Me gustaría aclarar que en absoluto creo firmemente en todo lo que escribo. En realidad sólo me gusta el sonido, el ritmillo gracioso de las palabras tristes, la acentuación de cada punto y coma; en fin, la prosodia que se crea en mi cabeza... que por cierto, no compartimos.
A veces creo en algo, y escribo sobre ello. A veces creo en otra cosa muy diferente, y también lo escribo. Muchas veces escribo sin hilar entre párrafo y párrafo, haciéndolo sólo por placer y porque, sí, porque me da la gana. Se trata de dejarse llevar, de ponerse en off y olvidar que estás enamorado si lo que quieres es hablar del asco que te da el amor, o todo lo contrario. Simplemente, se trata de plasmar un instante determinado en un par de líneas. Mirad, hay cosas que no se pueden fotografiar; no todas las imágenes valen más que mil palabras, a veces una palabra vale más que miles de fotos. Y a veces nada vale lo suficiente, falta la forma, el contenido y el fondo: falta de todo, joder... de todo.
Me gustaría saber a qué sabe la verdad, a qué huele lo real, el tacto de la paciencia, el sonido de un
te quiero inundado en lágrimas... Me gustaría saber qué coño se siente cuando te cogen de la mano.
Me gustaría olvidar todo lo que sé -que es poco- para aprender desde cero que nada se siente igual dos veces... que
el amor, dicen, no termina, sólo cambia de sitio.
Karen.