Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

domingo, 5 de enero de 2014

Maldad.

Le gusta imaginar que por las noches se desvela
que no ha dejado de maldecir, que
sufre
mogollón.
Le gusta imaginar que ha cambiado dolor por dolor
que aunque uno es más grande que otro
el otro existe y también
duele.
Le gusta imaginar que ha cambiado el mundo.

A media tarde te clavas puñales imaginarios en el pecho para intentar sacarte los de la espalda, lloras intentando borrar todo lo que has visto -lo bueno, lo malo, y lo peor-, te ríes a carcajadas fingiendo que no escuchas nada... Pero todo sigue tal cual lo dejaste: sucio, maltrecho y lleno de estupidez.
La tristeza te da una bofetada con el reverso y el verso de mierda que te inventaste una vez para pedir perdón por algo que no habías hecho, te da una lección a punta de navaja y por primera vez en tu vida la escuchas, porque no tienes nada más a lo que aferrarte, porque el dolor se cura doliendo y a veces duele más imaginarlo que padecerlo. El silencio te obliga a fumar, a encerrarte en bibliotecas heladas y a muchas más cosas que aún no se te han ocurrido, pero se te ocurrirán porque lo necesitas. Sabes que es una exageración, que hay cosas mil veces peores, pero joder, por qué. Porque vivir a base de mentiras es un asco, pero a veces también es precioso y aunque no quieras admitirlo, te mola... porque vivimos muy tarde lo que comenzó pronto, y no era posible que terminara de otra forma.
A media tarde y de a ratos te apetece rendirte
pero coges los puñales y respiras hondo esperando que esta vez
duela menos.
Karen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes gritar. O hablar, si lo prefieres.