Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Paradoja estimulante.


Vamos a ver. Cierra los ojos y escucha. Con atención porque no lo pienso hacer escuchar más de una vez.
Me han dicho por ahí que a las palabras se las lleva el viento, y que el viento las pierde. ¿Quién le roba palabras al viento? Quizás un desventurado mensajero vividor de sueños ajenos que bebe ron sin mezclar en una barra de bar. ¡Un ladrón! O... Quizás un poderoso adinerado dueño de todos los barcos del mar, que juega con las olas cuando va a Pensar.
¿Qué mejor para decirte algo que callar? Callo para que el viento no se robe mis líneas mis vocales mis comas mis puntos suspensivos que se acaban… me roba a mí. Soy robada. ¿Y si de mí no sale palabra alguna, cómo hacer para que tus oídos capten las ondas del corazón? Fallo de transmisión.
¡Menuda paradoja! que para que escuches tenga que callar. Pero yo callo, y cuando callo: cayo también. Caigo como caen las palabra pesadas con las que el viento no puede. No tienen tiempo de ser robadas. A esas nadie las roba, desaparecen. Algunas caen en algún vaso de bar y se ahogan. Pero ¿y qué? ¿Qué de qué? Que te quede claro una cosa: nunca callo, sólo caigo y me falla la transmisión. Que te quede claro (aun en la oscura noche) que sólo callo con la voz. Que mis ojos ¡gritan! hasta desgarrarse y hacerse agua que riega mis mejillas. Ahí siempre hay huecos para ti. Y, paradójicamente, eres un hueco que nunca se llena. 

Le daré a los cigarros, para propiamente enviarte todos mis suspiros.


Culpo de TODO al gran cronopio, Karen.

1 comentario:

  1. q bello , todo lo es , cada palabra , waooo esta poetico y enigmatico , felicidades.. seguro lo mereces ..Rf

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