Siempre vengo aquí a hablar de mí -o a fingir que no hablo de mí- y hoy, sin miedo de parecer egoísta, cínica o como sea que se le llame hoy en día, me propongo a seguir haciéndolo. Pero antes que nada, quería decir que preferiría no tener que escribir nada. Porque escribir duele, pero no hacerlo también y de algo he de vivir.
Mi repertorio musical está inundado de lágrimas desordenas. Empieza fuerte, con un Robe vacilón y romántico -a su manera- que me recuerda noches de verano a las que volvería para no regresar, quedándome en standby, con mi ginebra, en la cuesta que hace esquina con mi casa. Continúa con el peor, el puto Sabina de las putas y el alcohol, los 19 días y 500 noches y las lágrimas de plástico azul. Sigue con mi querido Rulo, al que odio por todo lo que me recuerda; el Rulo que me pone la cabecita loca, el que me hace llorar...el Rulo que deseo olvidar, pero quiero. Después hay silencio, un vacío insoportable donde resuena el eco de un concierto escondido por la Plaza de Toros, de varias raciones de canciones tristes en el Fnac, de notas desafinadas en algún parque y de un Y si amanece por fin que está ivernando. De pronto vuelven los fantasmas y cada canción suena hasta sembrar mis mejillas, entonces suena algo de metal. Recuerdo que una vez le dije a alguien que lo malo de la música era la letra que la acompañaba... y le doy play a mis vídeos de Steve Vai. Entonces aparecen Melendi y el de las tortugas, y me doy cuenta que el problema de la música que realmente me gusta es que viene junto con miles de cosas que ya no deben gustarme. Y decido buscar nuevo repertorio. Y no encuentro nada. Y vuelvo a las andadas.
Quizás sea una observación insignificante y estúpida pero... Odio la música que me gusta, porque me hace que me entren cosillas en los ojos y acabo llorando (por las cosillas que me entran, claro). En fin, que hace que sienta. Y no quiero sentir. Y también odio no querer sentir. Y miento si digo que preferiría no sentir nada. Y que esto es una movida muy loca, oiga.
Después decidí borrar del playlist a mi Robe y mi Rulo y a mi Sabina. (Aquí entre nos: no las borro, las guardo donde sé que las voy a encontrar). Y me pongo muy no-contenta. Y arrg#!@.
Pero un día como hoy llega a mis oídos una canción sin estrenar, una a la que aún no le he adjudicado ningún recuerdo, una que no tiene efecto alguno, una que es... simplemente, preciosa. Y quiero compartir ahora.
Y si alguien sabe cuales son esas 10 palabras, que las comparta conmigo.
Karen.
Nuevas canciones que presagian las nuevas vivencias que llegarán a recordar.
ResponderEliminarHoy estoy optimista, cosa rara. A lo peor hasta se te pega un poco y todo :D
A lo peor? Dame un poco!
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