Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

martes, 21 de febrero de 2012

Aun no te conocía, cuando empecé a olvidarte.

En el balcón del séptimo piso está creciendo cicuta. El vecino del quinto deja caer las colillas de su cigarro de después mientras la ve marchar -a ella- que ni se despidió. En un ataque de celos, el del noveno B dispara contra la pared; y unos dedos temblorosos, al otro lado, marcan al 911. En el último piso las ventanas están abiertas de par en par, dejan que la ardiente se marche lento, lento, y no despiertan para que no se acabe la noche. A las puertas del portal duermen mil sueños, y otros mil flotan entre lo que quedó de la botella. Por las escaleras sube aquel, el que un día juró que por ella nunca se iba a matar... y como un fantasma, se cuela en su habitación. Por la ventana del octavo C se asoman unos ojos tristes, unas ganas infinitas de coger ese tren y el recuerdo embotellado de tres noches a escondidas. 
En la ciudad las aceras están mojadas -no ha llovido-, los coches bostezan y las farolas cierran los ojitos. El sol  nos invita a cerrar las persianas y.... ¿Y lo que me costó escribir sin usar tu pronombre?

Así, sin más y por nada. Karen.

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