Es noviembre, debería llover.
Me equivocaron de siglo, entonces "tuve que dejar de ser yo y dedicarme a escribir".
Las cosas son así, de acuerdo. No pasa nada. ¡Que estoy muy bien!
Pensar es como hacer. Si haces muchas cosas a la vez, todo te saldrá mal. Concentración. Seamos embudos. Mira, es sencillo... invádeme con tus sonrisas, tus risas, tu par de ojos, tus palabras, TUS PALABRAS ¡POR DIOS!, tus silencios (sí, con esos también. Que aunque muy vacíos, llenan bastante), invádeme con tus pisadas, tus llamadas, tu piel, tú. Invádeme de ti; que yo lo filtraré y lo reduciré a cenizas con las que te pueda fumar.
Hoy me di de bruces con una señora mayor y despiadada. Vestía canas en el pelo y de los ojos le colgaban lágrimas. Su sonrisa ya estaba un poco vieja, los extremos le pesaban y se le caía formando una C al revés. C de claroquenoestoybien, de cansancio, de casicasisiempreescasi, de cadavezquevienestevas. Era una señora común, del montón. Dicen que una vez fue feliz, y ya no pudo volver a serlo; que el Tiempo la hizo presa y ella cayó. Dicen que quiere a todo el mundo, pero que a ella nadie le corresponde. Dicen, dicen que dicen que se llama Tristeza.
El problema es que no estoy mal. No estoy triste, no estoy mal, ni quiero alguien a quien amar. Quiero. Solamente quiero. Tú, que no eres nadie. A ti. Y cuando tengo: no quiero. Porque me gustan los principios, pero no el contenido y ni mucho menos los finales.
¡Que me gusta llegar hasta el penúltimo escalón! Me gusta rozar el cielo desde la cama. Me gusta gastar mi último átomo de hidrógeno antes de coger un puñado más. Me encanta tirar una piedrecita, girarme y esperar a que me reclames. ¡QUE SÍ! QUE SOY DE LAS QUE SE ASUSTA AL TENER EL GATILLO ENTRE LOS DEDOS!
Pero no te canses de invadirme, Karen.
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