Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

miércoles, 3 de abril de 2013

Standby.

El momento llegó, abrí los ojos.
Me di cuenta de la montaña de mierda y hojalata que tenía en mi forma de pensar, del susurro quedo que a medianoche me canta canciones tristes, de la película sin prota que me prometía ganar un Oscar. Me di cuenta de las noticias que nunca llegué a leer, del sin fin de recuerdos que eran en realidad un montón de basura, de la respuesta a mi pregunta de siempre, y... me di cuenta de que la esperanza no se pierde, aunque te estés muriendo de asco en el mismísimo infierno.
El problema es que no sé qué hacer con todo esto que he descubierto, porque el dolor pide dolor y yo, que tengo mucho, necesito más. El cariño dio paso al odio; y lo odio, cariño. Es una sensación desagradable, se me comen las arañas y los fantasmas me hacen burla porque les he cogido cariño. Me he hecho dependiente del sufrimiento porque ha penetrado en mi zona de confort, se ha sentado en el sofá y se lía cigarros mirándome con malicia.
Me di cuenta de la vida a la que le cerré las puertas, de las oportunidades que deje pasar, de la denuncia por robo de abrazos que gané y de las palabras bonitas (aunque falsas) que dejé de oír. Me di cuenta de la muralla que construí a mi alrededor; he leído que no hay que derrumbarlas sino saltarlas, porque no es saludable acusar a tu pasado de los problemas del ahora. La solución es avanzar, y crear raíces en otro territorio.
Me di cuenta de que existe un destino, de que siempre lo he sabido (pero he querido ocultarlo). Y por eso sé que todo lo que me ha pasado (... lo que no me ha pasado) es porque así debía ser, porque la vida está preparando mi vida, y sólo tengo que esperar a que llegue, sin quejarme por no tener la vida que yo había imaginado (la había pintado y con ello decoré mi zona de confort... y así estoy), sin llorar ni maldecir, ni acusarme ni acusarte. Y que... si te tengo que decir adiós, lo diré y me morderé los labios hasta sangrar para no decir luego un hasta mañana. Porque por morder tus labios...
Me di cuenta de mi lista de prioridades, y no me asombré al ver que sólo hay un nombre. Pero también me di cuenta del problema que supone y que debo hacer algo por reorganizar mis prioridades.
Y que si te tengo que decir adiós, espero que me lo prohíbas.
Karen.

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