Vendo mi alma al primero que pase porque el diablo se olvidó de mí.

Dejad los pretextos, la vida necesita más párrafos.

jueves, 28 de febrero de 2013

Somos insignificantes II

¿Si pudieses olvidar un fragmento de tu vida, un suceso o una persona...qué sería? A mí me gusta pensar que no hay nada que quiera olvidar, pero ahí estás... gritándome que te olvide. Y eso...duele.
Y si lo hiciera, ¿qué me quedaría? 
Te invito a que no me dejes cambiar de opinión, a que me dejes ser yo (contigo) y a lo que surja. 
En otro orden de las cosas, la poesía es una exagerada y una puta. 
Karen.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Somos insignificantes.

A la gente le importa una puta mierda todo lo que hagáis por ellos, sólo recuerdan lo último que haces. Por eso es importante que al despedirte de alguien le des dos besos y un abrazo.
Karen.

martes, 26 de febrero de 2013

Ahora es demasiado tarde, búscate otro perro...

...princesa, me dije.
Pero ni soy princesa, ni ninguna de esas preciosas canciones son para mí -aunque me gustaría-. En realidad soy la mala del cuento, la bruja de uñas largas, pantalones ajustados y hierro en las mejillas. Soy la que tuvo su momento de gloria y al final se queda sola viendo como el príncipe se va, a lomos de un caballo blanco, con su princesa. Me pondré mis zapatos de tacón y encenderé un canutillo mientras los veo marchar.
No me preocupa no ser la princesa, siempre y cuando sepa ser la más mala de todas las brujas y no cometa el error de probar la manzana a la que yo misma he echado cicuta.
Ser mala tiene sus ventajas. La gente no espera nada de ti, así que da igual que hagas las cosas mal o te pases en la dosis de veneno. Da igual...¡porque te odian! A nadie le importa lo que le pasa a los villanos, son la escoria, el obstáculo entre los amantes, la mierda cantante y danzante, porque las brujas no tenemos ni sentimientos ni corazón, ¿no?
¿Nadie ha pensado que tal vez los malos seamos así porque fuimos buenos una vez y alguien fue malo con nosotros?
Es venganza. No queremos compasión, queremos la justicia por nuestra mano. Queremos que por una vez en la historia el príncipe se quede con la bruja, coman perdices y sean felices en un piso del centro de Madrid, lleno de niños con piruletas y caballitos de cartón. Mientras de fondo suena Sabina y lloramos un poquito.
Karen.

domingo, 24 de febrero de 2013

Importancia y necesidad.

   "Al camino recto, por el más torcido, vengo derecho a hablar contigo, de
 nuestros defectos constitutivos." 
Llega un momento en el que ya no puedes, o no eres capaz, de decir nada. En el que todo sobra y lo importante pasa a un segundo plano porque lo necesario escasea y haz de conseguirlo. Un momento asqueroso que te atrapa con sus uñas de puta barata. Los ojos se te emborrachan de sustancias letales y no te sale nada derecho. Temes seguir viviendo pero alguien te prohíbe morir. Ese alguien no te importa una mierda, pero finges que sí porque lo que sí te importa es una gran mierda. Me da miedo que cuando deje de ser una mierda... ya no me importe; no me perdonaría jamás haber aguantado tanto para rendirme en el último momento. Porque...si me rindo, no volveré para atrás (al menos eso quiero pensar).
No quiero creer en lo que dice la gente, pero en el fondo sé que siempre han tenido razón y la seguirán teniendo. Tengo la oportunidad de unírmeles pero sigo aferrada a lo que nunca ha funcionado bien, a lo que me gustaría que funcionase, a lo que me parece bonito, a lo que me apuñala por la espalda y me roba...me roba todo.
Siempre fue algo triste, pero lo triste no es que ya no sea, sino que...si te da la gana de que sea, será. Porque siempre cumplo mi palabra, y una vez dije que te.....
Karen.


sábado, 23 de febrero de 2013

¡Qué tonto, si nunca hubo nada!

