Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Vuelve a ser tu culpa.

Lo que viene después de ti no tiene nombre. Tampoco tiene nombre lo que haces, y vuelve a ser tu culpa: como todo.
Me sumerjo en litros de cafeína y me da por escribir en hojas blancas con márgenes de donde cuelgan los sueños que están de más -llenándose de polvo y de tiempo.- Lo que viene después de ti se llama nada. Nada es lo que hay mientras tú. Nada es lo que había antes que tú.
El tejado de mi casa me invita a saltar, a finjir que sé volar y demostrarlo -aunque muera en el intento.- El tejado de mi casa me cree las mentiras -como yo- y me incita a recitar de punto a punto El Himno de los Idiotas que no Saben Cómo Coño Soñar con los Ojos Cerrados y no Abiertos. Me lo enseñaste tú... vuelve a ser tu culpa.
Me las haré de equilibrista y sobre la cuerda floja de alguna guitarra, gritaré en Mi menor: ¡Do Re Mi Fa So La Es Toy!
Ay... ahí estoy: mírame. De puntillas en la cuerda y con ganas de estornudar. ¡Corre! Ven... Súbete aquí. Dame la mano. Intenta alcanzarme. No me dejes caer, abajo está esa nada que hay después de ti.
No. Tus manos no me tocan -vuelve a ser tu culpa.- Pero los ojos -ay, tus ojos- se anclan a los míos y duele. Duele porque el ancla se sujeta de mi pupila. De mi pupila y te ríes. No me haces gracia, pero te invito a un mate mientras te cuento cómo le hizo Olivieira para odiar a la Maga. Me fumo tu interés. 
Lo que viene después de ti, se llama tú. Inmenso espiral donde el tiempo se cuenta contando las vueltas de principio y no de reloj.
¡Achusss! 
No fue culpa de mi alergia al polvo, ni de la fina cuerda, ni de yo estando de puntillas... fue, como siempre: culpa tuya.
Por tu culpa, por tu culpa, por tu gran culpa. 
Fue tu culpa -tu soberana culpa- tener esos ojos. También lo fue que se toparan con los mío. No tuve nada que ver con no poder separar los míos de los tuyos. No fue mi culpa que vinieras, ni que te fueras. Tampoco fue mi culpa que regresaras esa vez... ni todas las demás veces.  Siempre ha sido tu culpa, y vuelve a ser tu culpa.

Lo que viene después de ti se llama él. 


Es tu culpa, pero te perdono. Karen.

martes, 27 de diciembre de 2011

No, no lo eres.

- ¿Eres feliz?
- Menuda pregunta.
- ¿Eres feliz?
- Pero ¿qué te pasa?
- ¿Eres feliz?

Nadie. Nadie quiere admitir que no es feliz, entonces mienten.

- Claro que soy feliz, joder. ¡Déjame en paz!

Karen.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Estoy ocupada vigilando mi libertad.

Oh, libertad. 
Se trata de respirar profundamente e intentar no estallar en mil pedacitos.

Al primer contacto sientes una textura rugosa pero no demasiado como para hacer daño, luego saboreas mejor y te das cuenta que el sabor suave y dulce (como si masticaras granos de azúcar) va acompañado de una textura lisa y ¡TAN POCO CONSISTENTE! que parece agua -recuerdas cuando llorabas y sonríes porque tienes una paradoja más para la colección- El sabor, a demás de dulce, tiene, de a ratos, insinuaciones a jalapeños rojos. Te arde la boca y sigues probando porque sabes que tarde o temprano encontrarás el azúcar de nuevo. La sensación es perfecta. El sabor se te queda en la boca laaaaaaargo rato -era necesario alargar la a, sí- Pero, como todas las cosas: se acaba. 
De acuerdo, no es muy difícil, lo tienes claro desde el primer momento: necesitas más, y ahora. 
Te crecen barrotes y el techo se te viene abajo; sientes cómo el aire entra y se aloja en tus pulmones pero no tienes ni la más remota idea de qué hace ahí, cuánto tiempo se quedará ni cómo coño lo sacas. Ocupa espacio y te agobia; las verdades se te acumulan en el pecho y sabes exactamente lo que necesitas. 

Un dosis. Pequeña. Es droga. No hay nada más placentero. Te haces mayor, y la dosis también. Crisis en el contrabando del material. Crisis personal. No hay perdón para quién te la dejó probar. Pierdes todo por un poco de Libertad. Libertad escasea y mueres por inanición. 
Maldita libertad. 
Por lo menos, murió limando los barrotes. 


Estoy ocupada custodiando mi libertad. Karen.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Di siempre que sí.

Eres la canción que escucho en este momento. Eres mis vueltas de reloj. Mi kilómetro cero. La sonrisa. 

No hago las maletas porque no tengo nada que llevarme. No me despido de nadie porque nadie está a mi lado. Respiro profundamente, me guardo las ganas de no creer y las sujeto bien fuerte con los nudos de mi garganta. Salgo a la calle; el asfalto desprende olor a gasolina y a noches de locura. Camino agotada, sin nada en el estómago a parte de las miles de mariposas que me dejaste. Pretendo que no estés demasiado lejos y que en el camino olvide que te quiero.

Sí.
Sí a darme a la fuga, a perseguir nubes los días de sol, a construir castillos de arena bajo el mar, a saltar desde el balcón, a dormir con la ventana abierta. Sí a todos los días de invierno, sí a los kilómetros que pienso recorrer, a los minutos de vida que me quedan, a correr hasta morir. Sí a viajar en globo, a no sonreír si no me da la gana, a no prohibirme pensar en ti, a dejar de lado mi pasado vacío. Sí a todo lo que me pidas, a todo lo que me digas. Sí a ti.

El tú del que huyo no es el mismo tú al que voy. Karen.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Incertidumbre.

¿Qué está ocurriendo en este momento? 
Me acostumbro a vivir con esta pregunta y ya no me importa no alcanzar nunca la respuesta. Tampoco me importa que cada vez que creo conseguirla, la carretera tome otra dirección.  Me acostumbro a vivir entre incognitas... y, en parte, me gusta(s).

