No te olvido porque no puedo olvidar el futuro. Porque no me da la gana. Porque ya es rutina irme a dormir contigo, soñarte, despertarme y hacer como que olvido que te soñé, que te quiero y que no me importas.
No te olvido porque me gusta tener a alguien en mi mente y ya te has acomodado bien. Porque, aunque sé perfectamente que si quiero te olvido, no me apetece buscar otro en quien pensar (y creéme, lo necesito).
No te olvido porque me das calor, porque en la calle hace mucho frío y he perdido el abrigo.
No te olvido porque, en el fondo, me gusta hacerme daño (es mi pequeño lado masoquista). Tampoco te olvido porque sé que si lo hago, perdería una buena parte de mí. No te olvido porque no me da la puta gana ¡hostia!
Pero si no te voy a olvidar, por lo menos quédate cerca... hazme de abrigo y acompáñame a la calle, cógeme de la mano y haz como si me quisieras. No te estoy pidiendo mucho: sólo sígueme mintiendo.
Cargo el revólver con los versos que no te he dado, Karen.
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