Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Cianuro para las heridas.

Mis hemisferios no se bajan del ring. Uno afirma tu existencia y el otro golpea para hacerlo entrar en razón.
Hoy me decanto por mi lado izquierdo, el razonable, el que sabe quién soy. Lástima que no hable mucho con él. Pero lo mejor de no saber quién soy es que puedo ser como me de la gana. Pero las ganas siempre te las dejo a ti.; a pies de tu portal, en el asfalto de aquella noche o en el abrazo a dos mesas de distancia. Te las dejo en las manos, pero tu Nietzche te dice que no son reales. Por eso ya no te las dejo, ya no las llevo encima (las guardo en una cajita, con mi corazón, por si me las quitan).

Cuando empecé a escribir, tenía pensado no hablar de ti (yo lo que quiero es hablar SOBRE ti), pero eres imposible. Eres como esa humedad molesta que me riza el pelo pero que no odio porque deja un olor a tierra mojada que me encanta. 
Te me pegas a los pensamientos. Es hacer matemáticas y concluir que YO - TÚ = 0 ---> YO = TÚ. Y cuando de ecuaciones se trata, siempre pienso en TÚ + ELLA + X = 0 ---> TÚ + ELLA = -X. Donde la X que sobra soy yo indudablemente.
Y esto también me pasa en la sintaxis, donde siempre soy el "azul" que acompaña a "cielo" (el complemento que está de más).
Peor es historia, porque inmediatamente me viene a la mente que yo nunca saldré en esos libros y tú nunca los escribirás. No constaremos en ningún sitio (será como si nunca hubiesemos existido).
Pero sin duda, la asignatura que peor llevo es física y química. La química me la imagino y nos junto donde no hay enlaces. Y la física ¡ese gran desconocido! A veces creo que no existes porque no me tocas. Por tu culpa suspendí el examen de la fuerza de rozamiento, porque si no puedo comprobarlo: no lo creo. Y tus dedos jamás se han deslizado por mi cuello y rozado hasta detenerse en mi pecho. Lo único que conozco del tema este de la física es la Ley de la Gravedad: esa fuerza que me hace quedarme sentada y firme en mi sitio cuando te veo alejarte y sólo deseo ir a buscarte. Esto es muy grave, como tú, que eres un problema. Pero no me pidas que te resuelva, suspendí matemáticas.

Hace rato que me perdí entre estas palabras, que son algo así como la quinta pata del gato de Schrödinger, que está muy ocupado resolviendo su propia paradoja.

Lo peor de todas estas frases escasas de sentido, función y objetivo es que no eres tú en quien pienso. Porque según yo, me quieres en secreto y sufres por el placer estratosférico que te supone llorar e inundar la habitación para tener una piscina donde ahogarte en invierno. Pero no.
Cuando me sonríes, le sonríes a ella.

Cambio de párrafo y comienzo de nuevo.
Pretendiendo no hablar de ti, hablaré de lo que no tengo. Yo me imagino que te tengo, que te compré una noche de enero mientras fingía que no tenía sueño. (PAUSA)
Ya está. He respirado y recargado el tintero del corazón. Y mientras acabo con esta hoja, me dispongo a pasar a la siguiente. Así: sin preliminares ni puntos y aparte. Soy fría y así la sangre con la que asesino tus palabras.
Demasiado (creo a veces). Soy como esa propiedad del agua que hace que esta se congele en su capa más externa para que los pecesitos chiquitines mantengan su calorcito. Así. Y no quiero entrar en detalles sobre lo que me considero; eso te lo dejo a ti.
De cuando en vez podrías regalarme un par de palabras (me valen con dos). Te sugiero un "te" (suenan muy bonitos) y puedes acompañarlo facilmente con un "quiero" en tiempo presente. Pero eres libre de hacer lo que quieras. Te quiero.
Pensándolo mejor, no me regales nada. Quiero ser mala y eres a quien tengo más cerca (al fondo a la izquierda, en mi pecho).
Te robaré las palabras. Te quedarás sin habla y tendrás que usar sólo tus ojos y mi tacto para expresarte. Vocalizarás torpemente y tus manos me topografiarán rigurosamente. Yo estaré encantada, pero en mi propósito de maldad...
Te haré cerrar los ojos. Te ataré las manos. Te sentaré en el frío suelo. Te susurraré al oido un mevoy. Me marcharé haciéndome daño y esperando que tú sufras como mínimo la mitad de lo que sufro yo.
Y mientras camine hacia  el bar vacío de siempre, pensaré que olvidé pedirte que busque el tequiero que te robé. Porque la vida es muy puta y yo me he vuelto muy mala.

De pronto me vi hablando de ti nuevamente, pero ya no me extraña. Si YO = TÚ, normal que todo el día me estés tan presente.

Y mientras espero a que te levantes y me empieces a buscar, yo iré de bar en bar, de esquina en callejón, de suburbio en mi mente... buscando una droga que caiga del cielo y me permita romper este enlace de hidrógeno que formé con nosotros.

Me consuela saber que, si lo lees, no sabrás quién eres porque yo no sé quién soy. Karen.

3 comentarios:

  1. No he entendido todas las analogías científicas pero me parece muy buen texto.

    Es entre surrealista y absurdo pero mantiene su estilo y da mucho que interpretar.

    Y la cita adaptada de Marea es un punto, me ha gustado.

    Buen texto, saludos.

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  2. Gracias, Javier. Qué bien que hayas notado el detalle de Marea, y que te guste esa música (:

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  3. Es un buen detalle, qué bueno que te guste a ti también. :)

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