A veces no pasa NADA, Karen.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Sospecho que algo de triste tiene tu mirada.

¡Ya sé por qué lo hiciste! Lo hiciste para no perderte. Para que cuando ya estuvieras muy lejos, poder regresar a mi lado. Regresar siguiendo los trocitos que fuiste tirando. Por eso me rompiste el corazón. Hansel y Gretel deben estar orgullos de ti.
Si me dices que este no fue el motivo, ya puedes ir dándote contra la pared y evitarme el trabajo de odiarte. Casi que mejor miénteme, me gusta.  No, no me gusta que me mientas, pero... te queda ¡tan bien! la mentira en los ojitos... te brillan, como supernovas apunto de morir. Entonces mueren y pestañeas, se te acaba la magia y la tristeza se transforma en verdad. La verdad no es mala, pero viste guadaña y le va el rollo death metal, lleva  pircings hasta donde te estás imaginando, y en la boca le crecen mentiras.
Ay tus ojos.
Sospecho que algo de triste tienen tus ojos cuando me cuentas que ayer conociste una princesa y que, perdidos, el dragón os llenó el cuerpo de calor.   
Sospecho que algo de triste tienen tus ojos -ay tus ojos- cuando me miras, te ries, y finjes, como yo, que eres feliz.
¡Ya sé porque tus ojos brillan! Me hablan en código morse para que, con los mios cerrados, te toque y lea en voz alta las palabras que te escondes en la piel. Venga... ¿a que es divertido? ¡Juguemos! Se llama mentira y no hay reglamento... haz lo que te plazca; te todas formas, vas a ganar tú.
Sospecho que algo de triste tienen tus ojos cuando de pronto suspiras, creyendo que no te miro, y le sonríes al reloj.
Sospecho que algo de triste tiene este juego que tanto me hace reír.

Pero, oye, no hay nada mejor que hacer. Karen.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Ya sé por qué no mueres: olvidé darle al gatillo.

No te olvido porque no puedo olvidar el futuro. Porque no me da la gana. Porque ya es rutina irme a dormir contigo, soñarte, despertarme y hacer como que olvido que te soñé, que te quiero y que no me importas.
No te olvido porque me gusta tener a alguien en mi mente y ya te has acomodado bien. Porque, aunque sé perfectamente que si quiero te olvido, no me apetece buscar otro en quien pensar (y creéme, lo necesito).
No te olvido porque me das calor, porque en la calle hace mucho frío y he perdido el abrigo.
No te olvido porque, en el fondo, me gusta hacerme daño (es mi pequeño lado masoquista). Tampoco te olvido porque sé que si lo hago, perdería una buena parte de mí. No te olvido porque no me da la puta gana ¡hostia!
Pero si no te voy a olvidar, por lo menos quédate cerca... hazme de abrigo y acompáñame a la calle, cógeme de la mano y haz como si me quisieras. No te estoy pidiendo mucho: sólo sígueme mintiendo.

Cargo el revólver con los versos que no te he dado, Karen.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

La muerte viaja en ambulancias blancas.

Hacer una triplevoltereta mientras aguanto la respiración e intento no pensar en ti. Contar hasta mil novecientas noventa y nueve ovejas y quedarme dormida sin llegar a las dos mil. Caerme de pie y vivir 7 vidas, como los gatos. Creer que puedo llegar a la meta antes de oír el disparo del inicio de carrera. Pensar. Morir. Y una ambulancia blanca...  pongamos que hablo de ti (parafraseando a Sabina).

Se me resbalan las oportunidades por las mejillas, me oxido los labios y te recuerdo.

Para morir hace falta ¡tan poco! Pero es ¡tanto! lo que tengo guardado. No necesito echarlo, pero... algún día -no muy lejano, preveo- no tendré espacio para más... entonces no podré guardarme nada y... bueno... ya sabes... sí, eso. Escucharás lo que ya sabes y... tú sabrás lo que haces.

Ya son muchos años en esa ambulancia... doctores sin licenciatura que te practican el RCP, chutes de adrenalina que no te despiertan, alcoholes de contrabando que te dan vida y te regresan de golpe a la camilla dura y fría (esa realidad tan desabrida)... y miras la ventana: la ciudad se aleja, vas de camino al hospital y te mueres sin haber vivido. Todo es tan.... ¡tan café con leche! como diría Cortázar. Te quedas como Oliveira sin Maga, como Talita sin Traveler, sin piedra para jugar a la rayuela ni cigarro con un buen mate... Te quedas con exceso de oxígeno porque no tuviste con quien compartirlo, con huecos en las manos porque nadie te las cogió. Te quedas solo, porque la soledad no es tonta y al cielo no te acompaña.

Pero... quizás algún rebelde sin cuidado decida saltarse la luz roja del semáforo y obligar a tu ambulancia a cambiar de carril. 

Hay una jeringuilla en el lavabo, pongamos que hablo de Madrid. Karen.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Y te vas en cero coma.

En los tiempos que corren, muchos piden por un puntofinal. La coma se ha puesto de moda entre las tiendas más concurridas y su precio es cada vez más barato. ¿Qué clase de gusto tenéis? ¿Qué de bonito tiene un coloríncoloradoestecuentosehaacabado sin puntofinal? ¿Por qué esta obsesión con las infinitas comas? Podría haberse puesto de moda el puntosuspensivo, que de esos tengo muchos; de mis tiempos contigo en los que coleccionaba todos tus finales conmigo. Habrá que seguir al resto. Karen.

martes, 22 de noviembre de 2011

Desoladora revelación.

Ultimamente hay una sola idea que me arranca de esta sospechosa calma en la que me he sumido (en la que me han sumido). Esa idea soy yo.
Me he llevado, sin planificarlo y ni siquiera desearlo, a un futuro de una habitación de noche con luces encendidas. La habitación está muda y el calor se puede ver en las gotitas del cristal de la ventana y en la piel.
Me encuentro unos años mayor y sé que hay alguien conmigo (en mí, sobre mí, bajo mí, pero a la vez: sin mí.) aunque no me llevé para él un rostro. Un patrón generalizado. Él: cualquiera.