¿Qué decir? ¿Que el tiempo de los besos y el sudor es la hora de dormir?, ¿que las caricias se las guardas a tus muertos? o ¿que se joda el viento?
Todas las canciones hablan mejor que yo, y por eso no me gusta escucharlas. Pero lo hago. Lo hago porque huir nunca es la respuesta correcta.
Al callejón oscuro y sin salida le han crecido esperanzas y las he mandado a cortar porque no hacían juego con mi colección de tristezas.
El silencio es algo frío, un impacto frontal contra un bloque de preguntas sin formular, pero también es una estupidez, porque a nadie le importa lo que no se dice.
Harta que estaba de que siguieran creciendo esperanzas en mi callejón, mandé asfaltarlo todo, incluida la poesía. Murió. Su fantasma me persigue noche y día.
Me dijeron que no podía, y les creí.
Amor multiplicado por tres es igual a cero.
Todos mis barquitos de papel naufragaron; lloré lo mío y lo que nadie lloró.
Alguien secuestró mi felicidad y nadie quiso pagar el rescate.
Echo de menos algo que nunca he tenido, y todo lo que perdí.
¿Y qué más decir? Que necesito que...
Karen.


lunes, 18 de febrero de 2013

Soy un cuadrado.

Soy las cuatro esquinas de mi cama, la grieta con techos, la almohada llenita de sueños que no dan sueño y el frío infernal que por la mañana entra por la ventana. Soy un pensamiento bilateral y un índice de significación mayor que 1, un sin fin de números extravagantes sobre la pizarra y tres incógnitas y media. Soy múltiplo de cero. Soy los callejones sin salida a las cuatro menos cuarto de la mañana, el vaho de tus intentos de querer decirme algo, el tren que llega sin servicio y el enfado pasajero. Soy lo que queda en el fondo del quinto cubata. Soy una (cerveza) más, lo juro. Soy mis pasos torpes y una escalera...mis manos y el gatillo, un adiós y un hasta luego.
Karen.

domingo, 17 de febrero de 2013

Sólo conozco una canción.

Tenía una bala perdida -hecha a mi medida- y se me perdió, pero sigo teniendo mil historias encerradas en canciones que no son mías. La perdí en la guerra; tuve que usarla para para salvarme y sin embargo... muero.
Morir no estuvo tan mal, pero luego reviví, como por arte de magia, y todo se volvió triste y decadente. De todas formas doy gracias por seguir con vida porque dicen que la guerra está por acabar, y... sea cual sea el bando vencedor, me alzaré y gritaré que mereció la pena. 
Karen.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Yo pido que pidas.

Si pides amor, te lo darán; y si no lo pides, quizás. Pero pedir es difícil y todos queremos que nos pidan.
Los que nos cansamos de esperar y empezamos a pedir, lo pasamos putas porque pedir es agotador. Si siempre pides, nunca sientes esa satisfacción de sentirte querido, echado de menos y apreciado; nunca sientes esa sensación de ser importante y necesario. Y todos sabemos que esa sensación es la mejor de todas.
Bueno, entonces dejamos de pedir, cerrando este estúpido círculo vicioso sin escapatoria. Pero esperar también es agotador, ¿verdad?
Si me lo pides, te daré eso y más. Y si no lo haces, también.

Karen.

martes, 12 de febrero de 2013

Sólo nos pido paz.

Estoy procurando no volver a escribir en segunda persona, pero... Argg. Intento no salirme del guión, de al cerrar los ojos no ver nada y de escuchar música no sólo cuando estoy a solas, ya sabes. También intento no escribir demasiado triste, pero me he puesto a leer lo que escribía antes y...¡vaya!

Antes todo era como flores de porcelana, con un deje de falso. Demasiado brillante, pero precioso. Antes me gustaba, pero tenía miedo. 
Ahora todo es como de cemento, completamente real. Demasiado gris, demasiado duro, demasiado triste. Ahora me sigue gustando, pero el miedo es diferente. 

