Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

sábado, 16 de marzo de 2013

Supongo que esto es otra explicación.

De pequeña creía que si deseaba algo con mucha fuerza, se cumplía. Era mi manera de organizar el mundo, mi manera de explicarme que si no tenía algo era porque no lo había deseado con suficiente fuerza. De noche siempre estaba muy pendiente del cielo, no quería que pasase una estrella fugaz y desperdiciar mi oportunidad de pedir un deseo. Por aquel entonces, pedía las cosas según el momento, según mis prioridades del día (que antes cambiaban constantemente, y era feliz sin saberlo).

Recuerdo que una vez miraba al cielo, no para buscar a esas pequeñas cumplidoras de deseos, no. Miraba a la luna porque me parecía preciosa, tan redonda y brillante... Entonces de pronto, y sin que yo buscara, pasó un estrella fugaz. Ni lo pensé, deseé que al llegar a mi habitación y abrir el pequeño microondas de juguete (¡que tanto me gustaba!) hubiese dentro un trozo de luna -sí, era pequeña ¿vale?- Luego pensé que prefería que fuesen varios trocitos pequeñitos, porque me gustaría regalar algunos. Fui todo el camino a casa repitiendo mi deseo, con toda la fuerza que era capaz. En el fondo sabía que al llegar a mi habitación, no encontraría nada en el microondas, así que barajé la posibilidad de que estuviese en el horno, o en la nevera. Luego me surgió una duda de importancia, de esas que te hacen cambiar los esquemas y te llevan derechito a la locura. De hecho, fueron varias. ¿Quién entraría a casa para dejar los trocitos de luna? ¿Sabría " él" exactamente donde vivo? ¿Cómo lo sabría? ¿Será lo suficientemente rápido como para salir de casa antes de que lleguemos nosotros? ¿Qué les diría a mis padres si lo pillamos en plena acción? ¿A quién le regalaría los trocitos que me sobren? ¿Y si sólo se cumple el deseo con su formulación inicial, y sólo tengo un trozo? ¿El trozo sería de la parte de la luna que siempre se esconde, o todo el mundo me odiaría por hacerle un agujero al sol de la noche? 
Estaba loca por llegar a casa.
Lo primero que hice al llegar fue correr a mi habitación y después, muy lentamente, abrí el microondas. Y claro, no había nada. Busqué en otros sitios pero tampoco había nada.
Muy contrariamente a lo esperado, no sentí gran desilusión. Me busqué una explicación y seguí manteniendo mi postura de desear con fuerza para conseguir lo que se quiere.
Pero crecí. Mis prioridades se fueron concretando y terminé pidiendo siempre lo mismo, y cada vez que no se cumplía... buscaba alguna explicación, que acabó por ser la misma en cada ocasión.
Un día me cansé de buscar estrellas y me olvidé de que para conseguir algo es necesario desearlo con muchísima fuerza. Hoy en día, es mi excusa favorita para cuando no consigo cosas.

Os deseo -con mucha fuerza-  felicidad.
Karen.

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