Sí es que... lo que tengo que hacer es dejar de buscarle un motivo a todas las palabras que escucho, y dejar de imaginar la reacción de alguien al escuchar las mias.
¿No os pasa?
Estáis hablando con un amigo (alguien que, se supone, no te juzga. Alguien que, se supone, te entiende. Y alguien con quien, se supone, estás a gusto sin sentirte presionado.), y os dice algo, algo sin importancia... y vosotros no podéis contestar con la misma simpleza. ¡Odio que me pase eso!
No me considero una persona a quien le importe mucho lo que piensa la gente de ella. De hecho, me importa nada lo que la gente extraña piense de mí; el problema radica en que me importa MUCHO lo que piense de mi la gente que de verdad me importa. Pero... si esa gente es importante para mí, y yo soy importante para ellos... ¿por qué no siento la confianza necesaria para no pensar en lo que pensarán de mí?
Quizá sea por eso mismo: porque me importan mucho y no quiero decepcionarles.
¡Pero no me gusta!
También pienso mucho en "los qué pasarán" y en "los qué hubiera pasado si...", y no sé qué resulta más molesto.
Constantemente recuerdo conversaciones (¡íntegras!), y pienso: "si hubiese dicho esto en lugar de aquello, las cosas hubieran tomado otro camino, quizás un camino mejor." Y eso es muy irritante.
¡QUIERO SENTIRME LIBRE TOTALMENTE!
¡QUIERO DISFRUTAR DEL DERECHO DE OPINAR LIBREMENTE!
Lo peor de todo es que no hay NADIE que me prohiba hacer lo que quiero... a demás de "yo misma".
No penséis, Karen.