Fui cargada de sensaciones, no de sentimientos. Mucho calor, poca emoción.
Me veo deshaciéndome del trabajo, del tráfico, de los humanos que no deberían llamarse así, de los dependientes sordos de las tiendas de música, de los minutos de 73 segundos y de miles de etcéteras que me persiguen a diario. Se los doy a él; se los meto por la piel... encajándoselos en los poros de su piel, entre su pelo, en sus labios y donde él quiera.
Me veo, harta de esconder mis palabras, desnudándome de pieles y asesinando al diccionario que me hizo ser así.
La idea me está fija, no se mueve ya; pero me desperté con sus huellas dactilares en los hombros.
Me veo saliendo por la puerta y con la naturalidad que nunca me fue dada, espero sin sonreír a que se marche. Me besa la mejilla y me olvido de su cara (si es que alguna vez la conocí).

Y me asusta que algún día esta idea rompa la crisálida y en lugar de la bella mariposa de colores verdes y azulados, salga el escorpión venenoso que se disfraza de fiesta pero llora y llora y se duele. Se duele de cada guiño que acabó en la cama y no en la almohada.

Tan absurda idea, que no puedo ser yo. Karen.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Cianuro para las heridas.

Mis hemisferios no se bajan del ring. Uno afirma tu existencia y el otro golpea para hacerlo entrar en razón.
Hoy me decanto por mi lado izquierdo, el razonable, el que sabe quién soy. Lástima que no hable mucho con él. Pero lo mejor de no saber quién soy es que puedo ser como me de la gana. Pero las ganas siempre te las dejo a ti.; a pies de tu portal, en el asfalto de aquella noche o en el abrazo a dos mesas de distancia. Te las dejo en las manos, pero tu Nietzche te dice que no son reales. Por eso ya no te las dejo, ya no las llevo encima (las guardo en una cajita, con mi corazón, por si me las quitan).

Cuando empecé a escribir, tenía pensado no hablar de ti (yo lo que quiero es hablar SOBRE ti), pero eres imposible. Eres como esa humedad molesta que me riza el pelo pero que no odio porque deja un olor a tierra mojada que me encanta. 
Te me pegas a los pensamientos. Es hacer matemáticas y concluir que YO - TÚ = 0 ---> YO = TÚ. Y cuando de ecuaciones se trata, siempre pienso en TÚ + ELLA + X = 0 ---> TÚ + ELLA = -X. Donde la X que sobra soy yo indudablemente.
Y esto también me pasa en la sintaxis, donde siempre soy el "azul" que acompaña a "cielo" (el complemento que está de más).
Peor es historia, porque inmediatamente me viene a la mente que yo nunca saldré en esos libros y tú nunca los escribirás. No constaremos en ningún sitio (será como si nunca hubiesemos existido).
Pero sin duda, la asignatura que peor llevo es física y química. La química me la imagino y nos junto donde no hay enlaces. Y la física ¡ese gran desconocido! A veces creo que no existes porque no me tocas. Por tu culpa suspendí el examen de la fuerza de rozamiento, porque si no puedo comprobarlo: no lo creo. Y tus dedos jamás se han deslizado por mi cuello y rozado hasta detenerse en mi pecho. Lo único que conozco del tema este de la física es la Ley de la Gravedad: esa fuerza que me hace quedarme sentada y firme en mi sitio cuando te veo alejarte y sólo deseo ir a buscarte. Esto es muy grave, como tú, que eres un problema. Pero no me pidas que te resuelva, suspendí matemáticas.

Hace rato que me perdí entre estas palabras, que son algo así como la quinta pata del gato de Schrödinger, que está muy ocupado resolviendo su propia paradoja.

Lo peor de todas estas frases escasas de sentido, función y objetivo es que no eres tú en quien pienso. Porque según yo, me quieres en secreto y sufres por el placer estratosférico que te supone llorar e inundar la habitación para tener una piscina donde ahogarte en invierno. Pero no.
Cuando me sonríes, le sonríes a ella.

Cambio de párrafo y comienzo de nuevo.
Pretendiendo no hablar de ti, hablaré de lo que no tengo. Yo me imagino que te tengo, que te compré una noche de enero mientras fingía que no tenía sueño. (PAUSA)
Ya está. He respirado y recargado el tintero del corazón. Y mientras acabo con esta hoja, me dispongo a pasar a la siguiente. Así: sin preliminares ni puntos y aparte. Soy fría y así la sangre con la que asesino tus palabras.
Demasiado (creo a veces). Soy como esa propiedad del agua que hace que esta se congele en su capa más externa para que los pecesitos chiquitines mantengan su calorcito. Así. Y no quiero entrar en detalles sobre lo que me considero; eso te lo dejo a ti.
De cuando en vez podrías regalarme un par de palabras (me valen con dos). Te sugiero un "te" (suenan muy bonitos) y puedes acompañarlo facilmente con un "quiero" en tiempo presente. Pero eres libre de hacer lo que quieras. Te quiero.
Pensándolo mejor, no me regales nada. Quiero ser mala y eres a quien tengo más cerca (al fondo a la izquierda, en mi pecho).
Te robaré las palabras. Te quedarás sin habla y tendrás que usar sólo tus ojos y mi tacto para expresarte. Vocalizarás torpemente y tus manos me topografiarán rigurosamente. Yo estaré encantada, pero en mi propósito de maldad...
Te haré cerrar los ojos. Te ataré las manos. Te sentaré en el frío suelo. Te susurraré al oido un mevoy. Me marcharé haciéndome daño y esperando que tú sufras como mínimo la mitad de lo que sufro yo.
Y mientras camine hacia  el bar vacío de siempre, pensaré que olvidé pedirte que busque el tequiero que te robé. Porque la vida es muy puta y yo me he vuelto muy mala.

