Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

viernes, 14 de octubre de 2011

Sonreír, complemento del verbo.

Soy la acción (el verbo, el efecto, el predicado, los trozos de conversación, las pisadas, los silencios derramados en el colchón, la montaña que va Mahoma, el cronómetro del tiempo, el sí, el no, el nudo en la garganta, el corazón sin marcapasos, el juego sin reglas, el camino. Soy kilómetros de ti.)

La sonrisa sólo es un complemento.

Ah, también soy horas sin dormir, minutos en blanco y papel sin tinta. (Así, como aclaración.)

Pero ¿qué importa el verbo si no hay sujeto?
Me sujeto.
Me sujeto con el complemento.
Me sujeto con el complemento para no resbalar por el final de la línea y caer por el margen, acabando olvidada en ese mundo en blanco. Aunque ahí las cosas no son tan malas, el blanco da libertad. Ahí no hay líneas a las que aferrarse fuertemente (dejándose uñas, tinta, y huellas dactilares). Ahí no existe.

Entonces me pienso, me pienso al borde del punto final y me veo buscando el tiempo que perdí. Me veo buscando otro complemento, otra sintáxis. me veo buscando una frase inacabable que empiece sin mayúsculas que no lleve signos de puntuación que le de una bofetada a la Real Academia Española o a cualquier otra Academia que se entienda todo lo que quiera decir y que que que y que se le vea la piel al escritor por entre los espacios de las palabras ¡y los suspiros! HABLANDO EN MAYÚSCULAS PARA GRITAR y sólo usando puntos finales cuando se quiera ser preciso (Soy silencio.) Hablar en primera persona para decir lo mucho que te pienso, usar la segunda para hablar de los sueños y la tercera para.... la tercera siempre sobra PERO ES LA ESTÚPIDA REALIDAD, y la realidad es lo que cuenta. (Usé punto final, quise ser precisa)

¿Entonces qué importa el verbo si no hay sujeto?
SIEMPRE hay sujeto. Sé sincero y no te mientas. Y el sujeto siempre puede más que el verbo. Y el complemento siempre es prescindible y se rompe.

Se rompe, tercera personal del singular, realidad. Karen.




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