Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Inspiración.

Estoy ante el Papel en blanco, con Ganas de escribir, y con ausencia de Inspiración.
Las Ganas pueden sacar algo: algo que la Inspiración no valorará. El Papel escupirá las palabras que las Ganas consigan escribir; porque, sin Inspiración, no hay nada que considere digno de tatuarse, en su pálida piel, con tinta.

Inspiración me ha golpeado: ha sido un golpe bajo. Antirreglamentario. Pero lo dejo pasar, incluso permito que me vuelva a dar. Veo aproximarse otro golpe, pero no quiero esquivarlo. Quiero que me golpee, que me duela hasta hacerme llorar…  para así, al acudir a mi próximo combate: salir victoriosa (o, por lo menos, con vida).

Inspiración me abandona.

Las Ganas han perdido su fuerza. Trazan garabatos sin sentido (con carbón, para no molestar a Papel). Las Ganas quieren ser, y no pueden. Con miedo, desean llamar a Inspiración: plantarle cara y, con la mirada fija y alta, invitarla a que dé el primer golpe.

Inspiración se niega a dar señales de vida. ¿Qué fue de sus ganas de pelear?  

Papel se siente olvidado: hace ya mucho que, ni siquiera, las Ganas lo van a visitar (a pasar el tiempo, que es largo).  

Las Ganas gritan desesperadas, sin respuesta. Papel, como puede, se suma a sus gritos.

Con desgana, Inspiración se muestra dispuesta a dialogar.

Comienzan una lenta negociación: Papel muestra entusiasmo. Las Ganas se muestran impacientes, deseosas de bailar sobre Papel, hacerle cosquillas y, sonriendo, observar lo que resulte.

Pero… a sabiendas de que ella es la que manda:
Inspiración se aburre y se marcha

Paciencia, que Inspiración ya volverá, Karen. 


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