Para empezar, no sé por dónde cojones hacerlo. Sí, me ha dado por la escritura dura, ápera y vulgar -es para ir acorde con la vida-.
Me siento en la mesita del café de las 3 y dibujo 3 rayitas paralelas de algo parecido al azúcar pero más blanco y prepotente, con aires de heroína.
Me entra sueño y te veo y me río por la paradoja.
Al techo de la habitación le crecen estrellas y me enfado porque todas me sonríen: ¡son felices las muy putas!
Me entra hambre y cojo lo primero que tengo a mano: el pastel de setas, para tomarlo con dietilamida del ácido lisérgico-d, LSD para los colegas... que, ya hay confianza.
Salgo al jardín y descubro que el cielo no está donde debería. Al suelo le faltan trozos y las horas de los relojes blandos van cayendo poco a poco como en el cuadro de Dalí. Te veo, me has seguido desde dentro... te maldigo y me sonríes. ¡Me sonríes y te odio!
¡Qué bien, joder, una piscina!
Me sumerjo, lleno mis pulmones de cloroformo y me voy a domir.
Le doy a muchas cosas con tal de odiarte. Karen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes gritar. O hablar, si lo prefieres.