Entonces aparece alguien más infeliz que tú, y te sientes mal por haber creído que no eras feliz, por haber gastado tiempo y neuronas, por haberte dejado las pelas en el bar de la esquina, por hacer llorar la guitarra y por... bueno, en fin, por creer que la luna era de queso.
Pero no puedes evitarlo, y sigues llorando.
Y mientras eso, se te ocurren miles de hipótesis inútiles. Intentas desesperadamente no olvidar ninguna de ellas mientras te las ingenias para diseñar experimentos que corroboren por lo menos alguna de tus ideas. De pensar en tantas cosas a la vez, acabaste por rendirle cuentas al sueño. Y pf, la verdad es que debería ser al revés.
Luego todo se va a la mierda.
Entonces aparece alguien por sorpresa. La verdad es que no tienes ni puta idea de quién es, pero llegó justo cuando debía... y eso no puede ser casualidad. ¿No?
Karen.
La última frase es muy de cine o al menos me lo parece.
ResponderEliminarEl título también ;)
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