Escribir en primera persona es como ir a un bar y contarle tus penas al barman entre birra y chupito. Ni te escucha ni le importa una mierda lo que le cuentas, ni tú te sientes aliviado al salir del bar a las cuatro de la mañana dando tumbos. Así que volveré a las andadas y a escribir en segunda persona, a hacer como si le escribiera a alguien y sentir que el tío del bar me escucha y comprende. A pisar el acelerador sin remordimientos y ser feliz porque...bueno, sólo porque sí. A escribir versos de agua y fundirme con ellos, y a llorar ¿por qué no? hasta quedarme dormida. A retroceder miles de pasos, sólo por el placer de sentarme a escribir, luchando por ver lo que escribo a través de mi propia lluvia. Volveré a ser yo, a que me importen las cosas y mentir diciendo que no, a fingir alegría e indiferencia. Volveré al principio de todo, porque los principios siempre son más bonitos que los intermedios, y de los finales ni hablar. 

Karen.

lunes, 11 de febrero de 2013

domingo, 10 de febrero de 2013

Historia de un error.

Me gustaría ponerme a escribir un día, después de muchísimo tiempo sin hacerlo, y sólo ser capaz de decir mereció la pena. 
No estoy segura de qué estoy sacrificando, haciendo o intentando, pero sé que me gustaría que fuese por algo, porque las cosas que hago en vano nunca me han sentado bien. Aunque la verdad es que nunca he sido de hacer muchas cosas. Con gran pesar, he de admitir que se me va la vida por la boca, y que creo firmemente que si deseo algo...no he de hablar sobre ello para que se cumpla. Sin embargo, hablo de todo lo que deseo, porque no puedo evitarlo y al final acabo perdiendo. No es que sea supersticiosa, la experiencia me ha enseñado. Será que me gusta perder, digo yo.
No me estoy autocompadeciendo. Simplemente, es mi manera de decirme ¡BASTA YA, REACCIONA, CAMBIA! para luego no hacerme ni puto caso y volver a las andadas...me conozco. De todas formas a quién le importa.
La vida son cuatro birras y un tango descompasado, manos vacías, ganas de perder y una botella medio llena. Es un cúmulo de leyes físicas y neutransmisores, un sin fin de posibilidades y un cometa atado al suelo. La vida no es más de lo que aparenta, y aparentemente no sé qué coño es.

Karen.

lunes, 4 de febrero de 2013

Siempre hasta la vista.

Lo que más odio de viajar es hacer el equipaje. Meter todo en un espacio aparentemente pequeño y luego irme...sin más.
No hace falta irse muy lejos, de hecho...no hace falta moverse. Tampoco hace falta tener maletas ni ropa que meter.
Lo que más odio de viajar es prepararme para el viaje (porque los únicos viajes que molan son los ilegales).
Quisiera no tener que viajar nunca y sin embargo, lo hago demasiado a menudo. Vivo entre despedida y despedida, y sólo agito la mano de derecha a izquierda indiferentemente hasta que se cierran las puertas del vagón y ya entonces se me salen las lagrimillas. Porque se supone que soy una tía dura, y llorar no va conmigo. Se supone que no me importa nada, que practico la ataraxia, que todo lo perdono y que siempre tengo la culpa de todo. Se supone que no debo suponer, pero ya es un hobby.
Lo que más odio de viajar es llegar al sitio nuevo y darme cuenta de lo mucho que me gustaba el sitio anterior. Y tener que regresar otra vez porque soy incapaz de pensar en otra cosa.
Lo que más odio de viajar son las noches sin dormir.
Si viajar no fuera tan fácil, no lo haría nunca y pretendería crecer en un sólo sitio, echar raíces y quizás alguna flor. Pero cuanto antes asumamos lo que hay, menos tiempo perderemos en intentar cambiar lo que no se puede cambiar.
Lo que más odio de viajar, es tener que hacerlo sola. Aunque de todas formas, siempre regreso.

Karen.
Tranqui, que estoy muy bien.