Hubo un tiempo en el que todo tenía sentido.
Ahora las palabras desfilan cabizbajas por el corredor de la muerte de tu sonrisa, y no se detienen ni para respirar. Las gracias no cumplen su cometido y las caricias ya perdieron el tacto.
Lo saben. Tienen la sentencia asegurada.
Ahora los silencios son sutilmente sutiles, la indecencia como la elegancia... La pasión en bancarrota, promesas hechas deudas y un proverbio moderno que dice "no es culpa mía".
Pero no lo he olvidado, lo nuestro con las palabras estaba bien.
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