Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

sábado, 27 de agosto de 2011

Él también quiere escapar, lo sé.

Hago pocas cosas, pero... ¿os he contado qué son esas cosas?
Me gusta dar largos paseos con mis pensamientos. Salimos a solas, a contemplar el mundo. A veces mis pensamientos han bebido mucho café y están un poco alterados; intento calmarlos: les pongo música, pero ni así. Ignoran la música. Tanto que, pasan algunas canciones (y algunas calles) cuando alzo la mirada y veo que el lugar y la banda sonora han cambiado. 
Hablan y hablan: gritan ¡GRITAN TU NOMBRE! Se ponen de acuerdo y relatan unas pocas historias (como les da la gana. Le dan la vuelta y cambian un adiós por un no te vayas.) Las cuentan tantas veces que vivo con el miedo de algún día recordarlas como verdaderas (tampoco son falsas del todo, pero siguen siendo sueños). No los quiero oír, me aturden con sus voces y pataletas. Pero aún así, nunca los dejo tirados; siempre los saco a dar paseos, a que les de el sol y a veces un poco de viento o algunas finas gotitas de nubes.
Hay días en los que la música los hace bailar, entonces tengo que apagarla.
En cuanto veo hojas tristes que se han suicidado dejándose caer desde alguna copa, y tendidas en el suelo, lloran por no haber logrado su objetivo, las silencio dando un paso, y a mis pensamientos los hago oir el sonido quebradizo de la despedida. También los hago oir los silbidos del viento, si nos acompaña, y el de mis pasos acelerados.

El otro día me encontré con un sonriente osito, me miró y supe que quería que le hiciese una foto; quería que su azaña se hiciese un huequecito en la eternidad. Y así lo hice.

Ahí estaba, atrapado entre su mundo (el que siempre ha conocido) y el mío (que a veces, aburre).
Seguro que le dolía, y quizás el calor le secó la sonrisa, pero él sabía que lo había conseguido. Había logrado escapar de su mundo. Quise ser como él. 
Y la verdad es que no somos tan diferentes. Las veces que he logrado escapar, vienes tú y me sumerges en tu recuerdo. Cuando fue de noche y volví a pasar por ese lugar en el que este valiente osito pudo escapar (de sus pensamientos), ya no estaba ahí.
Supongo que tiene un que lo llevó de nuevo a la realidad.


Pero yo, guardé su recuerdo, Karen.

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