No me digas ¡quiéreme!, porque ya lo hago.
No me digas que no me quieres, porque no dejaré de hacerlo yo.
Y al final, resultó que siempre fui yo: eterna mentira, sonrisas mal dibujadas, sentimiento cero, trozos de letras que alguna vez junté porque se veían bonitas y así.
Vacío existencial. Confirmación desoladora. Una vez escribí algo y se hizo realidad.
Una vez escribí algo... una vez nunca dije nada.
Busco labios sabor alcohol. Busco tus ojos en otra cara. Busco palabras entre el café de las 3. Busco que me hagan reír. Busco todos los sueños que soñé. Busco sincronización cardíaca. Busco tu voz. Busco cerquita, por si tengo algo... pero nunca hay nada.
Encontré alcohol en botella. Encontré tus ojos en su sitio. Encontré tus palabras en mi café de las 3. Encontré la risa. Encontré los sueños en mi almohada. Encontré un fallo técnico. Encontré tu voz donde la había dejado. Encontré una silla donde sentarme a esperar encontrar algo diferente.
Y volveré, y no buscaré nada, y encontraré lo de siempre... Y, no pasa nada, ¿no?
Frases inconexas, como tú y como yo, que se me resbalan de los dedos cuando hago como que sujeto al sujeto adecuado.
Sabes que no. Sé que no. Sabemos que no.
Y volveré, y volveré a lo que temo como futuro, y volveré a recordarte sólo por llevar la contraria.
Frases inconexas porque me da la gana. Inconexión permanente para cuando toca ser yo. Y así...
Por el momento, me toca ser todo eso que no soy. Karen.
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