Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Bucle repetitivo.

Cayó el telón.
Se desplomaron las ruinas, los mensajes de auxilio se perdieron en algún punto entre tu casa y la mía, se murieron todas las estrellas una por una, y tú sonreías -como siempre-.
He vuelto a tener otro de esos insights asquerosos que te desajustan todo y te sumergen en la más absoluta miseria. Y esta vez ha sido tan fuerte, que me planteo seriamente hacer algo al respecto en lugar de dejarlo pasar como he hecho con todos los demás -que me decían exactamente lo mismo que este, pero con cariño-. Joder, fue alucinante. Aún me tiembla el pulso y siento esa absurda necesidad de escribir, quizás sea ansiedad, o simplemente una manera de aplazar lo que sé que tiene que pasar. Fue como si de pronto, en medio de la película, empezasen a salir los créditos y encendieran las luces. Fue como un balde de agua helada, un ¡mierda! susurrado hacia el suelo, una despedida sin ganas, un ¿de verdad? que aún no sé cómo formular.
Quizás fue el efecto de todos los anteriores lo que ha hecho que este insight sea especialmente cruel. No sé, quizás estoy exagerando. Quizás lo único que ha pasado es que he abierto los ojos, he visto que todo lo que me decían era verdad, y... ¡vaya! me siento como una imbécil por haber defendido una causa que nunca hizo nada por merecerlo.
Y sí, es bastante previsible que escriba esto -por Dios, ojalá me estés leyendo-, pero ya no me importa nada, ni nada me volverá a importar. Si alguna vez he dicho que ¡a la mierda la estúpida ataraxia! me arrepiento, porque es lo único que me ha ayudado a no rendirme más de lo acordado.

No es justo, espero que lo sepas.

Karen.

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