Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

viernes, 30 de mayo de 2014

Ninguno era tú.

He besado a demasiados hombres que no lo valían; 
aunque tampoco he sentido nada por ellos, y siempre ha sido así.

Prácticamente, mi primer beso fue con un desconocido. Un joven de peso dudoso y barba perroflautera, pezuñas en los dedos y una boca enorme –en serio, enorme–. Charrasqueaba la guitarra y aunque tenía un extraño sentido del humor, me hacía reír. Creo que por eso, esa noche, me dejé llevar... bueno, por eso y por las cantidades ingentes de tequila que habíamos consumido previamente. Y sobre todo porque tú, tú estabas con otra. Me dejaste sola en medio de un montón de desconocidos alcoholizados y no sé, quizás quería vengarme –aunque todavía no supiera de qué–. Supongo que ahí empezó todo.
Tras ese, llegaron un sinfín de hombres sin nombre ni edad, que no valían más que sus zapatos y que solo me valían para un cuarto de hora. Después llegaron algunos que sí lo valían, y yo les di la patada solo porque ninguno eran tú. Maldito seas, cabrón.

 Karen.

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