... hay un muerto.
Resulta curioso como todo acaba igual. Con el pingüino olvidando que no sabe volar.
Hay ¡tantas! cosas por decir, que mejor no digo nada.
Nunca (HE DICHO JAMÁS) confundáis el verde limón con el verde lima.
Siempre es culpa tuya, no te mientas.
Las circunstancias deben darse, y hay quien no tiene suerte.
Eres esa estúpida canción que jamás se me olvida.
¿Y el pecado? Bien, te manda dos besos.
Si Mahoma no va a la montaña, olvídate de Mahoma.
Ya está bien de tanta tontería... volvamos a lo importante: del dicho al hecho, hay un muerto.Y ese muerto soy yo. Es inevitable acabar el día muriendo. Después de todo... nada. Ya sabéis.
Vivir de verdad es casi tan difícil como escribir con un poco de sentido. Y lo siento, de verdad, gasté todo el hilo argumentativo atando mi locura. Pero es que me apetece escribir de verdad, y no. No y no. NUNCA. JAMÁS. NEVER. No vais a enteraos de nada nunca, asumidlo -cuando antes mejor- porque os hacéis un favor.
Siempre pasa. Empiezas a escribir con sinceridad y sólo sale mierda. Al fin y al cabo, es lo que llevas dentro.
Piensa en blanco, imagíname en el fondo de tu vaso.
Sólo que antes era de alcohol y ahora de cloroformo. Antes era tu vaso y ahora es el mío.
La poesía se acabó el mismo día que descubrí que no todos los días son iguales. El día que aprendí a olvidar a corto plazo.
La gente desaparece y yo sólo me sigo muriendo.
Buenas noches, de verdad.
Permíteme que grite desde aquí. La poesía acabó justo ese día, y ese concepto es tan exacto que, por haber sabido describirlo tan bien, me dan ganas de vaciar de un trago todas las copas y vasos para buscarte en el fondo de cada uno de ellos, por si te encuentro. Un beso, me sigues encantando.
ResponderEliminarMe has sacado una sonrisa, gracias y otro beso.
ResponderEliminar"La gente desaparece y yo sólo me sigo muriendo". Esta frase fantástica.
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