Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

sábado, 23 de febrero de 2013

¡Qué tonto, si nunca hubo nada!

¿Qué decir? ¿Que el tiempo de los besos y el sudor es la hora de dormir?, ¿que las caricias se las guardas a tus muertos? o ¿que se joda el viento?
Todas las canciones hablan mejor que yo, y por eso no me gusta escucharlas. Pero lo hago. Lo hago porque huir nunca es la respuesta correcta.
Al callejón oscuro y sin salida le han crecido esperanzas y las he mandado a cortar porque no hacían juego con mi colección de tristezas.
El silencio es algo frío, un impacto frontal contra un bloque de preguntas sin formular, pero también es una estupidez, porque a nadie le importa lo que no se dice.
Harta que estaba de que siguieran creciendo esperanzas en mi callejón, mandé asfaltarlo todo, incluida la poesía. Murió. Su fantasma me persigue noche y día.
Me dijeron que no podía, y les creí.
Amor multiplicado por tres es igual a cero.
Todos mis barquitos de papel naufragaron; lloré lo mío y lo que nadie lloró.
Alguien secuestró mi felicidad y nadie quiso pagar el rescate.
Echo de menos algo que nunca he tenido, y todo lo que perdí.
¿Y qué más decir? Que necesito que...
Karen.


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