Consumido el último cigarro de la cajetilla, las ganas de volver a fumar son más fuertes. Si es invierno queremos verano, si es verano... invierno (¿de verdad? Pff). El chocolate sabe mejor, si es que eso es posible, tras una temporada a base de comida "de verdad". Una vez conseguimos llegar a la punta del Everest, nos preguntamos por qué coño queríamos subir -que no era para tanto- y nos proponemos saltar desde la estratósfera.
Si mañana te privaran de respirar, empezarías a apreciar eso que tenías como una simple costumbre humana.
Y, a todas estas, sólo creemos firmemente en algo durante un breve y simplón segundo, por eso de las dudas.
Malditas putas dudas.
Karen.
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