Erase en un cuerpo, un corazón.
Como cualquier otro, este latía con sus movimientos diastólicos y sistólicos, se alimentaba de oxígeno y, como buen corazón, se llevaba a matar con su vecino el cerebro.
Pero esto no va sobre los corazones (de esto ya hablaré otro día), esto va sobre ESE corazón.
Primero que nada, y para que entendáis la historia, voy a ponerle un nombre. Corazón. Así se va a llamar (no os burléis, que no pretendo ser original).
Corazón sería un simple corazón más de no ser porque está acortinado. Sí, sí: acortinado.
Imaginaros una ventana. Desde dentro podéis ver hacia afuera, y desde fuera podéis ver hacia adentro. Ahora imaginaros una cortina y pasarla por la ventana. ¿A que ya no veis nada?
Pero estas cortinas no se abren y supone muchos problemas: las estaciones.
Corazón lo tiene todo pensado; posee una estrellita -no tan grade como el Sol- que le da luz y calor cuando el frío le amenaza con un infarto. Esto está muy bien, el problema llega con el verano. Si con el calor de fuera no era suficiente... el de la estrella hace que Corazón se asfixie.
El calor es delirante; Corazón sonríe y sonríe: es feliz. Pero pronto se agota. El calor lo hace sudar, las palpitaciones se le aceleran, se pone rojo colorado, los nervios se le suben y... por poco se le muere el miocardio. Se siente tentado a correr la ventana y abrirla; que el aire lo despeje de tanto delirio. Pero las cadenas.
Corazón sufre. Y se lamenta. Y piensa en el día que se acortinó. E intenta recordar qué nefasto día decidió comprar las cortinas. Y recuerda que nació así: acortinado.
Piensa en infartarse, pero, aunque lo odie, recuerda a su vecino el cerebro y se le pasan las tonterías.
Corazón ya tiene unos años, pero aún no se acostumbra a estos cambios de temperatura. (¡Venga! pensad un poquito, hombre.... todo es metáfora. ¿qué será la temperatura?)
Otra complicación es el aburrimiento. A veces se cansa de ver venas, arterias, y demases sin sentido. Pero Corazón no puede ver el exterior. Y nadie nadie nadie nunca nunca nunca jamás jamás jamás podrá mirar por su ventana. No habrá Romeo que le grite "¡Julieta!", ni ningún mal guitarrista que le cante. No habrá ojos que traspasen las cortinas, ni manos que rompan las cadenas.
Pero Corazón sigue siendo corazón, y sigue latiendo; al fin y al cabo: ES SU TRABAJO. No le pagan por quejarse.
Eres mi veranosinventanas, mi inviernosinestrella, mi temperatura, corazón. Karen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes gritar. O hablar, si lo prefieres.