Recuerdo que una vez miraba al cielo, no para buscar a esas pequeñas cumplidoras de deseos, no. Miraba a la luna porque me parecía preciosa, tan redonda y brillante... Entonces de pronto, y sin que yo buscara, pasó un estrella fugaz. Ni lo pensé, deseé que al llegar a mi habitación y abrir el pequeño microondas de juguete (¡que tanto me gustaba!) hubiese dentro un trozo de luna -sí, era pequeña ¿vale?- Luego pensé que prefería que fuesen varios trocitos pequeñitos, porque me gustaría regalar algunos. Fui todo el camino a casa repitiendo mi deseo, con toda la fuerza que era capaz. En el fondo sabía que al llegar a mi habitación, no encontraría nada en el microondas, así que barajé la posibilidad de que estuviese en el horno, o en la nevera. Luego me surgió una duda de importancia, de esas que te hacen cambiar los esquemas y te llevan derechito a la locura. De hecho, fueron varias. ¿Quién entraría a casa para dejar los trocitos de luna? ¿Sabría " él" exactamente donde vivo? ¿Cómo lo sabría? ¿Será lo suficientemente rápido como para salir de casa antes de que lleguemos nosotros? ¿Qué les diría a mis padres si lo pillamos en plena acción? ¿A quién le regalaría los trocitos que me sobren? ¿Y si sólo se cumple el deseo con su formulación inicial, y sólo tengo un trozo? ¿El trozo sería de la parte de la luna que siempre se esconde, o todo el mundo me odiaría por hacerle un agujero al sol de la noche?
Estaba loca por llegar a casa.
Lo primero que hice al llegar fue correr a mi habitación y después, muy lentamente, abrí el microondas. Y claro, no había nada. Busqué en otros sitios pero tampoco había nada.
Muy contrariamente a lo esperado, no sentí gran desilusión. Me busqué una explicación y seguí manteniendo mi postura de desear con fuerza para conseguir lo que se quiere.
Pero crecí. Mis prioridades se fueron concretando y terminé pidiendo siempre lo mismo, y cada vez que no se cumplía... buscaba alguna explicación, que acabó por ser la misma en cada ocasión.
Un día me cansé de buscar estrellas y me olvidé de que para conseguir algo es necesario desearlo con muchísima fuerza. Hoy en día, es mi excusa favorita para cuando no consigo cosas.
Os deseo -con mucha fuerza- felicidad.
Karen.
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