Todo
se acaba en algún minuto. No hablo de segundos porque ya sería ir muy lejos y
cavar muy hondo. Y, de todas formas, las cosas terminan de suceder en menos de
un segundo. A veces terminan ¡tan pronto! que no somos capaces de darnos cuenta
de que algo ha muerto. Del fin. Seguimos la vida como si nada, sin siquiera
dedicarle un minuto de silencio, o, en algunos casos: de ruido.
Los
hay suspensivos… Momentos que se eternizan en el espacio (el espacio entre los
puntos). El problema de los eternos es que acaban siendo circulares, entran en
un círculo repetitivo que no cesa, que continúa rodando cuesta abajo y cuesta
arriba; cambiando de color, de textura, de música ambiente… pero sigue siendo
un círculo (pasando siempre por los
mismos puntos. Llegando siempre al mismo punto más alto, y cayendo al mismo sinuoso abismo).
¿Qué
queréis que os diga? Yo prefiero a los que se mueren (porque esos SÍ viven), los
puntos finales que lo tienen todo claro (incluso en la noche).
¿Y
qué decir de los espacios, de los punto y aparte? No me fío de ellos. Van de
listos. Te hacen creer que mueren, pero están de viaje (desaparecen por un
tiempo, para que se les eche de menos y que, al regresar, se les quiera muy y
más fuerte).
Por
los minutos que le quedan a este punto, está de más decir que le dedicaré un
minuto de silencio y lo recordaré ahí donde no tenga nada más que hacer.
Tienes
3 minutos: habla, dijo Cortázar, Karen.
:( sniff :( karitaa :(
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