Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

miércoles, 8 de enero de 2014

Para variar.

La libertad es una palabra indefinible
que te come las ganas de seguir sentado, atado
de seguir siempre
siempre
a su lado.

Me parece triste no escribir sobre lo maravilloso de algunos momentos, de recordar sólo lo malo y reducir lo bueno a una mota de polvo en la lente con la que observas los destrozos. Me parece despreciable que cuando el final no es bonito, todo lo bueno adquiera connotaciones de plan malvado y pierda la belleza que en su momento lo hizo ser digno de refugio cuando soplaba la tormenta. Me parece absurda la necesidad de maldecir y odiar para sentirnos mejor con respecto a lo que nos hace la gente; que sí, que vale, que se lo merecen, pero el odio sólo trae odio, y aunque parezca estúpido: sonreír a veces es una muy buena defensa.
Me parece que estamos perdiendo el norte, que las brújulas sólo nos guían hacia lo que más daño nos hace, que ¡a dónde coño se fue el amor!, que la magia se ha muerto por tanto imbécil presumiendo de no creer en nada, y que nada me parece más triste que olvidar todo aquello que me hizo feliz.
Me parece triste que a los poetas que escriben sobre la felicidad no se les tome en serio, que sea necesario sufrir para que te publiquen un libro o, simplemente, me parece patético creer que eso sea realmente así. Me parece que antes de perder, ya hemos perdido, que esperamos con demasiadas ansias para luego descubrir que lo mejor de todo fue el camino, los tropiezos y nuestras ganas de seguir. Me parece que vivir son las partes difíciles.
Así que ahora, como bien pueda, escribiré de las palabras bonitas que aún me hacen sonreír, de las noches locas a base de césped y cerveza, de las madrugadas de cuando subía a contar estrellas y de las veces que escuché un te quiero. Porque todas esas cosas son las que realmente valen algo, y no la mierda que hace que todo me parezca triste, feo y despiadado.

Karen.

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