De pronto me vi hablando de ti nuevamente, pero ya no me extraña. Si YO = TÚ, normal que todo el día me estés tan presente.

Y mientras espero a que te levantes y me empieces a buscar, yo iré de bar en bar, de esquina en callejón, de suburbio en mi mente... buscando una droga que caiga del cielo y me permita romper este enlace de hidrógeno que formé con nosotros.

Me consuela saber que, si lo lees, no sabrás quién eres porque yo no sé quién soy. Karen.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Me importa una puta mierda.

Tampoco es que me leáis. ¡Húndete en tu asqueroso ombligo! Vete a TU mierda, que yo ya tengo la mía. Ya no me vale con pensar en ti (joder, que sabes perfectamente quién eres). Ahora me ocupo de las demás estúpidas y corroídas cadenas que me atan al cielo. Bah. Karen.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Sé que no soy yo, que el cielo se viene abajo.

¿No te pasa que de pronto te sientes diminuto, tanto que parece que el cielo está más arriba? ¿Nunca te has sentido gigante, y pensaste que el cielo se estaba cayendo? No eres tú. Es el cielo, que al incharse con tantos sueños, no se puede sostener. Pero tranquilo, siempre hay alguien con un alfiler y..... ¡Pum! Adiós al cielo; se va con todos tus sueños. Sé el señor del alfiler. Karen.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Complicaciones de un corazón acortinado.

Erase en un cuerpo, un corazón.
Como cualquier otro, este latía con sus movimientos diastólicos y sistólicos, se alimentaba de oxígeno y, como buen corazón, se llevaba a matar con su vecino el cerebro. 
Pero esto no va sobre los corazones (de esto ya hablaré otro día), esto va sobre ESE corazón.

Primero que nada, y para que entendáis la historia, voy a ponerle un nombre. Corazón. Así se va a llamar (no os burléis, que no pretendo ser original).

Corazón sería un simple corazón más de no ser porque está acortinado. Sí, sí: acortinado.
Imaginaros una ventana. Desde dentro podéis ver hacia afuera, y desde fuera podéis ver hacia adentro. Ahora imaginaros una cortina y pasarla por la ventana. ¿A que ya no veis nada? 


Pero estas cortinas no se abren y supone muchos problemas: las estaciones.
Corazón lo tiene todo pensado; posee una estrellita -no tan grade como el Sol- que le da luz y calor cuando el frío le amenaza con un infarto. Esto está muy bien, el problema llega con el verano. Si con el calor de fuera no era suficiente... el de la estrella hace que Corazón se asfixie.
El calor es delirante; Corazón sonríe y sonríe: es feliz. Pero pronto se agota. El calor lo hace sudar, las palpitaciones se le aceleran, se pone rojo colorado, los nervios se le suben y... por poco se le muere el miocardio. Se siente tentado a correr la ventana y abrirla; que el aire lo despeje de tanto delirio. Pero las cadenas.
Corazón sufre. Y se lamenta. Y piensa en el día que se acortinó. E intenta recordar qué nefasto día decidió comprar las cortinas. Y recuerda que nació así: acortinado. 
Piensa en infartarse, pero, aunque lo odie, recuerda a su vecino el cerebro y se le pasan las tonterías.
Corazón ya tiene unos años, pero aún no se acostumbra a estos cambios de temperatura. (¡Venga! pensad un poquito, hombre.... todo es metáfora. ¿qué será la temperatura?)

Otra complicación es el aburrimiento. A veces se cansa de ver venas, arterias, y demases sin sentido. Pero Corazón no puede ver el exterior. Y nadie nadie nadie nunca nunca nunca jamás jamás jamás podrá mirar por su ventana. No habrá Romeo que le grite "¡Julieta!", ni ningún mal guitarrista que le cante. No habrá ojos que traspasen las cortinas, ni manos que rompan las cadenas.

Pero Corazón sigue siendo corazón, y sigue latiendo; al fin y al cabo: ES SU TRABAJO. No le pagan por quejarse.

Eres mi veranosinventanas, mi inviernosinestrella, mi temperatura, corazón. Karen.

lunes, 7 de noviembre de 2011

De cómo debe ser el mundo.

Para empezar: ¿por qué azul? ¿Por qué no morado, o verde?  El cielo siempre se ve más bonito cuando no es azul.
El mar sí, es perfecto. Azul casi negro y a veces transparente.
Para ser perfecto, el mundo debería contar con un botón de reinicio. Así, cuando ya no encontremos más teorías, ni podamos inventar historias novedosas; cuando ya hayamos agotado la intriga y nos dediquemos a crear estúpidas teorías basadas en otras que no explican nada nuevo, a rehacer viejas historias y a sumirnos en un aburrimiento crónico... alguien podrá levantarse de su cómodo sofá y accionar el botón.
Todo daría vueltas, los colores se mezclarían, la intocable Ley de la Gravedad se hundiría y traslatormentasiemprevienelacalma se posaría en el mundo.
Entonces no seríamos más que un puntito en el espacio, hasta que Nosesabequién, con su lápiz de hacer al mundo, nos explotó y blablabla, todos sabemos el resto. Nació la Tierra. ¡Pero por Dios! ¿A qué ser falta de imaginación se le ocurrió semejante nombre? A demás de poco imaginativo era poco observador, porque resulta que nuestra Tierra... es más Agua que Tierra. Aunque eso es lo de menos, ¿no? Un nombre no define quién eres. 
Bueno, una vez producido el nacimiento de la Tierra y demás sinimportancias... y BLABLABLA naciste tú y nací yo. Ay, ay, ay... naciste tú. Porque yo: de acuerdo, vale, genial. Nací y todo es perfecto. Pero tú: naciste, vale, perfecto pero... ¿tenías que meterte en mi camino? 
Si el mundo fuese perfecto, mi camino y el tuyo no se hubieran encontrado tan pronto. Si fuese casi perfecto, el tiempo se habría de detener para que pudiese retenerte hasta el momento justo en el que debiste aparecer.
Si el mundo fuese perfecto, la torre Eiffel estaría en mi jardín y el whisky saldría de las fuentes. ¡Ay, si fuese perfecto! Si lo fuese, ahora yo no estaría aquí y nunca habríais leído esto; porque yo estaría contigo en algún lugar muy muy lejano dejando que el café se enfriase un poco. 

