar... Y sin embargo, la gente cambia constantemente.
Me abruma tanto sinsentido, tanta teoría, tanta soledad...
Se me comen los días y espero (¡qué mala costumbre esa de esperar!) a que un día cualquiera cambie otra vez. Supongo que esto es como la lotería, y nunca he sabido jugar.
A veces me gustaría darle al botón de apagado, y no lo hago por la misma razón por la que deseo hacerlo: cobardía.
La más pura y sincera cobardía es el miedo a ser feliz.
No sólo es tristeza, es un montón de palabras feas y ganas de borrarlas, es el tiempo persiguiéndome, son besos encerrados en una botella... Es invierno frío de calles vacías.

Karen. 

sábado, 15 de junio de 2013

"Como aquel verano azul que se nos fue de las manos."

El invierno ha sido especialmente largo, tedioso, frío y si tuviese la ocasión de borrarlo de mi memoria, lo haría. Me despertaría un día, creyendo que todavía es verano y que casi todo está donde yo quiero que esté. Me despertaría y, para variar, quizás sería un poco feliz.
Es decir, no todo fue malo, hubo un día en el que vi la primavera en su boca... pero no hay ni habrá nada en el mundo que me haga sentirme orgullosa de este invierno.
Y aunque no odio a nadie que no sea yo misma, y quizás debería... a veces me gustaría borrar. Retroceder el tiempo y hacerle caso al corazón en lugar de ser siempre tan coherente. Siempre he sido muy de tener los pies en el suelo, tanto que, poco a poco, me voy hundiendo entre kilos de escombros, mierda y cuchara, polvo, y cenizas... Cenizas por las palabras en plata que dejé quemar bajo el sol abrasador de
aquel
verano
azul... Que se nos fue de las manos porque había mucho a lo que aferrarse. Siempre me resultará curioso esa facultad que tienen algunas cosas importantes para descatalogarse en cuestión de segundos y... Y ya está, se acabó, el verano quedó sepultado bajo un inmenso invierno frío y yo
con un
montón
de
ti.                                                                                                                  Pero no me olvides, escuché. 
Karen.

lunes, 10 de junio de 2013

Maldita espera.

Esperar, esperar, esperar. Tienes que ser paciente, me dicen. Tienes que entender que las cosas no suceden de la noche a la mañana, que todo lleva su tiempo y es menester saber esperar. Tienes que comprender que aunque el mundo se hizo en 7 malditos días, tú debes esperar muchos más. Sin embargo, es recomendable que no esperes demasiado; bien puede ser que esperes recibir algo que nunca recibirás y mueras antes que tu esperanza. Así que, puestos a saber... Tienes que saber que lo que unas veces es negro, otras es blanco, y sería muy conveniente saber cómo actuar ante el mismo estímulo de maneras diferentes. Es muy importante que no te derrumbes cuando veas blanco lo que antes era negro (o negro lo que antes era blanco) porque estarías actuando incorrectamente, demostrando que no sabes nada...y ya te he dicho que tienes que saber que. Es menester que sepas callar y sonreír cada vez que escuches algo non-grato, pero también has de hacerlo cuando te susurren caricias. En definitiva, tienes que saber cómo actuar y qué decir (o no decir) en cada maldita situación, porque tienes que ser paciente y no perder los estribos antes de tiempo. Tienes que demostrar que sabes esperar, aunque en realidad no sepas, me dicen.
Tienes que saber muchas cosas, y muchas de ellas inútiles, pero... mientras las aprendes, quizás te olvides de que sigues esperando; y todos sabemos que el tiempo pasa más rápido si no miras el reloj.

tic tac, toc toc. 
Karen.

miércoles, 5 de junio de 2013

De cuando tú... de cuando yo... Vol.II

Muy frecuentemente me ocurre sentirme identificada con versos que leo. 

Hace mucho escribí algo* que sentía, pero era algo que no me había pasado. Algo bonito y triste, algo así como invierno en pleno agosto.
Me parece bastante curioso que hoy haya vuelto a leerlo y me haya sentido tan identificada conmigo misma. No sé.. quizás no sea tan extraño pero once vinos duelen la soñarte... Shh.
En este momento de mi vida me parece más prudente leer que escribir.

*http://hayquegritar.blogspot.com.es/2011/05/de-cuando-tu-de-cuando-yo.html

Karen.