Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

domingo, 3 de noviembre de 2013

nada

No quiero ponerme a escribir, porque escribir es sinónimo de todo lo que odio (pero también, de todo lo que más he querido). Y sin embargo, ¡me apetece tanto!

Tras la primera línea pienso que aun estoy a tiempo de parar, porque sé que cuando lleve medio párrafo no habrá quién me detenga y... joder, me encantaría que me detuvieses. Tras la segunda -y la tercera y la cuarta- me olvido de pensar (cómo si de verdad pudiera hacerlo) y siento cosas que seguro que son ilegales.
Fuera, a la luna se le ve el ombligo, suena la estúpida canción que nunca debí escuchar, y a lo lejos -aunque no tanto- alguien grita que fue culpa mía.

No quiero, porque hacerlo significa que sigues ganando a pesar de que abandoné la partida justo cuando empecé a creerme que iba ganando yo. Y no es justo; pero sigo escribiendo porque es como si, al hacerlo, te pusiese en jaque mate sólo con un peón de mierda.
Dentro, nada nos hacía más felices que un montón de canciones tristes, una maleta sin equipaje, y un saber que la mejor decisión es la que nunca se toma.

Tras todo esto... Las malas costumbres empezaron siendo buenas.
De ti me quedo (porque quiero) con lo único que merece la pena: nada, y las ganas de escribir.

Karen.

1 comentario:

Puedes gritar. O hablar, si lo prefieres.