Por ahora, céntrate en encontrar el botón, Karen.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Nunca me gustaron las bicicletas.

Las bicicletas son esos medios de transporte que agotan al corazón. 
Quieres ir muy rápido y el aire frío te hace llorar, 
pero lo más triste de todo es que nadie te espera en ningún lugar.

 Las bicicletas están hechas para conducir temerariamente y tropezarte con un sonrisabonita que te invite a un café.
Pero, como todo en este mundo: NADA FUNCIONA BIEN y entonces nacieron las motos y los coches.

Silogismo obvio:
En este mundo nada funciona bien.
Tú eres parte de este mundo.
Yo soy parte de este mundo.
Nosotros, como unidad, formamos parte de este mundo.
Nosotros no funcionamos bien.


Estoy en contra de este silogismo, pero... ¿qué quieres que te diga? Así funcionan las cosas.
Y esta carretera que llaman Vida, está llena de curvas. Voy en bicicleta, y a veces confundo las curvas con esquinas, entonces me detengo a esperarte. Siempre regresas ¿no?

Me consuela saber que esto es sólo una esquina más. Karen.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Cambio.

Ojalá que cambiar fuera igual de fácil como fácil es hacer "click".

Pero no, Karen.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Sólo estoy de paso.

Lo bueno de escribir tanto, es que nadie te lee. 
Esto es temporal, he parado en un motel a pasar la noche, y al amanecer, partiré hacia mi vida.

No digáis de mí que soy distante, tampoco que no me se os muestro (¡bah! no empecéis con la gramática.) y tampoco digáis que no os quiero. Porque, si no me saco del envoltorio en el que vine a este motel, es porque no quiero gastarme antes de llegar a mi vida.
Ay, no. No pienses (ahora te hablo a ti y no a vosotros) que me das igual. No pienses que tú eres el motel, no: ahí te encontré, y muy en el fondo, espero que te me pegues a los zapatos para así poder arrastrarte a mi camino cuando me vaya de aquí. 

¡Me hubiese encantado tanto conocerte en la vida! Pero no. Y te agradezco la compañía en el motel. Sé que a veces te enfadabas contigo mismo (con tus monstruos, o con lo que sea que te haga daño) y te ibas a otra habitación. Me dejabas sola conmigo misma (con mis monstruos, o con lo que sea que me recuerde a ti). Sé que algunas veces me confundías, y hacías como que me querías. Sé que de cuando en cuando pensabas en mí y tocabas a mi puerta. También sé que casi nunca estabas: con estar quiero decir estarunidosmejillacontramejillaalcalordelasmanosmientrasmiramoseltechosinohayestrellas.

Ya no me queda mucho tiempo ¿sabes? Mi estancia en el motel ya está paga y... pronto he de irme. Sé que no lo sientes, que tú también te irás. Pero a mí no me da igual; y, por si no te das cuenta, me estoy desenvolviendo despacito muy despacito -así como desnudándome, quedándome en piel- mientras escribo esto que se sale de lo habitual (y del corazón).
NO. No te pienses que todo esto es por ti (jejee, lo siento, pero alguna mentira tenía que meter).

Ay, sí. Me gusta. Escribir es... es como... algo así como... el papel es una caja y las palabras los ladrillos que no me dejan salir del hall del motel; tengo que meter los ladrillos en la caja para salir. Y yo quiero salir. Por muy agradable y demás adjetivos que sea tu compañía, sé que, si te encontré en el motel y no en la vida es porque en la vida me espera alguien mejor.

No digas de mí que no te quiero; si no te lo digo es porque espero que lo sepas. No te creas que no te busco; pero ocurre que vas tan rápido que nunca te alcanzo. 
¡Tírame de la lengua! que te quiero hablar.

Y cuando amanezca y deba irme... me despediré. Sí. Sé que las despedidas duelen, que no son bonitas, que entristecen al alma y demases.
Te miraré a los ojos, los anclaré a los míos. Te sonreiré y respiraré despacito. Te daré un regalo (algo así como un abrazo) y te diré como pueda (si no me falla la voz) : de menos, te echaré de menos. 
Entonces pasaré por el hall, saldré por la puerta cargando con mi maleta, pisaré el asfalto de la realidad, me tambalearé con el viento frío pero, sin mirar atrás, me marcharé. Subiré a mi coche y a kilómetros por hora huiré de ti. Me dolerá sí, pero duele más estar junto a ti, compartiendo habitación de motel, si sé perfectamente que ESTO ES TEMPORAL. 

Mis enhorabuenas si habéis leído todo, Karen.


jueves, 3 de noviembre de 2011

Llévateme.

- Gracias por ayudarme a sobrellevar esta ciudad.
- Cuando quieras damos una vuelta.
- Ahora mismo estoy en término medio.

Pero oye, no te lleves mi razón.

Conmigo te sobra. Karen.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Nunca me propuse la felicidad.

Degradación del recuerdo. 

Dicen que cuando algo muere
hay que regalar un minuto de silencio.
Murió
y casi no me entero,
pero por Dios, ya no te espero. 

Dicen que allá en el cielo te va bien.
Yo no me quejo;
aquí en el infierno, que los elegantes llaman averno
le invento un invierno a tu recuerdo eterno. 

Dicen, ¡tanto dicen!
que cuando el diablo miedo sale a pasear
tu piel lleva como disfraz.

No.
¡NO!
He dicho que no.
Más te vale no escucharme.
Aquí abajo no veo tu luna ni escucho lo que dices.
Ya tengo suficiente con el eco del recuerdo
que resuena en las paredes de este infierno.

