Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

sábado, 14 de septiembre de 2013

La vida me ha hecho llorar.

No siempre ocurre, pero a veces me arrepiento de no haber muerto aquel día. 
Aquel día no tuvo nada que merezca la pena ser recordado, y por eso a penas recuerdo que pasó de verdad. Aquel día pude morir rodeada de risas de gente desconocida, sola -como ahora-, y sin haber vivido todo lo que viví después, pero... Hubiera muerto feliz, lo sé.
A veces me pregunto por qué no fue así, por qué sigo aquí, y me odio por no saber apreciar todas las cosas que tengo. Parece que sólo me gustan las espinas, los puñales y todo lo que perjudique.
Tengo un problema; es pequeñito y lo tengo clavado en el corazón. 
No es fácil. Quizás no lo intento con suficiente fuerza. Probablemente sea culpa mía.
Cuando la vida me hace llorar, la mando a la mierda y le echo en cara que aquel día se apiadó de mí.
Hoy necesito que me recuerden que la vida también tiene cosas que merecen la pena, que no todo fue malo. Hoy necesito que sea aquel día otra vez y dejarme morir, porque quizás era eso lo que tenía que pasar.
No es normal.
Cada día es una historia diferente, con los mismos malos actores y el mismo final de mierda. ¡Mierda!
Nadie me dijo que ser bueno es bastante malo; y ahora pago las consecuencias de no haber pecado, siendo la mejor con los peores, y la peor con los que merecen la pena.
No siempre ocurre, pero hoy me arrepiento de no haber dicho adiós.

A veces me arrepiento de no haber muerto aquel día.
Karen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes gritar. O hablar, si lo prefieres.