"Para siempre es mucho tiempo, una noche es poco rato. Me jugaría la boca por morder tus labios."
Me hace gracia recordar el momento en el que decidí tomarme esto de las letras como algo personal, cuando decidí dejar de escribir historias que no son mías. Empecé escribiendo en tercera persona; así podía hablar de mí pero sin que se notase mucho, incluso podía mentir y decir que nada de eso tenía que ver conmigo -que estaba alejado de la realidad-. Shhhhh, a veces escribía lo contrario a lo que de verdad sentía.
Me hace gracia leer lo que escribía hace unos años y darme cuenta de que nada ha cambiado (eso ya no me hace tanta gracia).
Empecé a usar la primera persona e intentaba escribir con sinceridad, nada de mentir. Luego me entraba el miedo y decía ¡bah, coincidencias! Eso que he escrito no tiene que ver conmigo. Poco después me arrepentía y escribía otra cosa, buscando esa segunda oportunidad que nunca llegaba (y si llegó, le di la espalda).
Me hace gracia estar ahora escribiendo esto... Este no era el plan. Yo quería escribir sobre el odio que le tengo a todo... quería decir que me pesan las noches, que no me importa nada, que soy una insensible. Quería protestar por la escasez de prozac, de anfetaminas y de callejones a oscuras. Quería decir que estoy sudando cerveza, y que me está por explotar la cabeza (la poesía es una puta). Pero sobre todo.... quería hacerme daño. No encuentro otro motivo más razonable... es decir, me he puesto a escribir de verdad, he abierto las ventanas para ventilar las ideas; he sacado a relucir viejos fantasmas, me he puesto a oír a Joaquín Sabina. Incluso he cogido mi guitarra y blabla.
Me hace gracia porque cada vez que lo pienso, sonrío.
Es una sonrisa irónica, triste, decadente... es una tregua a las lágrimas... Y todo esto suena tan cursidramático que debería dejarlo ya, pero tengo la esperanza de que si ves tantas letras juntas pasarás del tema y no leerás nada.
Me gustan las palabras. Me gusta decir amarillo y que pienses en eso, y que el otro piense en otra cosa y que yo sólo haya hecho referencia al color -aunque no sea cierto-.
Odio los momentos vacíos, aunque no crea en ellos. Odio no serme fiel; me cuesta trabajo darle a las cosas la importancia que se merecen... pero bah, ¿qué más da? De todas formas moriré un día. Y digo un día porque algún día es una expresión de mierda.
Me hace gracia estar aquí y ahora, sin saber dónde estaré mañana por la noche ni qué cojones quiero hacer con mi vida.
Por los viejo consejos, haya paz. Karen.
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