Dicen, y digo yo, que eres lo peor.
Te vienes y vas como un huracán
y destrozas todo allá donde vas. 
Te vistes con tu mejor traje,
sí, ese de color índigo
que tan azul o tan negro parece
y que de día o tarde, siempre anochece.

Dicen que esto es mentira.
Falso o palabras de vacío,
y no están muy perdidos.
Por eso, haz el favor de no morir
que yo haré como que vuelvo a vivir. 

Este lugar es un rompecabezas, un puzzle gigante de piezas mínimas. Y en cada una de ellas está escondido un trocito de alguna letra. Por eso, hasta que no mueras (y acabes tu rompecabezas -que por algo se llama así-) no creas saber la palabra que se esconde. No digas ser infeliz cuando ni siquiera has vivido. 

El recuerdo es un sentimiento, el más mutable de todos. 

No, no me esperes, vete. Karen.

martes, 1 de noviembre de 2011

Está claro que el mundo no es como debería ser.

Es noviembre, debería llover.
Me equivocaron de siglo, entonces "tuve que dejar de ser yo y dedicarme a escribir".
Las cosas son así, de acuerdo. No pasa nada. ¡Que estoy muy bien!

Pensar es como hacer. Si haces muchas cosas a la vez, todo te saldrá mal. Concentración. Seamos embudos. Mira, es sencillo... invádeme con tus sonrisas, tus risas, tu par de ojos, tus palabras, TUS PALABRAS ¡POR DIOS!, tus silencios (sí, con esos también. Que aunque muy vacíos, llenan bastante), invádeme con tus pisadas, tus llamadas, tu piel, tú. Invádeme de ti; que yo lo filtraré y lo reduciré a cenizas con las que te pueda fumar.

Hoy me di de bruces con una señora mayor y despiadada. Vestía canas en el pelo y de los ojos le colgaban lágrimas. Su sonrisa ya estaba un poco vieja, los extremos le pesaban y se le caía formando una C al revés. C de claroquenoestoybien, de cansancio, de casicasisiempreescasi, de cadavezquevienestevas. Era una señora común, del montón. Dicen que una vez fue feliz, y ya no pudo volver a serlo; que el Tiempo la hizo presa y ella cayó. Dicen que quiere a todo el mundo, pero que a ella nadie le corresponde. Dicen, dicen que dicen que se llama Tristeza. 

El problema es que no estoy mal. No estoy triste, no estoy mal, ni quiero alguien a quien amar. Quiero. Solamente quiero. Tú, que no eres nadie. A ti. Y cuando tengo: no quiero. Porque me gustan los principios, pero no el contenido y ni mucho menos los finales.
¡Que me gusta llegar hasta el penúltimo escalón! Me gusta rozar el cielo desde la cama. Me gusta gastar mi último átomo de hidrógeno antes de coger un puñado más. Me encanta tirar una piedrecita, girarme y esperar a que me reclames. ¡QUE SÍ! QUE SOY DE LAS QUE SE ASUSTA AL TENER EL GATILLO ENTRE LOS DEDOS!

Pero no te canses de invadirme, Karen.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Corazón mercenario.



-          Dame palabras, que yo moriré por ti – latió como en un susurro, mi corazón. Estúpido corazón, mercenario, y sin cicatrices de guerra.

Tus palabras (a galope) viene, armadas de rosas sin pétalos, a clavarme sus tildes y mayúsculas; sus tes, es, espacios, qus, us, is, es, erres y os.
Yo, valiente a mi manera, junto a mi ejército de uno, me enfrento a ellas en estas tierras de nadie. No es guerra (con final), es batalla. Tampoco busco ganar, sólo espero no perder. Para así poder decir que, por perder,  sólo me he perdido en el charco de tus ojos. ¡Aire! Necesito oxígeno, quitarme hidrógenos de esta agua (que ya me sale hasta por los ojos) y dejar de ahogarme.
Y si algún día ves burbujas bailar a tu alrededor… ten presente que, si me ahogué, de mí sólo quedó lo que pudo subir a la superficie. Explótalas y escucha. Hiérete tú ahora, con las espinas de esas rosas. Que ya sabes que tus balas, algún día serán boomerangs (loquesubetienequebajar).

Pero GUERRA. Guerra. guerra.  Y ahora, estoy mal posicionada. Llevas ventaja.
Aviones velocísimos, granadas de miradas, metralletas de guiños, bombas lacrimógenas de palabras (para morir despacito)… escombros.
Hace tiempo que todo está destrozado, viniste para arrasar. Y cuando te veas vencedor, y el territorio sea tuyo por derecho, este estará tan gris y sobrellovido, que te marcharás (como siempre) a conquistar uno mejor.

En tiempos de guerra… más vale sonreír. Yo me río, me carcajeo y hasta lloro… pues tus balas me erizan la piel, tus espinas me dibujan cicatrices invisibles, tus golpes me acarician… y me gusta que me invadas. (¡Menudo corazón buscaproblemas! Siempre con ganas de luchar.)


No quiero tregua, Karen.

lunes, 24 de octubre de 2011

El rosa no es un color.


¡QUÉ NO EXISTE! No, no, ya sé lo que estás pensando… que sí existe, que en qué estoy pensando, que cómo se me ocurre, ¿acaso no lo veo?
El rosa de los cuentos, de las mejillas cuando hay calor, de la sonrisa sin motivo.
Sólo existe el rosa de mis calcetines.
¡Caput! Agua fría. Tranquilidad…. que no es ninguna sorpresa.
Nihilismo y me sumerjo. ¿Dónde diablos estoy? No importa, no importa nada porque nada existe, porque el cielo es de espuma y el suelo de cerveza. Palabras que viajan en aviones de papel, que se ahogan con el humo de los coches y disfrutan cuando no existen: odiosas. Perras negras, como diría Julio.  Y el Paco Ortega… todos los días aumento la lista de las cosas que no hablo nunca. Pero así. ES ASÍ. Punto y final.
Y no, no espero que esto tenga el más mínimo sentido. ¿A vosotros qué os importa? Iros a mezclar rojo y blanco, a ver qué os sale.
Sospecho que el techo de mi habitación nunca está en el mismo sitio. Interrogante. (Es analogía, metáfora, palabras escondidas. Y la gracia está en que no te lo voy a explicar.) Pero… ¡Ay, mi techo! Agrietado y con goteras, cascadas de agua cuando llueve. Se cuelan tormentas, pájaros, rayos y centellas, café frío, mañanas de lunes, silencios incómodos, sonrisas tuyas; y cuando hace sol, entran también algunos rayitos de luz que calientan el corazón. Mi techo es rosa. Pero el rosa ya no existe. Es un color descatalogado. 

