Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

martes, 27 de marzo de 2012

Qué triste.

Qué triste suenan los gatos a las cuatro de la mañana. Qué melodía tan lacónica la de sus suspiros. Qué brillante está la luna, y ¡cuantas! nubes hay que no dejan verla.
Qué triste parece ese semáforo en verde y ese paso de cebra tan desierto.
En tus ojos, gelifracción. Un frío demoledor te congeló las lágrimas, y se rompen... Y ¡qué triste! Qué triste suena tu sonrisa.
Mismo error. Mismo método. Funciona pero. Pero.
Qué triste las olas sin mar, la cerveza sin espuma, la brisa sin aliento.
Qué triste los vasos vacíos, el whisky sin hielo. Qué triste los puentes sin suicidas. Qué triste los locos que van trajeados; las corbatas negras y las medias sin romper. Qué triste que no exista una tristeza digna de callar.
Die. Die, die, my darling. 
Y ¡que triste, joder, qué triste!

:) Karen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes gritar. O hablar, si lo prefieres.