Cuando preguntas que por qué te quise, te respondo que si necesito un motivo para querer, nada merece la pena. Que si tengo que pensar, me crecen ruinas y todo se muere -menos yo-, porque soy el témpano de hielo que sobrevive al verano -hasta que me cogen de la mano-. ¡Soy ataraxia!, pero sólo por fuera.
Tú sigue preguntando cosas estúpidas, que yo seguiré escribiendo lo correspondiente.
Pero... ¿sabes?
Nunca me preguntas que por qué te odié.
Karen.
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