¡Que se muera Paris y sus rincones!

El rosa es la no-realidad, Karen.

jueves, 20 de octubre de 2011

Vamos... recuérdame.


No ofrezco recompensa. 
Pensaba en mí, me llamé y no contesté. Entonces descubrí que me había perdido. Repasé los días de mi ausencia y… no me extrañó darme cuenta que hacía mucho que no estaba y no me había percatado. Ni siquiera me echaba de menos. Tampoco quiero regresar. ¿Pero dónde diablos estoy?
Quizás me confundí de cama, y me metí al espejo antes de dormir. Ó… puede que esté tumbada en alguna montaña pidiendo deseos inútiles a pequeñísimas estrellas fugaces. ¿Quién sabe? a lo mejor estoy contigo. Es posible que me haya vuelto valiente y esté rodeada de llamas mientras intento salvar a ese hombre de gafas gigantes. Pero no. Lo más seguro es que la sombra se haya hecho conmigo.
¿Qué me pasó?
¿Dónde están los versos?
¿Dónde están los tequierotequierotequieroquenuncatediré ó los notevayasquédateunpocomásamilado ó los nomepreguntestementiréesperandoquesepasquemiento?
Si soy sincera… no quiero regresar. Aquí se está muy bien. Es temporal, lo sé…

Pronto lloverá y mi caja de cartón se estropeará.
Entonces mi corazón, a descubierto quedará.
Y si por ahí estás
En él tu imagen verás.

No pienso regresar. Si regreso, me expulsaré de nuevo y cubriré mi corazón con cemento y piedras. Porque de nada vale tener un corazón si no lo sabes usar.

Y ahora: te recuerdo quien era.

Piénsame.
Coloréame las mejillas
Con tus mentiras.
Quiéreme.
Sujétame fuerte y que me vaya no dejes
Pues yo sólo quiero que me apretes
Y que mi corazón sujetes.
(…)
Pero eres ausencias de ti
Y me quieres sólo para dormir.
Vete así
Muy lejos de mí…
Pero quiéreme cuando regreses
Y has como si descubrieses
Lo que te quiero.


(Introducir consejo, que a mí se me han agotado), Karen.  

martes, 18 de octubre de 2011

Maldigo cuando soy feliz.

No quiero ser feliz un día, porque sé que al siguiente no lo seré.
Somos como uno de esos hierros de parque : mucho peso de un lado hará que, inevitablemente, el otro suba.
Para estar en equilibrio no hay que ser muy felices (ni lo contrario).

La habitación del pomo azul.


No necesariamente yo, pero iba. Vestía… ¿qué vestía? Da lo mismo (pequeñeces). Era mayor, y eso es un dato que considero importante.
Sabía que nunca era la respuesta, pero jamás encontré la pregunta.

Bueno… iba. Iba y el camino era liso. Liso parqué, lago congelado, pista de bolos, liso. ¡Aún no sé cómo no me caí! No, pero sí lo sé. No me caí porque no quise caerme. Pero… el mero hecho de estar ahí significaba que ya me había caído.
Entonces, iba. Andaba por un largo y ancho pasillo… algo así como una carretera sin coches, sin cielo azul ni nubes, sin paisajes que van corriendo y se alejan de ti (así como tú te alejas de mí. Conclusión: eres mi camino)…. Como una carretera dentro de una caja de zapatos.

Ya sé lo que te estás imaginando. ¡Típico de la gente! No. No. No. No estaba oscuro. Había mucha luz; tanta, que me cegaba. Sentía que los ojos también se me caían, que el norte era el sur, que lo profundo estaba al alcance de mis manos y que ya no habían paredes. Era como volar en vertical, sintiendo la seguridad de un suelo bajo los pies.  
Qué extraño. Sentía que me quitaban algo, pero me sentía bien. Libre, dicen por ahí.
No. No. No. No, tampoco llegué a ningún lado, porque fue entonces (¡cuando más así me sentía!) cuando el suelo se abrió y caí a otro sitio. Realidad.
Mi colchón, como tantas otras veces, me hizo las veces de nubes y no me dolió tanto la caída. Desperté. Posé mis calcetines de rayas blancas en un suelo de verdad, observé mis paredes de alrededor y me dispuse a salir de esa habitación con el pomo de la puerta, azul.

No necesariamente yo, tú.

¿Soñáis? Karen.

domingo, 16 de octubre de 2011

El tres está esTRESado.


Lo que ocurre en Los Sueños, se queda en Los Sueños.  No tengo pensado ir a Las Vegas.

Nunca voy por el camino correcto porque mis pies no me pertenecen, aunque los conozco: hemos ido a un par de sitios juntos. No nos vemos mucho porque ellos viven en Las Nubes. Van pisando condensaciones de agua y se burlan de las leyes físicas. Y, para darme envidia, de cuando en cuando se van a la Luna, me saludan desde ahí arriba y me envían postales. Crueles. Malvados. Malvaviscos.
 ¿Qué les cuesta estar en tierra firme, unirse a mí y estar bajo mis órdenes?
Verdeazulmarrón. Hmmm…. es un bonito color, ¿no?
Nunca aprendí a jugar la rayuela, y empiezo a sospechar que desde nunca mis pies me han pertenecido.
Me ignoran, toman sus propias decisiones y me dejan a mí a un lado. ¡Y ni siquiera sé a qué lado!
No les gusta correr y yo bebo el té con pajita. Son dos y la tinta de la impresora se me ha acabado.
¿Y? Y….. esa conjunción tan usada. Ya sabéis, sirve para unir dos términos que guardan relación. Eso dicen los que saben, y saben que nos mienten. Un ejemplo claro:  
tú y yo.
¿Tenemos relación?  NO.
Y por esta razón, mi cabeza va por el camino que siguen mis pies.

