Me gustan los principios, y los finales tienen su encanto. Pero los desenlaces... los muy malditos no se me dan bien.
En mi mente ha entrado un pirómano y ha encendido una cerilla. Huele a nitroglicerina y entonces sé que has tenido que pasar por aquí. Se quema todo (las ideas, las esperanzas, los miedos) menos los putos recuerdos, que ahora bailan entre las cenizas de todo lo que era realmente importante.
El pasado brilla más si está sobre tanta ruina.
Brilla tanto que parece presente, incluso con pinceladas de futuro.
Cada recuerdo es como un caballito; son de colores. Hay luces por todas partes. Parece un carrusel. Gira, gira, sube, baja, gira, sube...gira. Todo da vueltas y los caballitos compiten en un perfecto caos por hacerse notar. ¡Como si no los viera a todos!¡A la vez! Los recuerdos se superponen, hacen una pirámide de naipes que se desploma justo antes de llegar a la cima.
Y todo es bonito, y me gusta, y olvido todo lo que era importante, y el pasado se vuelve presente, y me quedé en el fondo del vaso para siempre.... Las cenizas me saben a tu boca, y de los escombros salen tus manos. Y qué bien que me sé las despedidas, y me despido... hasta la próxima vez.
Me gusta cruzarme con miradas desconocidas. No me importa que vengan de tus ojos, mientras sean nuevas.
Me gusta el viento; me remueve las cenizas y hace girar al carrusel... Y entre vuelta y vuelta pierdo la cordura que había atado con las cuerdas suicidas de ese presente sin futuro. Esa cordura que siempre estuvo un poco loca (por ti).
Deambulando entre las ruinas encontré una tiza, dibujé tu nombre en giglíco y lo rodeé con un círculo; para que no te me escapes.
Lo más curioso de todo es que el que incendió todo, es el mismo pirómano de mis recuerdos.
Tengo esa sensación de estar olvidando algo...
El carrusel empieza a girar muy deprisa. El eje pierde el control. Los caballitos no tienen alas, pero vuelan por los aire. Y a falta de pista de aterrizaje, se estrellan contra el suelo. Todo es un caos. Huele a catarsis. Huele a pólvora. Esta vez fui yo, la que ahora duerme junto al gatillo.
Tú, como siempre: a las 7 al fondo del vaso. No lleves cerillas.
Karen.
Esta vez me he sentido muy identificada co tu escrito...
ResponderEliminarGracias KAren..
Un abrazo