Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

viernes, 25 de julio de 2014

Cambios.

Siempre he creído que las cosas suceden por alguna razón y que lo que ocurre es siempre lo mejor; hoy me aferro a esta idea y abro las puertas a lo que tenga que venir, doy un paso al frente y me olvido de cualquier cosa medianamente lejana, pisoteo con rabia todas las copas rotas, las cenizas y las canciones estúpidas, pisoteo y rompo todo (si es que queda algo que no lo esté ya), respiro tranquila y me concentro en esa luz al final del túnel que me dice que ya estoy llegando, que queda poco, que lo hice bien, todo bien.
Porque, coño, si no lo hago... ¿qué queda por hacer? Ya no quedan opciones, el mundo está aprovechando su turno, y quiere que ganemos. 

Siempre he vivido más en el futuro que en el ahora; ahora vivo más en el pasado y sé, que por narices, ahora toca lo que queda... Voy a descalzarme y no me voy a peinar, me maquillaré lo justo para que no se note que apenas duermo, usaré colores fuertes como si pidiese atención a gritos, diré que no y que sí (pero nunca tal vez), me aprenderé de memoria aquel poema de Bukowski y, bueno, me despediré sin decir ni una sola palabra... porque a las palabras le han crecido espinas, y yo las he cogido con fuerza creyendo que un poco de dolor estaba bien.

Siempre he confiado en la bondad de las personas. Nunca se me ocurrió la posibilidad de la maldad (pura y sin sentido) hasta que la conocí, en su estado más despiadado. Me fui de cañas con ella, quedamos mil veces, discutimos, nos besamos, la miré a los ojos, le dije que la quería, me arrepentí, la bese como nunca he besado a nadie y hasta me la follé... Lo hice porque sabía que estaba jugando con fuego y me divertía. Fui una estúpida y lo siento, sé que no supe retirarme a tiempo, pero... vete a la mierda, hazme compañía.

Karen.

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