Tres. (es una pequeña mención, para que el título tenga algo de sentido)
 Nunca hay jardines cuando necesito echar raíces.

 Sígueme el camino recto, por el más torcido y háblame de tus defectos constitutivos. Karen.

sábado, 15 de octubre de 2011

A veces pasa...

...que el problema te da la solución.
Insight. Caput. ¡Bom! Splash. Crac. Tictac. 
Siempre lo supe, pero es ahora, cuando me lo dice otra voz que no es la de mi cabeza, cuando me lo creo.
Soy cárcel. Barrotes de piel y hueso. Y cuando escucho, escucho también mi propia respuesta y su eco que rebota en las paredes.
Pero, en el fondo, gracias. Karen.

viernes, 14 de octubre de 2011

Sonreír, complemento del verbo.

Soy la acción (el verbo, el efecto, el predicado, los trozos de conversación, las pisadas, los silencios derramados en el colchón, la montaña que va Mahoma, el cronómetro del tiempo, el sí, el no, el nudo en la garganta, el corazón sin marcapasos, el juego sin reglas, el camino. Soy kilómetros de ti.)

La sonrisa sólo es un complemento.

Ah, también soy horas sin dormir, minutos en blanco y papel sin tinta. (Así, como aclaración.)

Pero ¿qué importa el verbo si no hay sujeto?
Me sujeto.
Me sujeto con el complemento.
Me sujeto con el complemento para no resbalar por el final de la línea y caer por el margen, acabando olvidada en ese mundo en blanco. Aunque ahí las cosas no son tan malas, el blanco da libertad. Ahí no hay líneas a las que aferrarse fuertemente (dejándose uñas, tinta, y huellas dactilares). Ahí no existe.

Entonces me pienso, me pienso al borde del punto final y me veo buscando el tiempo que perdí. Me veo buscando otro complemento, otra sintáxis. me veo buscando una frase inacabable que empiece sin mayúsculas que no lleve signos de puntuación que le de una bofetada a la Real Academia Española o a cualquier otra Academia que se entienda todo lo que quiera decir y que que que y que se le vea la piel al escritor por entre los espacios de las palabras ¡y los suspiros! HABLANDO EN MAYÚSCULAS PARA GRITAR y sólo usando puntos finales cuando se quiera ser preciso (Soy silencio.) Hablar en primera persona para decir lo mucho que te pienso, usar la segunda para hablar de los sueños y la tercera para.... la tercera siempre sobra PERO ES LA ESTÚPIDA REALIDAD, y la realidad es lo que cuenta. (Usé punto final, quise ser precisa)

¿Entonces qué importa el verbo si no hay sujeto?
SIEMPRE hay sujeto. Sé sincero y no te mientas. Y el sujeto siempre puede más que el verbo. Y el complemento siempre es prescindible y se rompe.

Se rompe, tercera personal del singular, realidad. Karen.




miércoles, 12 de octubre de 2011

Cafécafé.


Ya es de mañana y tienes que despertarte.
Descubres que tus pies siguen donde los dejaste
Y que, por más que mires, el del espejo
Eres tú pero en otra parte.

Ya estoy despierta y no dejo de pensarte.
Llegan las nubes de horario diurno con ganas de trabajar
Y yo, cansada de soñar, te veo en ellas pasar.
Mis pies siguen en el suelo que piso
Y por más que en caminar me esfuerzo
Nunca nunca jamás tropiezo.  

Me levanto y veo que sigo en el espejo
Me sonrío y pienso:
“¡Caramba! Que intenso.
¿Será que hoy el día tendrá incienso?”
Mis ojos ya están buscándote
Y sólo te encuentran difuminado
En el reflejo de mi espejo nacarado.

Agua caliente.
Pensar en ti.
Dos cucharadas y media de café
Y todo por malquerer té.
El azúcar me llama, pero nunca lo usé
Eso de las pieles jamás se me dio bien.

Salgo a la calle que amanece bostezando.
Sinuosos caminos rectos que no llevan a ningún sitio
Me repiten ocho veces que vuelva al principio.
Le llevo la contraria y me lanzo a mar abierto
Y todo esto, con el pecho descubierto.
Con el corazón al aire.
Pulmonía.
Muere lentamente en este día
Tan café sin leche ni mediodía.

Karen Acuña.

Cafésóloconpocalecheysinazúcar, Karen.

martes, 11 de octubre de 2011

Sé que lo has hecho alguna vez.


-          ¿Hola? ¿Me oyes? ¿Estaaaaaaaaás ahí? Seguro que es tu teléfono, el mío no tiene problemas. Por favor, si me escuchas di algo. ¿Se ha caído la comunicación? ¿Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa? Holaaaaaaaaa.

Me pregunto por qué. Es decir… resulta evidente que la comunicación se ha caído. Que ya no hay nadie al otro lado del teléfono. Que por más que hables, no te van a oír.
Quizás te gusta hablar, y si no hay nadie que interrumpa: mejor que mejor ¿no?
¡EGOCÉNTRICOS! Egocéntricos todos.
¿De verdad? ¿De verdad crees que repitiendo “¿estás ahí?” hasta la saciedad, sin obtener respuesta, alguien contestará?
¿No te sientes estúpido hablando sólo?
¿En serio esperas respuesta? Admiro tu perseverancia y el grado de fidelidad que le tiene tu esperanza al buen dicho “la esperanza es lo último que se pierde”.
Pero, seamos sinceros…. Eres idiota.

¿Hola, estás ahí? Soy idiota y te espero, Karen.