Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

martes, 28 de enero de 2014

Las palabras me ponen.

No hay nada que disfrute más que una conversación de esas que te bajan las bragas y te empotran contra la pared; de las que te quitan el aliento y las ganas de que se acabe. Una conversación que te desnude lentamente mientras te mira a los ojos, que te toque de todas las formas posibles -e imposibles- y, sobre todo, una conversación que te deje huella y agujetas.
Una conversación en donde cada palabra te hunda en el más abrasador de los infiernos, donde no exista el cuándo ni el dónde; una que empañe cristales y avergüence a la memoria. Una de verdad, joder. 
El tema es lo de menos, se puede hablar sobre cinta adhesiva, la decadencia del euro o sobre el número veinticuatro; pero si hablas con la seguridad del que sabe que va a morir en las próximas horas -con esa fortaleza que nos crece a todos en el último momento- con intensidad y queriendo soltar todo de una puta vez -pero despacio- entonces lo harás bien, y te darás cuenta de ello porque la gente de alrededor os mirará fijamente.
Porque será como si estuvieseis haciendo el amor en público.
Menudo escándalo, dirán.
No entienden nada.
Karen.

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