Me gusta demasiado esta nube. Y, aunque no estoy sobre ella si no colgando boca abajo -me llueve a diario- sé que por más que baile no me caeré.
Por otro lado, me aburre enormemente la música que suena.
Aunque nube, no es como flotar. Es más bien una sensación de ingravedad... Te encuentras suspendido en medio de algo a lo que eres ajeno pero tomas parte como si se te fuera la vida en ello. Resulta extraño. Así como la pintura que compone una obra de arte es ajena a lo que dibuja pero se aferra con tal fuerza al lienzo que le marca, cual uñas a la espalda.
Sientes un molesto hormigueo en el pecho.
Con lo oxidado que estaba todo... normal que todo haya empezado a desquebrajarse poco a poco. Si quieres ser un infeliz, procura hacerte de acero inoxidable, porque te lloverá a borbotones.
Lo peor de todo es darse cuenta. Te descubres a ti mismo observando tus manos minuciosamente en busca de algún signo de vida, luego te miras al espejo y no te encuentras la mirada. Y ya no crees que la tengas perdida, no. Ahora sabes que ha muerto. Y sin embargo, a expensas de todo lo que te habían dicho, nada ha cambiado.
Pensándolo bien... eso no es lo peor. Lo realmente malo es saber que la cosa va así y ya no hay vuelta atrás, que no puedes hacer nada para volver a la vida... que andas intentando vivir pero que a cada cosa que haces... Bah, ¿qué más da?
Te alzas de puntillas sobre la dorsal Atlántica y no sabes si lanzarte al vacío o no. No sabes si en la muerte se puede morir. Tampoco te crees que no haya fondo y temes que te duela la caída... luego recuerdas que no sientes, que tus nervios son de goma y no conducen los impulsos eléctricos que envía el jefe.
La razón siempre dominó sobre cualquier cosa mientras vivías y ahora que estás muerto.... sigues siendo sólo una cosa pensante. Has muerto por dejarle tomar el mando.
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