Y mi mirada: perdida.
Echo candado a los ojos y sigo a mi tarea de dejar entrar el aire; hasta que decida que es suficiente y probar suerte.
-Despierta- dice su voz rota por el alcohol. Y al abrir los ojos: los suyos.
Me giro y me quedo mirando de frente al techo de esa calle muerta de frío y de nadie. Me fijo en las fisuras del cielo, en los trazos de olor a glicerina que trae el viento, en el olor a tabaco de ayer de mi abrigo de cuero... pero no me fijo en cómo me toca. Ni en su boca que desprende alcohol, locura y un vaho que me recuerda que hace frío.
Estúpidas estrellas que sonríen. ¡Estúpida luna oxidada! Llevas ya tantos golpes, se te nota en tu brillo. Llevas ya tantos días a escondidas... Hueles a sueños en descomposición, a esperanzas muertas y a un poco de ilusión.
¡Narcóticos sentimientos que me entumecen el corazón!; sin embargo, aún oigo cómo grita desesperado mientras lo ahogo en sustancias ilegales y me doy a la fuga. Salió todo mal. Huía y tomé el camino incorrecto; llegué a tus ojos y ahí me perdí. Un poco más de Jack Daniel's, te pedí apurando la última de Ballantines para tener donde apagar el cigarro (aunque ni siquiera fumo).
Sé que el asfalto está frío. Y me pregunto si es por mí o por ti que ya no siento nada.
Te noto distante y un asqueroso nihilismo me da de bruces en el alma: me da 500 puñaladas, me maldice y me recuerda que no soy nadie ni aquí ni allá. Me vuelvo a la vida y vous restez avec moi?
Ahora hablo de nadie. Karen.
"Echo candado a los ojos". Me gusta esta frase.
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