"Déjame que decida que la vida fue el único error."
Es bueno saber cuándo retirarse y soltar las armas. Es necesario aceptar que a veces, la mejor estrategia es no tener ninguna; y bueno, las ganas de volver no tardan mucho en aparecer.
El escorpión que me acompaña ha huido de mí hace un par de días; ya notaba su ausencia, pero hoy he querido que regrese, y que me haga ser mala con los que se lo merecen. Se fue con su veneno y yo, bueno... me quedé sin armas, rindiéndome a contravoluntad, en el inmenso vacío que sólo yo sé que existe.
Mis demonios me miran desde esa esquina de la habitación, me obligan a escribir estupideces sólo porque les divierte verme llorar. Cuando les pregunto que por qué no me matan de una vez, me acarician la mejilla con supuesto cariño, y yo pongo la otra porque se me olvida que en este juego, si aflojas, vuelven a tirar.
Mis demonios son uno multiplicado por las veces que me pongo a escribir; y tengo ya tantos, que les he puesto tu nombre, tu ojos y tus malditas ganas de joder.
Es bueno saber perder, pero aprender a ganar es indispensable, sobre todo cuando llevas ya tanto tiempo perdiendo (la fe). Mi maldita fe.
Déjame, déjame que decida no abandonar.
Bueno, sabía que pasaría pronto: hoy lloré, se me ha metido un poco de arena.
Y si muero... llevadme al mar, quiero reencontrarme con todas las oportunidades que dejé marchar mientras escribía estupideces creyendo que así me olvidaría un poco de todo lo que tengo aún por olvidar.
Karen.
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