
Ahora todo es como de cemento, completamente real. Demasiado gris, demasiado duro, demasiado triste. Ahora me sigue gustando, pero el miedo es diferente.
Escribir en primera persona es como ir a un bar y contarle tus penas al barman entre birra y chupito. Ni te escucha ni le importa una mierda lo que le cuentas, ni tú te sientes aliviado al salir del bar a las cuatro de la mañana dando tumbos. Así que volveré a las andadas y a escribir en segunda persona, a hacer como si le escribiera a alguien y sentir que el tío del bar me escucha y comprende. A pisar el acelerador sin remordimientos y ser feliz porque...bueno, sólo porque sí. A escribir versos de agua y fundirme con ellos, y a llorar ¿por qué no? hasta quedarme dormida. A retroceder miles de pasos, sólo por el placer de sentarme a escribir, luchando por ver lo que escribo a través de mi propia lluvia. Volveré a ser yo, a que me importen las cosas y mentir diciendo que no, a fingir alegría e indiferencia. Volveré al principio de todo, porque los principios siempre son más bonitos que los intermedios, y de los finales ni hablar.
Karen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes gritar. O hablar, si lo prefieres.