-¡Mírate! Das pena.
Me despierto cada mañana y me digo: sigue así, con tus estúpidas bromas. Sigue sonriendo como si nada te importara. ¿Qué más da que no te haga gracia? SONRÍE, JODER, SONRÍE. Muérete de risa, escupe carcajadas y ahógate en dopamina.
Sigue creyendo que el tiempo no existe. No dejes de evaluar cada detalle. ¿Dejar de suponer? ¡Ni lo pienses! Sigue así, con tus malditas ganas de fingir.
Sigue así... que mentir está de moda y ya vendrán tiempos peores.
He tocado fondo tantas veces, que hace mucho que no me fío del suelo que piso. He muerto ya muchas veces, y todavía no he aprendido a vivir... pero oye, no me hables de perder.
No es nada personal, ni triste, tampoco algo importante, ni siquiera es algo digno de contar porque... la maldita ironía siempre me hace sonreír.
Llegué demasiado tarde a donde nunca me invitaron; pero llegué. Y cuando llegué ya no había nada que hacer, ¡ni nada! Escombros y olor a gasolina. Un paisaje desolado sólo desde mis ojos; desde los tuyos... lo contrario -no puedo ni imaginarlo-.
Me veo reflejada en la cuchara con la que acabo con toneladas de helado de chocolate, y me digo: debería darte vergüenza. ¡LA VIDA TOCANDO LA PUERTA Y TU QUE NO LE HACES NI PUTO CASO! Deberías salir ahí fuera y con dos cojones plantarte en medio de las vías del tren, a ver si de una vez por todas te decides a hacer algo con tu vida. Aunque es probable que el tren pase de ti; que en verdad no existas y todo esto sea una gran mentira; aún espero oír las risas de fondo -del público- cada vez que me acuerdo de ti.
"Me acuerdo de ti, me cago en tus muertos."
Llueve y me encuentro en la calle que hace esquina con la tuya, vendiendo mi alma al primero que pase -porque el diablo se olvidó de mí- ¡Y a la mierda con todo! Me he puesto guapa, por si en algún momento me arrojas por la ventana las llaves del portal. Me he dejado en casa todo lo que alguna vez he pensado de ti, y... ¿qué quieres que te diga? también voy un poco feliz.
Llueve. Miro mi reflejo en el charco que se ha ido formando durante las cinco horas que llevo ahí de pie -sin compradores ni llaves que salen de ventanas- y me digo: Karen, tienes que crecer.
Sin más ni más: algún día aprenderé a equivocarme.
E irme far, far, far away de lejos.
Malditas palabras.
Creced, Karen.
"He tocado fondo tantas veces, que hace mucho que no me fío del suelo que piso", me encanta esta frase.
ResponderEliminarSe percibe rabia en este texto.
Un poco, sí.
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