Por otro lado, me aburre enormemente la música que suena.

Sientes un molesto hormigueo en el pecho.
Con lo oxidado que estaba todo... normal que todo haya empezado a desquebrajarse poco a poco. Si quieres ser un infeliz, procura hacerte de acero inoxidable, porque te lloverá a borbotones.
Lo peor de todo es darse cuenta. Te descubres a ti mismo observando tus manos minuciosamente en busca de algún signo de vida, luego te miras al espejo y no te encuentras la mirada. Y ya no crees que la tengas perdida, no. Ahora sabes que ha muerto. Y sin embargo, a expensas de todo lo que te habían dicho, nada ha cambiado.
Pensándolo bien... eso no es lo peor. Lo realmente malo es saber que la cosa va así y ya no hay vuelta atrás, que no puedes hacer nada para volver a la vida... que andas intentando vivir pero que a cada cosa que haces... Bah, ¿qué más da?
Te alzas de puntillas sobre la dorsal Atlántica y no sabes si lanzarte al vacío o no. No sabes si en la muerte se puede morir. Tampoco te crees que no haya fondo y temes que te duela la caída... luego recuerdas que no sientes, que tus nervios son de goma y no conducen los impulsos eléctricos que envía el jefe.
La razón siempre dominó sobre cualquier cosa mientras vivías y ahora que estás muerto.... sigues siendo sólo una cosa pensante. Has muerto por dejarle tomar el mando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes gritar. O hablar, si lo prefieres.